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Aromas del jardín – Garden scents

El siguiente texto es un extracto del libro Aromas del jardín (ISBN: 9781646998906) Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por Chantal de Rosamel , publicado por de Vecchi /DVE ediciones.

Plantas de jardín aromáticas

No todas las plantas son aromáticas, pero existen diversas especies salvajes y cultivadas que desprenden un delicioso perfume.

Entre las flores primaverales y estivales comunes destacan la violeta, el narciso, la flor del cuco, la peonía, el guisante de olor, el lirio y el crisantemo. También hay plantas aromáticas muy comunes, como la menta, el romero y la salvia, además de numerosos arbustos, como la madreselva, la alheña, el jazmín, la glicinia, la lavanda, la celinda, la lila y la abelia. Y no podemos olvidarnos del rosal, cuyas hermosas flores son apreciadas en el mundo entero. Estas plantas forman la base de un hermoso jardín que nos encantaría ver florido en todas las estaciones.

No se sabe a ciencia cierta por qué hay plantas que desprenden aroma. ¿Quizá para protegerse de ciertos insectos dañinos o de los animales herbívoros? ¿Acaso es un método seductor vinculado a la polinización? El olor de algunas plantas seduce, y el de otras, repele… En algunas plantas, son las hojas las que lo impregnan todo con su aroma de forma natural o al frotarlas. Este perfume puede ser tonificante y refrescante, como el de la menta; alimonado, como el del cedrón, el toronjil y ciertos geranios; balsámico, como el del laurel; meloso, como el de la glicinia y el jazmín; penetrante y afrutado, como el de la alheña, la celinda y el saúco; especiado, como el del viburno, o anisado, como el del hinojo. En otras plantas, son las flores las que lo envuelven todo en un manto de perfume que, en ocasiones, se extiende a gran distancia. Por ejemplo, la flor del guisante tiene un aroma afrutado, la planta del tabaco desprende un perfume especiado y el clavel emite un aroma ligeramente picante. Por su parte, el perfume del narciso es una combinación de jazmín y naranja, mientras que las peonías y los lirios huelen a miel y rosas. También hay flores que evocan el aroma de la resina, la manzana, la almendra e incluso el chocolate (como la flor del mismo nombre).

Todas las plantas tienen su perfume específico, pero en este hay matices que evocan otros aromas con mayor o menor intensidad. Por lo tanto, el conjunto de los olores que desprende el jardín y que transporta la brisa constituye siempre un conjunto armonioso.

Los arbustos que producen flores u hojas aromáticas tienen una importancia crucial en la estructura de un jardín, de modo que para elegirlos nos debemos guiar por su carácter perenne o caduco. A continuación veremos los principales arbustos, flores y plantas aromáticas.

Los he ordenado según mis preferencias, y pensando en facilitar asociaciones de aromas en torno al rosal (rey de los arbustos) y la peonía (flor que siempre debería ocupar un lugar privilegiado en cualquier jardín)

Arbustos aromáticos

Rosal (Rosa gallica)

Empecemos por el rosal. ¿Alguien puede imaginar un jardín perfumado sin su presencia y sin su delicioso aroma? Su gama aromática tiene infinitos matices.

La primera rosa, originaria de Asia, floreció hace más de cinco mil años al ser cruzada con el rosal silvestre o Rosa canina. Conocido como Rosa ∞ damascena o rosa de Damasco, este rosal antiguo que desprende un perfume oriental y embriagador sigue floreciendo en Turquía, el Líbano y Marruecos, donde se cultiva en setos en el valle del Dades, al pie del Atlas, y se destina a la industria del perfume de Grasse.

