
El Feng Shui. Lleve la buena suerte a su hogar – Feng Shui. Bring good luck to your home
El siguiente texto es un extracto del libro El Feng Shui. Lleve la buena suerte a su hogar (ISBN: 9781646999989) Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por Jo Russell, publicado por de Vecchi /DVE ediciones.
El feng shui para la buena suerte

Esta caja contiene todo lo que usted necesita para mejorar su suerte. En las páginas de este libro descubrirá algunos secretos del feng shui que, una vez aplicados, le proporcionarán un bienestar que irá creciendo y reforzándose a medida que aumenten los niveles de energía positiva en su hogar o empresa. La energía positiva genera buena suerte, enriquece las relaciones personales y profesionales, y mejora todos los aspectos de la salud, tanto físicos como mentales o emocionales. Con el tiempo, sus niveles de confianza y concentración mejorarán, y las oportunidades de éxito aparecerán de forma regular para proporcionarle la posibilidad de conseguir sus objetivos y desarrollar todo su potencial. Siguiendo estos sencillos principios de feng shui podrá aplicar cambios en su vida que le aportarán prosperidad, felicidad y grandes beneficios. ¿Por qué no se atreve a comprobarlo?
Los Orígenes
Para comprender los orígenes de este antiguo arte, antes deberá familiarizarse con los pilares sobre los que se cimenta. En este capítulo examinaremos las bases del feng shui y descubriremos las energías y las fuerzas naturales que podemos explotar para mejorar nuestras vidas. El feng shui se centra en aportar equilibrio y armonía a nuestro entorno, y, para ello, la clave está en adquirir este conocimiento.
Introducción al feng shui
El feng shui es una práctica milenaria que se basa en vivir en armonía con el entorno natural para potenciar la energía positiva. Este sistema, que utiliza y explota la abundancia de la energía natural (chi) que emana de la tierra, se ha ido desarrollando a lo largo de milenios siguiendo los conocimientos de la astronomía, la astrología, la geomancia y la observación de la interacción del hombre con la naturaleza. El manto de la tierra ha cambiado de forma drástica, pero los principios del feng shui permanecen intactos y siguen siendo tan relevantes como lo eran hace cinco mil años. Literalmente, feng shui significa «viento y agua», dos palabras que evocan imágenes de fuerzas naturales. Dichas fuerzas pueden ser positivas o negativas, dependiendo de criterios tales como el tiempo y el espacio. El feng shui reconoce y distingue estas variaciones en la energía natural y es capaz de transformar condiciones difíciles en otras que sean más favorables y capaces de generar chi. Vivir y pasar tiempo en un área rebosante de energía positiva incrementa las posibilidades de disfrutar de buena suerte, salud y felicidad. El objetivo principal del feng shui consiste en identificar la energía que se concentra dentro de un edificio y armonizarla con el paisaje circundante y con la energía de las personas que viven en su interior. Las técnicas del feng shui, que permiten mejorar cualquier situación, pueden aplicarse en hogares, oficinas, jardines y patios, con el fin de fomentar las oportunidades y la buena fortuna. Sin embargo, para comprender la práctica del feng shui, antes es necesario conocer los principios fundamentales del taoísmo y la sabiduría del I Ching sobre los que se basa.
El Tao
El Tao, también conocido como el Camino o el Uno, es una filosofía que engloba todo aquello que hay en el cielo y en la tierra. No se centra sólo en la materia física, sino también en la conducta, los colores, los sonidos, las ideas… Por lo tanto, absolutamente todo tiene su raíz en el Tao. El Tao reconoce la existencia de dos energías cósmicas o fuerzas primordiales, el yin y el yang, que juntas crean un flujo o tensión que favorece el cambio. Su interacción constante permite que la energía pueda mantenerse en un estado continuo de acción y renovación. Las fuerzas polares de estas energías permiten el desarrollo y la creación de todas las cosas. El Tao no puede ser aprehendido de forma única porque todas las personas sienten su influencia de un modo diferente, según su carácter y expectativas. Sin embargo, el taoísmo defiende una vida natural que esté en armonía con las vibraciones y las frecuencias de la energía natural. A pesar de constituir lo opuesto a la fuerza y al ego, también son formas de Tao la tecnología, la comunicación y la evolución, que, junto con la naturaleza, aportan contraste y equilibrio. Una vez dicho esto, cabe añadir que toda acción taoísta buscará siempre la protección del mundo natural, no su destrucción. La energía se mueve y evoluciona de forma continua, pero no puede ser destruida. En la vida, lo único que puede garantizarse es el cambio. La fluidez del Tao reafirma su naturaleza y su incapacidad para ser contenido, y, de forma muy similar a los resultados del feng shui, sus componentes va – rían de una persona a otra. Conocedor de las intrincadas variaciones del Tao, el feng shui mide el potencial de un paisaje, explota sus flujos de energía benevolente y nos anima a vivir en armonía con la naturaleza, en vez de enfrentarnos a ella.
