Comida y cocina

El gran libro de la cocina de mariscos y pescados – The great book of seafood and fish cookery

El siguiente texto es un extracto del libro El gran libro de la cocina de mariscos y pescados (ISBN: 9781646999026) Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por Vincent Allard, publicado por de Vecchi /DVE ediciones.

Realizar un libro de recetas de cocina es siempre una apuesta. En efecto, no existen ni conocimientos absolutos ni criterios uniformes de gusto. La diversidad de los ingredientes y de las técnicas disponibles es tal que se puede idear y llevar a la práctica cualquier combinación, de la más sencilla a la más sofisticada. Es una cuestión de tiempo, de medios y, sobre todo, de gustos personales. Gracias a la eficacia de la red de distribución, los productos del mar están disponibles todo el año y constituyen una materia prima muy interesante. Mi deseo es que el lector encuentre en este libro una fuente de inspiración, entre otras cosas porque, teniendo en cuenta la variedad y extensión del tema, mis conocimientos personales son bastante modestos.

He preferido confiar en experiencias eclécticas y adaptaciones de recetas clásicas, en lugar de aplicar principios invariables de forma rigurosa y sistemática. En cierto modo es como en la música, donde, más allá de la partitura (aunque la haya escrito un gran maestro), lo que marca la diferencia es la interpretación individual de quien la ejecuta. Cada uno se convierte en maestro ante los fogones y el resultado final sólo dependerá de él (o de ella): podrá ser una obra maestra o una simple tentativa; lo importante es haberlo intentado. (Dejemos de lado el fracaso total, que a veces ocurre, pero que sólo sirve para aprender la lección y obtener un resultado mejor la siguiente vez). La cocina es una actividad básicamente alimenticia, aunque ofrece también otros placeres ya que permite crear, descubrir y sorprender, pero también compartir. ¿Hay algo más agradable que un plato conseguido que llega a la mesa? Atrae las miradas de todos los comensales, se convierte a veces en tema de conversación, a menudo serena los ánimos. Desde este punto de vista, el arte culinario puede considerarse un acto de generosidad, que nace directamente del corazón. Ello no significa que por fuerza tenga que ser caro.

A veces se obtienen resultados excelentes con medios modestos… sin contar el arte de aprovechar las sobras, ¡que constituye un ámbito particular! Como hemos dicho, la cocina es una ocasión de intercambio. Cada cocinero tiene sus trucos, sus manías, sus proveedores de confianza. Puedo afirmar por experiencia que muy pocos profesionales o aficionados son tan celosos que no revelan nada. La mayoría de ellos entendió hace tiempo los beneficios del mutuo intercambio de información. Durante la redacción de esta obra, he tenido la suerte de colaborar de forma activa con Stéphan Vecchio, un verdadero profesional de la cocina (al contrario que yo, simple diletante iluminado). Nos conocimos por una casualidad de la vida y descubrimos que compartíamos una pasión común: la cocina. ¡Esperamos lograr transmitírsela, si no la posee ya! ¿No tiene buena opinión del pescado en general? ¿Está lleno de espinas? ¿Siempre tiene el mismo sabor? ¿Es difícil de preparar? ¿Está seguro? ¡Pues se equivoca! Lea las páginas que siguen, inspírese en las recetas propuestas, chúpese los dedos de antemano y lance al viento sus prejuicios… Ahora le toca a usted. ¡Regálese y ofrezca a los demás momentos de felicidad inolvidables!

Saber Comprar Y Conservar

BOGAVANTE, LANGOSTA, CANGREJO, GALERAS

La compra: se hallan ya cocidos (color anaranjado; comprobar bien las articulaciones, que no deben presentar partes negras), pero también crudos y vivos. En este caso, el caparazón debe estar intacto y emanar un agradable olor a mar. Escoja los individuos más vivaces. A igualdad de dimensiones, cuanto más pesados, más ricos son en carne. Para matarlos sin sumergirlos en agua hirviendo, que endurece la carne y rompe las pinzas, póngalos durante dos horas en el congelador o sumérjalos en agua dulce. También se pueden partir por la mitad, a lo largo, utilizando un gran cuchillo introducido por la base de la cabeza.

La conservación: después de la compra (tanto crudos como cocidos), páselos de inmediato bajo el agua del grifo. Escúrralos, pélelos y consérvelos protegidos del aire en un recipiente hermético o en un plato recubierto con film transparente. Consérvelos en la nevera durante tres días como máximo.

CALAMARES, SEPIAS Y PULPOS

La compra: descarte los ejemplares con la piel de color violeta oscuro.