Thibaud de Champagne lo introdujo en Francia a su vuelta de las Cruzadas y allí fue bautizado como Rosa gallica o rosa de Provins, debido al éxito con el que se implantó en esta ciudad. Esta flor rústica y perenne, de bello color rojo aterciopelado y perfume embriagador, ha dado paso a todos los rosales antiguos que existen, como la rosa inglesa, y a los numerosos rosales modernos que se han creado mediante infinitos cruces. El objetivo de estos cruces es hacer rosas más hermosas, resistentes y floridas, y mejor adaptadas a las necesidades de los compradores. Las posibilidades son infinitas: rosales de varias floraciones, arbustivos, llorones, de pie alto, enanos, sarmentosos… Todos ellos tienen una amplia gama de colores, que va del blanco al rojo oscuro pasando por el crema, el amarillo intenso, el naranja y todos los matices de rosa y rojo; incluso hay ejemplares bicolores. Sin embargo, no todas estas rosas son perfumadas, puesto que la mayoría de los rosales modernos, surgidos de híbridos, han perdido en aroma lo que han ganado en belleza. Una vez dicho esto, cabe añadir que, en la actualidad, existen unas cuarenta mil variedades distintas de rosal.

Dentro de la especie Rosa gallica podemos citar, como variedades más perfumadas, la ‘Belle Isis’, obtenida por Parmentier en el año 1845. Esta rosa, cuyos pétalos de color rosa pálido envuelven el corazón en forma de copa llena, tiene un aroma especiado; sus hojas son pequeñas y dentadas, de color verde claro, y necesitan mucho sol. La rosa ‘Yolande d’Aragon’, de hojas oscuras y grandes flores púrpuras, dobles y planas, se caracteriza por su «sabroso» perfume. La variedad ‘Agathe’ produce flores muy fragantes de color rosa pálido, pero sólo florece una vez al año. La rosa ‘Mme Hardy’, cultivada por Eugène Hardy a partir de Rosa centifolia, tiene diversos pétalos blancos que se enrollan hacia fuera y despide un intenso aroma afrutado.

Los rosales noisettianos son especialmente fragantes. Por ejemplo, la variedad ‘Blush Noisette’ da pequeños ramos de rosas especiadas, mientras que el hermoso rosal trepador ‘Gloire de Dijon’ produce magníficas flores de color albaricoque que desprenden un perfume exquisito. Entre los híbridos noisettianos destacan los rosales de té, como el arbusto trepador ‘Devoniensis’, con sus flores de grandes corolas, y pétalos carnosos y fragantes, y el rosal ‘Thisbe’, cuyas flores de color amarillo pálido emiten un intenso aroma.

De todos modos, esto no es más que una breve selección de los cientos de rosales antiguos que existen. En lo que respecta a los rosales modernos, los horticultores Delbard han creado al gunas variedades sumamente perfumadas, como ‘Grand Siècle’, ‘Claude Monet’, ‘ Tendresse’, ‘Le Rouge et le Noir’ o ‘Crêpe de Chine’, por citar tan sólo unos ejemplos.

Celinda (Philadelphus coronarius)

Este pequeño arbusto, que mide entre 1 y 1,50 m, es una verdadera maravilla. Su flor está formada por cuatro pétalos de color blanco puro (en ocasiones crema) ligeramente recortados, que crean un cuadrado cuyo centro es un pequeño racimo de estambres de color amarillo vivo. Las ramas son rectas y florecen con profusión entre los meses de mayo y junio. El conjunto del arbusto desprende un exquisito aroma a miel y naranjo.

Esta especie aromática llegó a Europa a principios del siglo XVII, procedente de Estados Unidos, y despertó un gran interés en el arboricultor Victor Lemoine y muchos otros jardineros de renombre, que se concentraron en desarrollar numerosos híbridos.

En la actualidad existen unas cuarenta especies y más de cien cultivares. A Lemoine le debemos la existencia de arbustos magníficamente floríferos que producen flores dobles e incluso triples. Sin embargo, la belleza de estas variedades ha ido en detrimento de su perfume, así que muchas de ellas no son aromáticas.