Lao Tzu Y El Tao
Esta antigua filosofía no puede describirse únicamente con palabras. Un famoso poema conocido como Tao Te Ching, atribuido al pintoresco personaje de Lao Tzu, sintetiza el significado que se oculta detrás del Tao. A grandes rasgos, Tao Te Ching podría traducirse como «energía» (Tao), «gracia o virtud» (Te) y «cambio» (Ching), mientras que Lao Tzu significa «anciano». La historia de Lao Tzu es la de un sabio que, cansado de las disputas constantes que se sucedían en China durante el periodo de los Reinos Combatientes, decidió abandonar la civilización y viajar hasta el desierto a lomos de su buey. Al llegar a la Puerta Occidental, un guardia le reconoció y le pidió que le ofreciera conocimientos espirituales. A modo de respuesta, Lao Tzu garabateó una serie de caracteres chinos que, con el tiempo, pasaron a conocerse como el Tao Te Ching. Tras completar el poema, dirigió su montura hacia la puerta y desapareció para siempre. En su poema, Lao Tzu habla sobre una energía que engloba todo aquello que existe en el universo y, sin embargo, es ilimitada y carece de forma, sustancia o carácter permanente. La paradoja del Tao es que se encuentra en el núcleo de todo, pero, al mismo tiempo, es imposible apresarlo o contenerlo. Según la filosofía taoísta, el Tao precede a todas las cosas y todas las cosas derivan del Tao. Por lo tanto, el Tao genera todas las cosas. Según las palabras del gran sabio, «todas las cosas surgen del Tao y son alimentadas por el Te. Por lo tanto, las diez mil cosas respetan a Tao y honran a Te. Y, aun- que el respeto a Tao y el honor a Te no son exigidos, forman parte de la naturaleza de todas las cosas». El concepto del yin y el yang, y el de los cinco elementos (fuego, tierra, metal, agua, madera) surgen de la sabiduría del Tao. Como pronto descubrirá, estos términos que describen la energía constituyen la base del feng shui.
Los orígenes del feng shui

El verdadero origen del feng shui está rodeado de misterio. Hay quien sugiere que se inició en la India como Vastu Sastra, la ciencia hindú de la arquitectura. En ese caso, es muy probable que tanto el conocimiento como la ciencia hubieran llegado a China a través de la Ruta de la Seda. Una vez dentro de la antigua China, numerosos eruditos (astrólogos, geo mantés y distintos académicos) habrían abrazado sus principios y los habrían desarrollado hasta convertirlos en lo que más adelante se conocería como feng shui. El emperador y sus ministros veneraban el feng shui, y, de hecho, los asesores de la corte sólo podían acceder a esta sabiduría secreta tras superar minuciosos exámenes imperiales. Es muy probable que las posiciones privilegiadas de la corte hubieran sido ocupadas por mandarinos sabios adeptos al feng shui, que se encargaban de asesorar al emperador y de proporcionar consejo sobre los emplazamientos más favorables para las tumbas, los palacios, las ciudades… La práctica del feng shui floreció durante la dinastía Tang, gracias a que uno de sus venerables practicantes, el maestro Yang Yun-Sang, fue el principal asesor del emperador Hsi Tsang (888 d. de C.). Puede decirse que esta fue la época dorada del feng shui.