La conservación: después de la compra límpielos cuidadosamente, eliminando las vísceras y la bolsa de la tinta, y páselos de inmediato bajo el agua del grifo. Escúrralos y consérvelos protegidos del aire en un recipiente hermético o en un plato recubierto con film transparente. Consérvelos en la nevera durante tres días como máximo.

CIGALAS

La compra: son muy delicadas y no sobreviven fuera del agua. Suelen venderse sobre hielo picado. No deben desprender ningún olor y la cabeza debe estar bien unida al resto del cuerpo.

La conservación: después de la compra (tanto crudas como cocidas) páselas de inmediato bajo el agua del grifo. Escúrralas, pélelas y consérvelas protegidas del aire en un recipiente hermético o en un plato recubierto con film transparente. Consérvelas en la nevera durante tres días como máximo.

GAMBAS

La compra: se pueden encontrar crudas o cocidas (en este caso son de color anaranjado). Deben tener un olor agradable y caparazones duros e intactos. Descarte sin vacilar los ejemplares blandos y viscosos. Las gambas rosadas o grises suelen venderse cocidas (cocción en agua de mar en el lugar de pesca). La cola debe estar bien doblada.

La conservación: después de la compra (tanto crudas como cocidas) páselas de inmediato bajo el agua del grifo. Escúrralas, pélelas y consérvelas protegidas del aire en un recipiente hermético o en un plato recubierto con film transparente. Consérvelas en la nevera durante tres días como máximo.

MARISCOS

La compra: deben estar intactos y emanar un agradable olor a mar. Atención: ¡ningún marisco debería consumirse si no se ha comprado vivo!

La conservación: ¡absolutamente prohibido congelarlos! Introduzca un colador en un cuenco un poco más grande, ponga dentro los moluscos y cúbralos con un paño húmedo. Colóquelos en el lugar más frío de la nevera y consérvelos durante tres días como máximo.

PESCADOS ENTEROS

La compra: deben emanar un agradable olor a mar; los ojos deben ser brillantes y ligeramente prominentes, con las pupilas negras, las branquias color rojo vivo o rosadas (pero no marrones) y la piel brillante, con las escamas bien pegadas al cuerpo.

La conservación: elimine las escamas y las vísceras. Aclárelos bajo el agua, eliminando todo rastro de sangre. Escúrralos y séquelos bien con papel absorbente. Póngalos en una bolsa para la conservación de alimentos o en un plato recubierto de film transparente, protegidos del aire. Consérvelos en la nevera durante tres días como máximo.

PESCADOS SALADOS O AHUMADOS

La compra: el pescado debe emanar un olor agradable, ser compacto y no pegajoso. La conservación: póngalo en una bolsa para la conservación de alimentos o envuélvalo en papel de aluminio, protegido del aire. Consérvelo en la nevera durante cinco días como máximo.

RODAJAS Y FILETES DE PESCADO

La compra: el pescado debe emanar un agradable olor a mar, ser compacto y ligeramente brillante e irisado.

La conservación: páselo rápidamente por el agua fría del grifo, escúrralo y séquelo con papel absorbente. Póngalo en una bolsa para la conservación de alimentos o en un plato recubierto de film transparente, protegido del aire. Consérvelo en la nevera durante tres días como máximo.

Operaciones Preliminares

Abrir las ostras: sostenga la ostra en la mano sobre un paño con la parte panzuda en la palma y la parte en punta dirigida hacia la muñeca. Introduzca la punta de un cuchillo específico en el intersticio entre las valvas y abra la concha con un movimiento giratorio de la hoja. Corte el músculo y abra la concha. Sostenga la ostra en posición horizontal para no perder el líquido y elimine los fragmentos de concha que puedan quedar. Por último, desprenda el molusco de la concha inferior.

Abrir las vieiras: sostenga la concha con la parte abombada dirigida hacia abajo. Deslice la hoja de un cuchillo entre las dos valvas siguiendo la parte interna superior para desprender la carne. Sáquela y elimine las partes no comestibles. Aclare bien bajo el grifo del agua fría y seque con papel absorbente.

Abrir los erizos: con unas tijeras afiladas, abra un orificio en el centro de la parte superior del erizo y pártalo por la mitad. Separe las dos partes y recoja el coral con una cucharilla.

Cortar en filetes un pescado plano: practique una incisión de la cabeza a la cola, a lo largo de la espina dorsal, con la punta de un cuchillo afilado. Deslice la hoja entre el filete y las espinas laterales y desprenda el filete. Quite la piel como se describe para el pescado redondo. En el caso del lenguado conviene cortar los bordes para separar los filetes.

