Deporte y salud

El gran libro de la salud por medios naturales – The Big Book of Health by Natural Means

El siguiente texto es un extracto del libro El gran libro de la salud por medios naturales (ISBN: 9781639199501) Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por Equipo de Expertos Médicos DVE, publicado por de Vecchi /DVE ediciones.

Introducción

El ritmo actual que nos impone la vida cotidiana conlleva numerosos inconvenientes y perjuicios para nuestra salud. El estrés, tanto físico como psicológico, genera en nuestros cuerpos una gran cantidad de toxinas que, difundidas por la circulación sanguínea, producen, además del cansancio muscular, un debilitamiento cerebral. El cansancio es, por lo tanto, no sólo un veneno para los músculos, a los que se pone a prueba constantemente, sino que también provoca un desgaste general de la estructura física y psicológica del ser humano. A medida que el ritmo de las sociedades modernas se acelera, la relajación y el desentumecimiento son cada vez más necesarios para poder dar un merecido reposo a nuestras células y tejidos agotados y eliminar así los últimos rescoldos del cansancio. Ahora bien, cómo se pueden reparar los daños sufridos a lo largo del día, recargar las células nerviosas del cerebro, y evitar un rápido y peligroso desgaste de todos los órganos del cuerpo?

Ciertamente la vida moderna impone al hombre un ritmo de vida más intenso que en el pasado. Las exigencias personales aumentan vertiginosamente: siempre se desea tener más y, para conseguirlo ·y teniendo en cuenta que con la luz eléctrica la jornada se ha alargado notablemente, apareciendo nuevas modalidades de trabajo y de vida social· se ha aumentado tanto la tensión física y psíquica, que ni siquiera el reposo nocturno, a menudo demasiado breve, consigue curarla. Este nuevo estado de cosas produce a menudo un notable desequilibrio de graves consecuencias, debiéndose recurrir cada vez más a las técnicas de relajación como válvula de escape, recuperando esa energía que de otra manera se perdería o desgastaría irremediablemente. Los síntomas de esas tensiones se manifiestan de manera diversa, según la naturaleza de la persona que las sufre: repetidos dolores de cabeza, necesidad de inspiraciones profundas pero que no satisfacen la necesidad de oxígeno, inapetencia, tos continua o garganta irritada sin que haya motivo, imposibilidad de concentrarse totalmente en el trabajo que se desarrolla, y tantos otros signos que modifican el comportamiento habitual. En casos extremos se llega a verdaderos estados de depresión física y psíquica que sólo una cura adecuada y conducida por médicos expertos puede aliviar. Para prevenir y combatir las molestias nerviosas funcionales, es muy importante adquirir la capacidad de relajarse a lo largo de la rutina diaria con ejercicios de diversos tipos que van desde la respiración profunda y controlada a la gimnasia distensiva con ejercicios psicosomáticos que, después de practicarlos durante un cierto tiempo, pueden aportar notables beneficios a la salud de quien abusa demasiado de sus fuerzas. Está comprobado estadísticamente que las personas con grandes ambiciones, cuando sienten un desfallecimiento, intensifican su agotadora actividad en lugar de apaciguarla, con la reducción de su eficacia y el riesgo de un colapso consiguientes.

La excesiva tensión neuromuscular es la principal causa de muchas angustias que debilitan el rendimiento personal y provocan una infinidad de males que van desde las enfermedades cardíacas a las molestias gastrointestinales, pasando por las afecciones del aparato respiratorio (asma, tos nerviosa, afonía, etc.) o las úlceras de varios tipos. No esperemos a llegar a estos extremos porque será mucho más difícil combatir estos estados de excitación nerviosa. Los ejercicios de relajación y de gimnasia distensiva no pueden ser efectivos cuando las baterías nerviosas están sobrecargadas de tensión. Con la hiperactividad nerviosa también la musculatura llega a sumergirse en un estado de tensión continua que el organismo no consigue descargar ni durante el día ni durante las horas de reposo nocturno.