Al maestro Yang se le considera el fundador de los textos clásicos que hacen referencia al feng shui y que se han convertido en la base de la práctica moderna. Aunque existen grandes diferencias entre el Vastu Sastra y el feng shui, el objetivo de ambas prácticas consiste en crear armonía entre el hombre y la naturaleza. Una de las principales contribuciones del feng shui es la adición de los trigramas, ocho símbolos de tres líneas que representan la interacción y la tensión continua entre el yin y el yang en el universo. Estos ocho trigramas se combinan para formar los sesenta y cuatro hexagramas (símbolos de seis líneas que representan esta energía siempre cambiante) y, juntos, forman la base del I Ching, el antiguo Libro de los cambios chino que se centra en la interacción del hombre con la naturaleza y cuyo conocimiento resulta crucial para comprender el feng shui. (Más adelante se tratan los trigramas de forma más detallada; véase pág. 37). Pensamos erróneamente que la suerte es elusiva y que ciertas personas han nacido con buena estrella. La historia está repleta de ejemplos de fortunas que suben y bajan dejando atrás una estela de diversidad y de cambio. Sin embargo, ¿se puede saber en qué porcentaje la suerte está implicada en los éxitos y fracasos de una persona?
La trinidad de la suerte
La filosofía china afirma que somos capaces de crear, mantener y controlar dos terceras partes de nuestra suerte, y que, además, podemos entender el último tercio como una forma de astrología para predecir los momentos de acción y los de consolidación. En cuanto seamos capaces de comprender y utilizar estas tres variaciones, la buena suerte se magnificará y la mala se minimizará. Las tres variaciones son:
• Suerte del Cielo (Tien Chai) – ASTROLOGÍA;
• Suerte de la Tierra (Ti Chai) – FENG SHUI;
• Suerte de la Humanidad (Ren Chai) – LIBRE ALBEDRÍO.
La Suerte Del Cielo
La primera parte de la trinidad se conoce como la Suerte del Cielo. Puede compararse con el sino o destino de una persona y puede interpretarse como una forma de astrología. Esta suerte deriva de las fuerzas energéticas generadas por los movimientos y las combinaciones de los planetas y estrellas que se desplazan por el cielo en el momento en que tiene lugar un nacimiento. Siempre que nace una vida, se construye una casa o surge una idea, se forma una huella basada en la posición de las estrellas en ese momento concreto. La influencia de la Suerte del Cielo, que confiere chi positivo o chi negativo en distintos momentos, se prolonga hasta el final de la vida de una persona. No puede alterarse porque está unida a la fecha y la hora de su nacimiento; sin embargo, las lecturas astrológicas proporcionan una información muy valiosa que nos permiten estar preparados para los cambios de nuestro destino.
La Suerte De La Tierra
La segunda parte de la trinidad es la Suerte de la Tierra, que también se conoce como feng shui. Se trata de la energía que emana del paisaje y del entorno. El feng shui puede cambiar hasta en una tercera parte la fortuna de una persona, atrayendo el chi positivo y reduciendo la potencia del negativo.
La Suerte De La Humanidad
La Suerte de la Humanidad (o Suerte del Hombre) constituye la tercera parte de la trinidad. El libre albedrío y la capacidad de elección nos permiten ser los responsables de generar hasta un tercio de nuestra propia fortuna. El modo en que nos percibimos a nosotros mismos y a los demás, al igual que las decisiones que tomamos en consecuencia, forman parte de la trinidad de la suerte. Somos capaces de absorber, analizar y procesar la información con rapidez; los resultados se reflejan en nuestro carácter y en nuestro humor, y, por lo tanto, alteran nuestra conducta. Cuando nos sentimos positivos tenemos más posibilidades de alcanzar el éxito, pero cuando nos venimos abajo aumenta el riesgo de que cometamos errores y dejemos escapar las oportunidades.
Maximizar la Suerte de la Tierra
El Tao nos enseña que la energía es dinámica, que cambia y evoluciona de forma continua. Incluso la energía de una montaña se mueve constantemente en relación con la estación del año, el momento del día y la erosión constante provocada por el paso del tiempo. La influencia del entorno es tan poderosa que la forma y la condición de un paisaje pueden establecer la diferencia entre ser una persona de éxito o, en el extremo contrario, ser una persona que con facilidad se siente vacía, se aletarga o incluso enferma. Todos y cada uno de nosotros nacemos con unos sentidos que nos permiten percibir el mundo. Nuestros sentidos recogen información, y si esta es positiva (por ejemplo, vivir en un entorno agradable), será más probable que el resultado sea favorable. De forma ideal, todos deberíamos vivir en un entorno que disfrutara de la prosperidad de la energía benévola generada por un paisaje auspicioso. No obstante, aunque el paisaje no sea favorable, no todo está perdido.
