
La Kundalini – The Kundalini
El siguiente texto es un extracto del libro La Kundalini (ISBN: 9781646998388) Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por Stefania Redini, publicado por de Vecchi /DVE ediciones.
Pocos temas suscitan una curiosidad tan viva y se prestan a interpretaciones míticas como el de Kundalini, el misterioso poder de la serpiente, lo cual lo expone a ser interpretado en clave mágica. Afirmar que Kundalini es una energía latente en todos los seres humanos que espera ser desvelada no haría sino reforzar esta opinión equivocada: en realidad, responde a una visión totalizadora del cosmos en la que la existencia posee un hondo significado espiritual.
<Quiénes somos?> ha sido siempre la pregunta que se plantean los hombres y a la que en vano tratan de hallar respuesta, recorriendo caminos diversos. Uno de estos caminos es el de la investigación científica del universo y la vida, aunque cualquier hipótesis, por atrevida que sea, yerra el tiro al abordar el concepto de infinito, inaccesible a la razón humana. Otro camino es el intento de recorrer en sentido inverso el proceso de la creación, a través del despertar de Kundalini. Para comprender este hecho, debemos aproximarnos a la filosofía y la visión del mundo del tantrismo, si bien se trata de un ámbito que rehúye cualquier definición sistemática. El tantrismo concibe el universo como manifestación de una conciencia absoluta personificada por Shiva-Shakti: Shiva es el principio de la conciencia y Shakti, la energía; sin embargo, ambos no pueden discernirse netamente pues, en realidad, la conciencia y la energía son una y la misma cosa. De hecho, en el tantrismo no se establece gran diferencia entre el culto a Shiva en cuanto símbolo de la conciencia universal y el de Shakti como símbolo de la potencia (energía) que ha creado el mundo. Shivaísmo y shaktismo comparten una mismo concepción del mundo: para el pensamiento hinduista, el universo se manifiesta en términos de orden, y este orden es el dharma, la ley que mantiene unido el universo y expresa la propia naturaleza de las cosas en relación con el todo. Esta relación es armónica porque, en caso contrario, el mundo se precipitaría en el caos y la disolución.
La vía del justo medio

La propia palabra religión se deriva del verbo latino religere, es decir, unir, conectar, lo cual indica que el sentimiento religioso contempla la conciencia de cada cual como parte de la unidad indisoluble del todo. Una persona irreligiosa, en consecuencia, concentraría su existencia sobre sí misma, sin tener en cuenta la incidencia de sus propios actos sobre todos los demás seres del universo. Desde esta perspectiva, incluso los descubrimientos científicos más recientes parecen avalar esta concepción, ya que postulan la existencia de un entramado energético común a todo lo creado. Por consiguiente, el hombre religioso intentará acceder a la idea de formar parte del todo y remontarse gradualmente hacia la conciencia de la creación, desde el mundo de las formas hasta lo absoluto (chit), el principio universal del pensamiento hindú que, por su propia naturaleza, es sinónimo de existencia absoluta (sat) y beatitud absoluta (ananda): sat, chit y ananda están presentes en todas las doctrinas y sistemas filosóficos hindúes.
Quien recorra el camino que conduce a la conciencia, se irá distanciando progresivamente del campo de acción de la ley del karma o causalidad, en la cual todo acto o pensamiento, de acuerdo con los escritos upanishádicos, genera una larga cadena de efectos y crea otro nuevo, motivo de permanencia en el mundo ilusorio de las formas encarnadas. El camino correcto consiste, pues, en evitar crear un nuevo karma para rectificar nuestra existencia: de este modo, nos abstendremos de actuar en desacuerdo con el dharma. Tal doctrina contempla, tras innumerables ciclos de reencarnación, la purificación definitiva de cualquier residuo de karma que permite alcanzar el estado de moksha: la liberación.