Qué desea hacer una persona que pasa la mayor parte del día sentado ante una mesa y que sufre el cansancio producido por esas horas de inactividad física? Es muy posible que su cuerpo le obligue a moverse un poco para recuperar parte de esas funciones que han permanecido inactivas. Por el contrario, quien ejercite pesadamente su físico, sentirá la necesidad de estirarse y reposar un poco. Desde siempre, las distintas actividades sociales se han caracterizado por su progresiva especialización, tanto laboral como orgánica. De este modo, en el trabajo intelectual, el ejercicio recae en el cerebro; tras largas horas de lectura, los ojos son los que soportan una mayor tensión; las piernas le dolerán a quien permanece largo rato de pie, y los brazos a quien se ve obligado a utilizarlos sin parar. El organismo, en todos estos casos, se agota siempre, aunque parcialmente. La mejor manera de subsanar estos males consistirá en obligar a las zonas inactivas a trabajar, concediendo una merecida tregua a aquellas que lo hayan hecho a lo largo del día, en un justo cambio de papeles. Así, emprendiendo una ocupación distinta a la que nos había absorbido hasta ese momento, se recibirán otros estímulos que reactiven los músculos inertes y relajen también nuestra mente, liberando los puntos de tensión que se habían alcanzado, y eleven las actividades fundamentales del organismo (de la respiratoria a la vascular, pasando por la glandular, a la que va ligada al tubo digestivo) revitalizándolas allí donde fuese necesario.

El hombre moderno, en su lucha contra el desgaste físico y psicológico, puede recibir una gran ayuda de las diversas técnicas de la disciplina del relajamiento, tales como el training autógeno, los ejercicios de relajación progresiva, la gimnasia psicosomática, u otros métodos igualmente efectivos y que cada cual puede preferir según le dicten su propio temperamento o sus necesidades eventuales. Estas técnicas, consistentes en movimientos que se adquieren y perfeccionan con el tiempo, ayudan a devolver al individuo debilitado por el estrés su normal estado de rendimiento. Eliminemos, pues, el cansancio con la gimnasia distensiva que permite el reposo a las zonas más castigadas de nuestro organismo y relajemos la mente con la técnica de la reeducación a la calma que, si se ejercen con constancia actuarán beneficiosamente sobre todo nuestro ser.

Una noche de sueño tranquilo, reparador, permite recuperar las fuerzas consumidas durante la jornada laboral e interrumpe, asimismo, la dispersión de la energía vital, dejando reposar el sistema nervioso. A menudo, esta interrupción de la actividad neuromuscular no ocurre, y si no se consigue descargar la tensión, continuaremos consumiendo nuestra reserva de energía nerviosa quemando azúcar, incluso durante las horas nocturnas y sintiéndonos cansados por la mañana. Para interrumpir el aporte de estas sustancias nocivas, se necesitaría conseguir la distensión de todas las fibras musculares de nuestro organismo. No debe permitirse bajo ningún concepto que un estado de tensión se prolongue más de lo necesario o se convertirá en algo crónico. Antes de acabar exhaustos podemos tomar algunas medidas.

A menudo el cansancio no desaparece ni con la interrupción de una cierta ocupación que produce estrés, ni tras una noche de sueño o un periodo de reposo. Este desequilibrio es quizá la consecuencia de un prolongado y excesivo gasto de energía realizado inconscientemente. Al principio la voluntad suple extraordinariamente la disminución de la fuerza física, aunque nos arriesgamos a hacer crónico el cansancio y vivir en un perenne estado de malestar, con grave perjuicio de nuestra salud. Seguimos con las acciones cotidianas a costa de las propias reservas, agotando la producción de adrenalina producida en las glándulas suprarrenales para incrementar la capacidad de resistencia de la musculatura y vencer temporalmente el cansancio. Esta solución no puede sustituir bajo ningún concepto el reposo normal ni el sueño.

Cuando el estado de tensión se convierte en crónico, todo el sistema muscular tiende a permanecer contraído, por lo que todas las actividades del día, por nimias que fueren, se llevarían a cabo inconscientemente con los músculos siempre tensos.

Cómo reconocer en nuestro cuerpo esta contracción y relajarlo?

El método de la relajación progresiva del americano Edmund Jacobson, quien sostiene que también pensamos con nuestros músculos, se basa en la contracción progresiva y voluntaria de los mismos, uno por uno, tratando de reconocer de manera consciente el estado de tensión que se provoca, para luego abandonarlo. Quien tiene la espalda contraída no suele saberlo, aunque la resistencia al cansancio es casi mínima y el dolor suele ser un calor síntoma de ello.