Siguiendo los principios del feng shui, el interior de la vivienda podría adaptarse de forma que pudiera atrapar, desarrollar y fomentar el chi favorable. Con el tiempo, esta energía se acumularía y se haría más intensa y perceptible. El hecho de adaptar el interior de un hogar permite incrementar la energía positiva, lo cual, a su vez, mejora la armonía humana, favorece la concentración y los niveles de confianza, y beneficia el estado de ánimo. Reconocer estos aspectos y vivir con ellos, en vez de rebelarnos contra ellos, nos permite utilizar y explotar la energía favorable asociada a las oportunidades de éxito y felicidad. Si somos capaces de identificar el chi negativo y minimizar las posibilidades de que se desarrolle, lograremos reforzar y mantener aquellos puntos donde la energía sea débil. En cuanto sepamos cómo influye sobre nosotros el entorno de nuestro hogar y sus alrededores, aprenderemos a explotar la energía positiva y a dispersar la negativa. Esto nos permitirá sacar el máximo partido de nuestra Suerte de la Tierra y mejorarla.
Valorar El Entorno
Para aplicar el feng shui, lo primero que debemos examinar es la forma, el tamaño y las proporciones del terreno que rodea nuestra vivienda. Por ejemplo, imagine la atmósfera de una vivienda situada en un área rural, en una suave pendiente y rebosante de naturaleza, y compárela con la de un apartamento situado en un barrio bullicioso que, a su vez, recibe la influencia del ruido y la actividad de una ajetreada ciudad. Ambos edificios han sido construidos con el propósito de albergar personas en su interior y puede que con materiales similares e, incluso, que tengan una forma y un tamaño parecidos. Sin embargo, desde la perspectiva del feng shui, son completamente opuestos debido a los efectos de las vibraciones de la energía del paisaje que los rodea. Esta valoración inicial del entorno proporciona el punto de partida sobre el que deberá elaborar su análisis de feng shui. Cuanto más familiarizado esté con los principios del feng shui, más sencillo le resultará «leer» el paisaje y realizar una valoración correcta.
Limpiar El Tiempo Y El Espacio
El espacio es un elemento importante que permite que la energía se mueva con libertad y sin restricciones. Si un área se bloquea o se congestiona, su energía se vuelve demasiado densa para poder resultar útil. También son desfavorables aquellos emplazamientos que están excesivamente expuestos, como una casa situada en una extensa área abierta, desprotegida ante las condiciones atmosféricas. De forma ideal, todo edificio debería erigirse en un área que le ofreciera protección y una gran abundancia de energía natural. Además, debería construirse con materiales sólidos y resistentes que garantizaran un refugio seguro a sus habitantes y a sus descendientes. Los ladrillos y la argamasa son los principales recursos que se utilizan para la construcción de edificios y propiedades. Estos materiales están regidos por el elemento tierra, que es receptivo y retiene la energía. Las potentes longitudes de onda que surgen tras una pelea, un trauma… pueden ser absorbidas por el elemento tierra.
El hecho de pasar demasiado tiempo en un área que constantemente emana energía negativa causa estragos en nuestra receptividad, pues, de forma inconsciente, sentimos dichas vibraciones y resultamos influidos por ellas. En aquellos edificios en los que suele haber una gran cantidad de energía negativa, la negatividad envenena lentamente la atmósfera. En la actualidad, los científicos reconocen la existencia de problemas tales como el «síndrome del edificio enfermo». En estos casos, resulta de vital importancia «limpiar» el espacio de energía negativa. La limpieza del espacio permite purificar la energía de nuestro hogar o lugar de trabajo. Existen diversos métodos para obtener el resultado deseado: sustituir el chi fatigado con energía fresca y vigorosa. La limpieza del espacio no es lo mismo que el feng shui, pero complementa los resultados que se desean obtener con un análisis de este, y, por lo tanto, merece la pena tenerla en consideración. Aquellas áreas que reciban un influjo regular de energía negativa se beneficiarán enormemente si se someten a un tratamiento de limpieza del espacio de forma ocasional.