Los Vedas
La conciencia suprema, es decir, del Brahman y del dharma, constituye la materia de todas las escrituras hindúes. Las más antiguas son los Vedas, cuyo significado literal sería <ciencia o doctrina sagrada>. Los Vedas están divididos en dos secciones: los mantra, donde figuran los mantras empleados para las distintas divinidades, y los brahmana, en que aparecen los comentarios a los mantras.
Entre los desarrollos posteriores a los Vedas, recordaremos los anga (<miembros>), en los que se incluye el Samkhya, sistema filosófico basado en los textos de Kapila (alrededor del 700 a. de C.), cuya vertiente práctica es el yoga, descrito por Patanjali (siglo II a. de C.), gramático hindú que escribió el Y oga Sutra, colección colección de aforismos sobre el cual se desplegaría con el tiempo la disciplina yóguica.
De la amplia lista de escrituras sagradas, aludiremos al Mahabharata, del que forma parte la Bhagavad Gita, es decir, El canto del Señor. Se trata del texto en que se expone la enseñanza de las prácticas que se deducen de los ideales de las Upanishad en referencia a la liberación. Sin detenernos aquí en el tema de las escrituras sagradas hindúes, queremos destacar que a este universo religioso pertenecen también los cuatro Upa V eda, o apéndices de cada uno de los cuatro Vedas. Uno de ellos, el Ayurveda y sin duda el más conocido en Occidente, trata sobre la ciencia de alargar la vida, es decir, la medicina; la razón de incluirse entre los Vedas reside en la necesidad de mantener un cuerpo sano para dar vida a una sociedad sana.
Los tantras
Los agama, textos sagrados del tantrismo, abordan los cultos dedicados a Shiva, Vishnú y Shakti. El propio nombre de los tantras podría derivar de tan, <ampliar> y tra, cuya raíz se remite a la idea de <salvación>: por tanto, aludiría a <la ampliación del conocimiento que salva>. La peculiaridad de estos escritos y de sus prácticas radica en que resultan accesibles a hombres y mujeres de todas las castas, sin distinción. Los tantras son, fundamentalmente, tratados de ciencias naturales, leyes, medicina, química, etc. Nosotros trataremos en este libro los textos que abordan la sadhana, es decir, la disciplina que debe observarse para acceder a la moksha o liberación, entendida como reintegración de la conciencia individual en la conciencia universal.
Las múltiples ramificaciones de las escuelas que se basan en los tantra shastra tienen en común, esencialmente, el uso de los yantras (imágenes con que se representan los distintos niveles de organización de las fuerzas cósmicas ·los dioses· que participan en la creación), los bija mantra (las sílabas generadoras o semillas sonoras correspondientes a cada chakra), de los mantras en general, los mudras y del despertar de Kundalini, auténtico propósito de este libro. Existe una diferencia fundamental entre el camino de la derecha y el camino de la izquierda: este último, que ha sorprendido con mayor frecuencia a los investigadores porque implica el uso de la unión sexual para despertar a Kundalini, se le ha considerado como su manifestación más plena, como si constituyera una doctrina, cuando lo cierto es que tan sólo es una parte de ella. Sea como fuere, esta práctica implica la adquisición previa de un dominio muy considerable del propio cuerpo y de la propia respiración; al revés de lo que ocurre en la unión sexual corriente, donde el acto se consuma tras un proceso creciente de excitación, en este tantrismo la pareja yóguica se abandona a la percepción del intercambio de corrientes pránicas, manteniendo una conciencia profunda de la respiración, para dirigir a lo largo de la columna la potencia de la energía en juego, en lugar de disiparla. Por lo tanto, se trata de una operación de alquimia sutil reservada a los adeptos preparados para ella y muy alejada de las clásicas prácticas eróticas que suelen circular bajo la etiqueta de tantrismo. A título de curiosidad, diremos que hay más de quinientos tantras utilizados por distintas escuelas, dotada cada una de su propia doctrina y prácticas, aunque todas ellas comparten rasgos comunes. Las dos escuelas más conocidas representan sendas tendencias generales: la Shaiva meridional, o Shaiva siddanta, y la Shaiva septentrional, que es el shivaísmo del Cachemira o Trika. Ambas escuelas asumen la advaita vedanta, esto es, la concepción de la no dualidad de la creación: según esta doctrina, el universo emana de una conciencia y todas y cada una de las conciencias forman parte del todo.