Siguiendo con estas técnicas, para relajarse eficazmente debe aumentarse el estado de contracción, conocerlo y luego abandonarlo: los músculos tensados conscientemente, se sueltan solos, sin ninguna intervención voluntaria, hasta llegar a una liberación total del bloqueo muscular.

También los ejercicios de respiración son un medio muy efectivo en la lucha contra la tensión y además, si se realizan más veces a lo largo de una jornada, pueden ayudar a corregir las desviaciones de la columna vertebral. Debemos estar agradecidos a la técnica del hatha yoga porque de ella hemos aprendido los beneficios de la respiración profunda.

El hombre, generalmente, respira sólo de manera superficial. Somos más propensos a excedernos con la comida pensando que es la única fuente de energía válida para nuestro organismo, que a considerar otras maneras de alimentarlo, pasando por alto la importancia del oxígeno, primera fuente de producción de energía, necesario para el correcto metabolismo de todas las células y alimento indispensable para la eficacia del aparato cerebral. Una respiración insuficiente tiene también la consecuencia de una reducción de la eliminación del dióxido de carbono y de las toxinas, que permanecen en los pulmones, limitando el espacio, e impiden una mayor admisión de oxígeno en el cuerpo, con la consiguiente disminución de energía vital, haciéndonos sentir extenuados ya de buena mañana y amedrentados ante la perspectiva de una nueva e intensa jornada laboral.

Los ejercicios presentados en este manual se refieren a menudo al aporte de la respiración profunda, no como elemento secundario o de refuerzo, sino como función primaria. Ese sentido del agotamiento que nos dobla la espalda obnubilando nuestra capacidad intelectiva, podrá aliviarse fácilmente con simples ejercicios, realizando un mínimo esfuerzo, y con una aportación, mediante el oxígeno, de esa energía que nos ayudará a combatir el cansancio neuromuscular.

La respiración profunda

Una de las mejores maneras de relajarse es controlar la respiración, ya que esta actúa benéficamente sobre la presión arterial, incidiendo en el ritmo cardíaco, por lo que es indispensable para llegar a un completo abandono de la tensión, tanto física como psicológica. A menudo la respiración es demasiado corta, acelerada, y no permite la dilatación máxima ni de los vasos ni de los alvéolos pulmonares. Es, pues, evidente que aprender a respirar de una manera correcta es de vital importancia para mejorar la actividad diaria, recibir energía y relajarse. En la respiración profunda el ritmo de las inspiraciones se amplía progresivamente, volviéndose cada vez más profundo, actuando inicialmente sobre el abdomen que se levanta (abriendo, en consecuencia, a través de los músculos abdominales los vasos pulmonares). A la dilatación del vientre le sigue, como una ola que avanza, la del tórax, que debe hacerse en todas las direcciones y que se realiza por medio de los músculos intercostales, permitiendo, con la apertura de la caja torácica, una mayor expansión de los pulmones. En esta segunda fase, que debe realizarse inmediatamente después de la anterior, la inspiración actuará sobre los alvéolos pulmonares y se acompañará con un ligero levantamiento y empuje trasero de la espalda, para provocar la mayor dilatación posible de los pulmones. En esta última fase de la inspiración, comúnmente llamada clavicular, le seguirá el flujo de retorno, la espiración, que repetirá el mismo recorrido en la misma progresión: el vientre se aplana, la caja torácica se encoge y se baja la espalda.

Debe seguirse este benéfico flujo y dejarse llevar por su ritmo lento, uniforme y monótono, que trae con él la energía vital y descarga las tensiones. Se puede practicar esta técnica en cualquier lugar y en cualquier posición, en el caso en que no sea posible estirarse o sentarse cómodamente en un diván, integrándola en nuestras actividades cotidianas. Además, pueden cerrarse los ojos y seguir con confianza el recorrido de la respiración, con las nariz bien abierta, sin prisas, sin escatimar ni tiempo ni oxígeno para lograr un poco de calma, tranquilidad y bienestar.