Tanto la variedad ‘Aureus’, de hojas doradas, como la ‘Variegatus’, de hojas empenachadas bordeadas en blanco, emiten un perfume intenso y afrutado. La variedad ‘Silberregen’ se caracteriza por sus flores grandes y sencillas que huelen a fresa, mientras que la ‘Dame blanche’ desprende un perfume sublime. También hay que destacar la variedad ‘Erectus’, cuyas pequeñas flores blancas evocan el aroma del plátano.  

Glicinia (Wisteria floribunda)

Forma parte de la familia del guisante de olor y desprende un perfume primaveral, suave y embriagador muy similar al de esta planta.

Se trata de una liana trepadora que durante el mes de mayo desarrolla largos racimos colgantes que desprenden un aroma similar al del guisante de olor. Esta planta, originaria de China, fue introducida en Europa en el año 1687 por el padre jesuita Parennin. Confiere un aire romántico a cualquier jardín y, como puede ser centenaria, es muy importante elegir bien el lugar que ocupará. Si la planta junto a una pérgola, un cenador o incluso un árbol viejo, la glicinia se extenderá por si sola y los cubrirá con alegría; sin embargo, si la cultiva contra un muro, deberá usar guías y tutores para ayudarla a trepar. No permita que se enrede entre los barrotes de una reja o un portal, pues puede retorcerlos.

Existen dos tipos de glicinia: la Wisteria floribunda o glicinia japonesa, que, en función de la variedad, produce largos racimos violetas, rosas o blancos, y la Wisteria sinensis o glicinia china, sumamente robusta y de racimos más cortos, azules o blancos. La primera sólo florece durante una quincena de días y disemina un tapiz de pétalos malvas por el suelo, mientras que la segunda huele de forma más intensa y su floración dura más. Ambas pierden sus hojas en invierno y únicamente conservan su entramado de ramas grandes.

Madreselva (Lonicera caprifolium)

Es una de las plantas leñosas más «simpáticas» del jardín. Desprende, sobre todo al atardecer, un perfume intenso, afrutado y puntuado de notas especiadas que es una verdadera delicia para el olfato.

Cuando crece libremente en la naturaleza, bordeando un sotobosque o extendiéndose por un claro, esta planta trepadora, perenne y vigorosa se enreda en espiral por los matorrales que la rodean. Bajo sus hojas redondeadas de color verde azulado brotan ramos de pequeñas flores en forma de trompeta y de color crema, rosa, amarillo y, en ocasiones, carmín, por las que asoman largos estambres que atraen a los insectos libadores. La madreselva puede cultivarse fácilmente en el jardín, donde trepará con alegría entre los setos y otros arbustos. Si desea emplazarla en un lugar concreto para que lo colonice con gracia, tendrá que proporcionarle los medios necesarios para que pueda trepar, como una alambrada, una estacada o un enrejado.

La familia de la madreselva es numerosa y ciertas variedades no desprenden ningún aroma. Por lo tanto, preste atención a la hora de elegirla. Lonicera periclymenum, o madreselva de los bosques, cuenta con la variedad ‘Graham Thomas’, que forma grandes ramos de flores de gran tamaño (5-6 cm) durante todo el verano y desprende un intenso aroma que puede percibirse a gran distancia. Lonicera japonica variedad. ‘Halliana’, también muy florífera, presenta flores blancas que se vuelven de color crema al envejecer y que emiten un perfume dulce y afrutado. Esta variedad florece desde mayo hasta que empiezan las heladas.

Lonicera caprifolium es una madreselva de flores rojas o rosas y de aroma afrutado, mientras que Lonicera japonica var. ‘Chinensis’ presenta un follaje rojizo, y su perfume es picante y especiado.

De todos modos, las especies más sorprendentes e interesantes son aquellas que florecen durante el invierno, como Lonicera fragrantissima y Lonicera standishii. Los híbridos ‘Winter Beauty’ producen infinitas flores de pequeño tamaño y de color crema que desprenden un aroma dulce y penetrante.

Le aconsejamos que plante varios arbustos agrupados, pues así podrá beneficiarse durante todo el año de los colores y los aromas de esta planta.

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