Así pues, el tantrismo admite los Vedas, ya que estos tampoco son dualistas, si bien afirman que en la época actual (Kali Yuga), los hombres ya no disfrutan de la longevidad y de la claridad de espíritu necesarias para seguir las escrituras; sin embargo, pueden aplicar las sadhana propuestas por los tantras.
La salvación en la era de Kali
Recordemos que, según la visión hindú, toda manifestación del universo, es decir, cada era, se divide en edad de oro, de cobre, de bronce y de hierro, metales que expresan la decadencia de lo que es puro hacia lo impuro, pesado, oscuro. La era actual es la de Kali, o edad de hierro, que precede a la disolución del universo tal como lo conocemos. En esta era, los hombres viven en un estado de gran confusión, de manera que el camino de la salvación debe ser más simple y de aplicación inmediata. es el caso, por ejemplo, del Mantra Japa, o repetición del mantra, que no requiere dotes intelectuales particulares, una enorme voluntad o un gran desarrollo físico.
De hecho, una de las características de los textos tántricos no es la exposición especulativa de ideas cosmológicas, sino proporcionar indicaciones prácticas de manera que el adepto pueda experimentar directamente la conciencia pura. Los tantras ·textos que indican la sadhana, la práctica constituida por los ejercicios con que se alcanza el dominio de las técnicas yóguicas· muestran la forma para alcanzar el objetivo último predeterminado.
Para entendernos, si uno quiere convertirse en cocinero, se matriculará en un curso de cocina o trabajará junto a alguien que pueda enseñarle todo cuanto atañe a la preparación de los platos; si pretende prepararse para una competición deportiva, se entrenará hasta alcanzar la forma óptima. Tal proceder serían los sadhana aplicados con la mirada puesta en un objetivo, en este caso, material.
Para obtener la moksha, o liberación entendida como reintegración en la conciencia universal, no hay un único camino, una sola sadhana tántrica, sino varios, como diversos son también los medios del adepto para recorrer el camino hacia la liberación.
La realización del yo
Lo que los Tantra Shastra ponen de manifiesto es la necesidad de la sadhana (la palabra se deriva de la raíz sad, <ejercitarse>) como acto concreto para la evolución del yo. Discutir de metafísica, charlar de espiritualidad y llenarse la boca de sonoros conceptos no conduce a nada. Todos conocemos a personas que se consideran religiosas sólo porque observan los ritos prescritos, mientras que, a despecho de una vacía repetición de fórmulas, en su fuero interno continúan albergando envidias, rencores, odios, etc. Según la sadhana, es preciso ejercitar y purificar el cuerpo y la mente para que se vuelvan receptivos a la llamada del espíritu, que pugna por salir de la ignorancia.
No debemos dejarnos confundir por los múltiples nombres que se asignan a las distintas manifestaciones del principio absoluto: Shiva y Shakti son la conciencia y su potencia de manifestación; por lo tanto, son lo mismo. Esta concepción monista está abierta a todos, con independencia de su casta y sus opiniones. El adepto de esta concepción advaíta, o no dualista, podrá oír en su interior so am (<yo soy él>) o bien sa am (<yo soy ella>), sin distinción alguna.
Quien elija recorrer una sadhana para desarrollar el camino de su realización, debe optar por aquella que sea más idónea para su temperamento, según un criterio de adecuación y en función de las propias inclinaciones.
El tantrismo impregna e informa toda la cultura hindú. Expresa, en términos aceptables por el hombre de nuestro tiempo, los ideales de unión con Brahman ya presentes en los Vedas.
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