Chi
El chi es energía… en todas sus formas. Para identificar y reconocer las sutiles variaciones de energía del entorno se requiere una comprensión del yin y el yang, y de los cinco elementos. ¿El área es positiva o negativa? ¿Qué afinidad tienen las formas y los colores que la rodean? Si el área que rodea a una vivienda está repleta de chi negativo, los resultados de cualquier análisis de feng shui que se realice en ella serán muy limitados. Por esta razón, es muy importante transformar los niveles bajos de chi en energía vibrante y positiva. Todo está formado por átomos y moléculas que vibran en diferentes frecuencias de energía. Sin darse cuenta, Albert Einstein complementó los principios del Tao cuando descubrió que las variaciones de la frecuencia luminosa producían diferentes colores y redactó sus célebres artículos sobre física cuántica y relatividad. Como los científicos modernos siguen trabajando sobre dichos principios, resulta interesante recalcar que, hace más de 5000 años, estas ideas ya se habían puesto en práctica a través del feng shui.
¿Las fuerzas de energía son beneficiosas o perjudiciales?
El chi es la fuerza universal intrínseca a toda materia. Es continuo, se mueve y evoluciona, arremolinándose alrededor de todos los objetos. Estos son creados y mantenidos por el chi, y sus cuerpos físicos son densas combinaciones de chi que vibran en una frecuencia distinta a la de otras formas de energía, como la luz y la electricidad. La naturaleza del chi podría describirse como una cálida brisa estival y la tensión que genera la llegada de una tormenta eléctrica. Por lo tanto, es extremadamente variable y lo único constante es que todo está formado por intrincados patrones de chi. El chi auspicioso se mueve apaciblemente, formando suaves curvas. Resulta sencillo controlarlo y genera alimento y buenas oportunidades. En lo que respecta al feng shui, este es el tipo de chi preferible para el hogar, la oficina, el jardín o el patio. Pero el chi también puede ser desfavorable y conllevar duras realidades, decepciones y obstrucciones.
El chi siempre sigue la forma o la dirección de un objeto: si es largo, recto o afilado, acumulará velocidad e ímpetu; si tiene pinchos o está repleto de bordes dentados, se fragmentará y se bifurcará. La energía que generen estos objetos será peligrosa y perjudicial para el bienestar de todo aquel que entre en contacto con ella. Además, con el tiempo, podría incidir negativamente en la salud y la fortuna de aquellos que estén en su presencia. Las energías hermosas y creativas son benevolentes y pueden convertirse en una fuente de inspiración. En cambio, el chi malevolente suele dar paso a desacuerdos, hostilidades y, con el tiempo, a la destrucción. Para reconocer las sutiles variaciones que existen entre los diferentes tipos de chi es necesario comprender la teoría fundamental de la energía del yin y el yang.
El chi yin y yang
Como ya hemos comentado con anterioridad, la filosofía china alberga la noción de que todo lo que hay en el universo, en el cielo y en la tierra está compuesto por manifestaciones de Tao, cuyo origen generó las dos fuerzas cósmicas que forman la polaridad. Estas dos energías son idénticas y, sin embargo, opuestas. Su interacción influye en todas las cosas y proporciona la fuerza impulsora que crea la vida y abraza a la muerte. Estas dos fuerzas de energía opuestas son lo que conocemos como yin y yang. Esta noción se sintetiza en el popular símbolo del yin/yang, conocido como Tai Chi-T’un. Se trata de un círculo dividido en dos mitades dinámicas, una negra y otra blanca, que contienen en su interior una pequeña parte de su contrario. Las dos mitades representan dos energías opuestas que, a su vez, se complementan.
La mitad negra representa la energía yin, mientras que la mitad blanca describe la energía yang. Siempre que haya una gran concentración de yin o de yang, existirá una pequeña semilla de la energía contraria. Por lo tanto, es imposible que haya nunca un cien por cien de yang o un cien por cien de yin. Yin y yang son términos utilizados para describir la energía. Los edificios y los paisajes están llenos de energía yin y yang en distintas combinaciones, tan únicas y personales como las huellas dactilares. El feng shui mide los niveles de energía yin y yang del interior y de los alrededores de una vivienda, y permite desarrollar y mejorar el entorno ajustándolos. Por ejemplo, si una habitación está demasiado oscura (yin), encender una luz (yang) hará que los niveles de yin y yang cambien de forma acorde.
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