Cortar en filetes un pescado redondo: con un cuchillo bien afilado, practique una incisión en el pescado hasta la espina situada a la altura de la primera aleta. Desprenda el filete cortando a lo largo de la espina y procediendo poco a poco desde la cabeza hacia la cola. Corte el filete en la punta de la cola y, después de pasar los dedos por sal fina, tire de la piel a medida que desliza el cuchillo por debajo de la misma (la hoja debe mantenerse paralela a la carne y desprender la piel, aunque sin cortarla).

Descamar un pescado: sujete el pescado por la cola y, con un cuchillo que corte poco o con el utensilio específico, desprenda las escamas a contrapelo (desde la cola hacia la cabeza). Para no esparcir escamas por todas partes, puede efectuar esta operación con ambas manos dentro de una bolsa transparente.

Eliminar las vísceras de un pescado: practique una incisión en el vientre desde las aletas anales hasta la cabeza y quite las vísceras. No olvide quitar la piel negra que a menudo queda adherida.

Extraer la carne de un buey de mar: si está vivo, el mejor método (o como mínimo el menos cruel…) para matarlo consiste en meterlo durante 2 horas en el congelador. En cualquier caso, la técnica que se aplica para extraer la carne es la misma. Sostenga el buey de mar con la mano y pase la hoja de un cuchillo afilado por debajo del caparazón, levantándolo. Elimine las branquias. Corte el cuerpo en pedazos y desprenda la carne con los dedos, procurando no desmenuzarla. En cuanto a las patas y las pinzas, que conviene romper sin miedo a estropear la carne, utilice pinzas metálicas y un pequeño martillo o un cascanueces.

Limpiar las almejas: en general se venden ya limpias de arena. En caso contrario, proceda como se indica para los mejillones. A continuación, es suficiente lavarlas bajo el agua fría.

Limpiar las sepias: practique una incisión en la espalda de la cabeza a la cola con un cuchillo, siguiendo el hueso. Desprenda la cabeza y extraiga el hueso. Retire la bolsa de la tinta sin romperla (conservándola para otros usos si lo desea). Por último, después de pasar los dedos por sal fina, arranque la piel tirando de ella con decisión.

Limpiar los calamares: desprenda la cabeza y las vísceras y luego retire la espina transparente. Corte los tentáculos a la altura de los ojos y tire el resto de la cabeza. Corte las aletas triangulares; después de pasar los dedos por sal fina, quite la piel tirando hacia arriba. Aclare cuidadosamente bajo el agua fría.

Limpiar los crustáceos de pequeñas dimensiones: limítese a aclararlos bajo el agua del grifo para eliminar cualquier residuo de fango.

Limpiar los mejillones: quite el biso (los filamentos sedosos que sobresalen del intersticio entre las dos valvas) y frótelos con un paño áspero o cepíllelos bajo un chorro de agua fría. En caso de que contengan arena, sumérjalos durante unas horas en agua fría ligeramente salada, removiendo de vez en cuando.

Limpiar los pulpos: corte entre la cabeza y los tentáculos justo debajo de los ojos. Retire el pico que se halla en el centro de los tentáculos empujando con el dedo. Quite los ojos y, después de pasar los dedos por sal fina, pele la cabeza. Aclare cuidadosamente bajo el agua fría.

Pelar gambas o cigalas: sujete la cabeza e imprima una rotación al cuerpo para desprenderla. Deslice el pulgar en la parte inferior, entre las patas. Agarre la piel entre el pulgar y el índice, y retire las patas y los anillos del caparazón. Rompa los dos extremos de la cola (si no desea conservarla por motivos estéticos) y saque la carne entera. Elimine la tripa a lo largo del dorso central. Este método se aplica tanto a los ejemplares crudos como a los cocidos.

Pelar una langosta o un bogavante cocido: ponga el animal de espaldas, con las patas hacia arriba, y separe la cabeza del cuerpo con la ayuda de un cuchillo bien afilado. Separe las dos partes, quite las branquias y la tripa gris que corre por el dorso. Abra cada anillo a partir de la cabeza para extraer la carne entera. Conserve el hígado (de color gris verdoso y consistencia cremosa) sólo si quiere usarlo para preparar una salsa.

Pelar un pescado plano: practique una incisión cerca de la cola con un cuchillo bien afilado. Pase los dedos por sal fina para agarrar luego la cola del pescado y tirar con decisión de la piel hacia la cabeza.

Quitar las espinas de un pescado: elimine las vísceras del pescado y despréndale la cabeza. Practique una incisión en el vientre hasta la cola e introduzca la hoja del cuchillo deslizándola a lo largo de la espina central, con el fin de poder abrir por completo el pescado. Levante la espina con la ayuda de un cuchillo para eliminar las pequeñas espinas laterales.

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