Cada vez son más las personas aquejadas por enfermedades relacionadas con desequilibrios del sistema neurovegetativo, aunque las terapias médicas todavía no han dado con un método eficaz para curarlas. Tanto los sedantes como los demás fármacos recomendados, se revelan a menudo como simples calmantes que alivian las molestias más superficiales, sin subsanarlas. Una posible solución estaría en reconsiderar el problema, ampliando la perspectiva y considerando la enfermedad como un estado general del organismo y no como una afección de un órgano en concreto.

Algunas de las terapias desarrolladas bajo este punto de vista se han mostrado eficientes porque se basan en la posibilidad de que el paciente adopte un comportamiento que le permita repartir la tensión que va acumulando a lo largo del día, a causa de las preocupaciones que impone la vida moderna.

Aparentemente nada es más banal que la respiración, ya que se la considera una mera inspiración y espiración del aire y ello ya se da por descontado, olvidando que es el recurso más importante que dispone el organismo para mantenerse en funcionamiento.

Uno de los objetivos de este manual es dar a conocer qué es la respiración y cómo se efectúa la propia respiración personal, utilizando los instrumentos necesarios para modificarla y mejorarla.

Debemos señalar que el aparato respiratorio puede funcionar automática o voluntariamente, lo que significa que podemos cambiar el ritmo respiratorio y cardíaco en el momento que sea necesario.

Tomando consciencia del modo en que respiramos podemos observar el funcionamiento de nuestro cuerpo y mejorarlo, mejorando al mismo tiempo, nuestra salud, vitalidad y emotividad.

Este texto pretende ser la pequeña guía de un viaje descubierto a través de la propia respiración y, por lo tanto, de nosotros mismos. Describe con palabras aquello que sólo en la práctica se puede experimentar y asimilar. La invitación es, pues, <pasar a la acción>.

Como dice una máxima utilizada muy a menudo por los maestros del budismo Zen: <Para saber si el agua de una olla está fría o caliente, es necesario poner el dedo. Discutir no vale para nada>.

La puesta de sol, el gradual descenso de la luz, las tinieblas sólo en parte atenuadas por la claridad de los astros o de las luces que se encienden en las casas, son el preludio de las horas del sueño para millones de personas. Es sencillo calcular que, aproximadamente, un tercio de nuestra existencia la dedicamos al sueño, de una forma u otra, lo que significa, si se considera que el promedio de vida del ser humano es de 75 años, que dormimos más o menos profundamente unos veinticinco años.

Se puede por lo tanto intuir la gran importancia que tiene el sueño en la existencia de todos nosotros y que el hecho de abandonar durante tantas horas del día la consciencia y, en parte, algunos recursos físicos puede constituir, pese a su aparente <naturalidad>, un fenómeno no exento de singulares aspectos.

El sueño siempre ha sido considerado un fenómeno misterioso por su origen, sus causas y sus aspectos más incomprensibles. Sólo en fechas muy recientes fisiólogos, psicólogos y otros investigadores han logrado dar una explicación parcial a algunos de sus componentes y funciones, comunes a todos los seres vivientes, tales como unos particulares ritmos de reposo y actividad.

Pero en la vida cotidiana el sueño no es igual para todos y, por lo tanto, no todos estarán de acuerdo con cuanto hasta aquí hemos afirmado: en efecto, existen personas para quienes dormir, reposar y sumergirse en un profundo sueño puede decirse que no constituye ningún problema. Sin embargo, hay otras para las que dormir o simplemente, lograr descansar representa un drama diario, a veces tan importante que requiere la intervención de médicos, psicólogos u otros especialistas. Por qué existen diferencias tan importantes?

Por qué a veces es tan difícil conciliar un buen sueño? Por qué y qué importancia tiene el soñar? oeCuáles son los procedimientos menos perjudiciales y más naturales para poder dormir? El objetivo de mantener a cualquier precio un buen estado psíquico y físico, es para el hombre moderno algo elemental e irrenunciable. Si a pesar del tiempo que nos roba el sueño, no podemos recuperar nuestras energías, oequé podemos hacer?

A estas y a otras preguntas se intentará dar respuesta con informaciones, consejos y nociones prácticas de comportamiento para resolver un problema, el del insomnio, que continúa afectando a millones de personas en todo el mundo.

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