Deporte y salud

Cómo curarse con alcachofa, uva, zanahoria y col – How to heal yourself with artichoke, grape, carrot and cabbage

El siguiente texto es un extracto del libro Cómo curarse con alcachofa, uva, zanahoria y col(ISBN: 9781639199112). Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por Eugenio G. Vaga , publicado por de Vecchi /DVE ediciones.

Prólogo

El mundo progresa y se renueva a diario, y con él lo hacemos nosotros. El hombre, desde los tiempos más remotos, se ha sentido vinculado a todo aquello que le rodea y, desde entonces hasta hoy, el hombre se ha servido de la naturaleza.

Por este motivo el hombre se acerca cada vez más a una vida natural y sana, y en nuestro pensamiento está ganando terreno un perfil diferente del hombre y del paisaje que nos circunda: hoy intentamos ver y entender lo que ha sido creado para nosotros y descubrimos que la naturaleza es importante para nuestra salud, si sabemos servirnos de ella, manteniendo su ecosistema.

Hacia el 1500 Leonardo da Vinci, famoso como artista y como científico, quiso expresar su propio concepto del hombre y de la naturaleza en una perfecta armonía: Leonardo vio en la naturaleza el adecuado marco para la vida del hombre y combinó admirablemente las dos cosas. Han transcurrido cuatro siglos y hoy en día la concepción leonardesca nos parece insólita, aunque debemos admitir que hasta el más escéptico, al final, admite la perfecta comunión entre el hombre y los remedios naturales que pueden mejorar la salud.

Precisamente por estar convencidos de ello hemos decidido mostrar a nuestros lectores los efectos benéficos de los productos de la tierra.

Este libro trata de cuatro vegetales (la alcachofa, la uva, la zanahoria y la col) que todo el mundo conoce y valora, proponiéndolos no sólo como alimento en nuestra dieta, sino también como materia prima para obtener tisanas, infusiones y vinos que tienen propiedades muy útiles para el organismo.

Nada es tan necesario como lo que nos ofrece la naturaleza; así, hasta que no consigamos comprender esta relación, no conseguiremos la perfecta armonía.

Si el lector quiere conocer todos estos elementos de contacto y quiere beneficiarse con ellos, puede hallar en este libro una guía fácil y de rápida consulta.

Todo lo expuesto tiene por finalidad favorecer a nuestros lectores en la curación de sus dolencias con unos medios naturales, sencillos y baratos. Se intenta que el lector compruebe lo que aquí exponemos, los resultados obtenidos harán lo demás.

Propiedades curativas

La alcachofa

La naturaleza nos ofrece muchos medios para mantener una buena salud o para curarnos. Hoy, más que nunca, la ciencia está intentando obtener de las plantas aquellos principios activos que en un tiempo se usaban empíricamente con buenos resultados.

La naturaleza es riquísima en productos terapéuticos; entre los principales figura la alcachofa, la Cynara cardunculus, de la familia de las compuestas, parecida a los cardos. Es una planta herbácea de un metro aproximadamente de altura, con tronco acanalado por cuyo interior circula un látex acre. Tiene hoyas muy largas y espinosas de color verde ceniza y grandes flores en capullo formadas por bractéolas anchas que en el exterior son duras, disminuyendo en dureza y dimensiones hacia el interior.

La alcachofa es de origen asiático y se cultiva en todos los países de Europa meridional desde el siglo XI, especialmente en la zona mediterránea, y no soporta temperaturas extremas. El cultivo de esta hortaliza es muy popular en las diferentes regiones de la península, y está también muy extendido por muchas zonas de América.

Por ser una hortaliza de gusto agradable se emplea mucho en la cocina: se come cruda, aliñada con aceite y sal o preparada en formas muy variadas. Es poco calórica y relativamente pobre en sales minerales y no contiene prácticamente materias grasas; no obstante contiene vitaminas A, B1, B2 y C en pequeñas cantidades.

Por su utilidad fitoterápica, la alcachofa es muy conocida y al mismo tiempo apreciada. Las partes que más se emplean son las hojas y las raíces, donde contienen más sustancias: la más característica es un principio activo llamado cinarina de acción diurética y que favorece la secreción biliar de las células del hígado; además contiene insulina y enzimas.

En efecto, la alcachofa es un eficaz colerético y diurético porque estimula beneficiosamente la función secretora del hígado y ejerce una acción beneficiosa en las formas ictéricas agudas y crónicas, así como en las diversas manifestaciones de insuficiencia hepática, principalmente el estreñimiento y la oliguria. El jugo resinoso que circula por el tronco tiene una acción astringente y febrífuga.

Desde hace ya muchos años esta hortaliza es conocida por su propiedad digestiva y con tal finalidad se ha usado siempre en la medicina popular con buenos resultados. De igual manera sobre la arteriosclerosis, la gota, la falta de apetito, la anemia y la diabetes también tiene un efecto muy positivo, mientras que no deben tomarla las mujeres durante la fase lactante, porque tiende a disminuir la secreción láctea.

La moderna fitoterapia, que tiende a revalorizar muchas hierbas caídas en el olvido, no podía olvidarse de este precioso vegetal.

Enfermedades tratadas con la alcachofa

Albuminuria, agotamiento nervioso, anemia, angiocolecistitis, arenas, arteriosclerosis, artritis, celulitis, cirrosis hepática, clorosis, cólicos biliares, congestiones hepáticas, costra láctea, debilidad congénita, diabetes, diarrea, disentería, eccema, edema de la glotis, estados pletóricos, estreñimiento, fiebre intermitente, flatulencia, furunculosis, gota, hemicrania, hepatopatías, hidropesía, hidropesía hepática, hiperazoemia, hipercolesterolemia, hipertensión arterial, ictericia, insuficiencia biliar, insuficiencia hepática, litiasis biliar y hepática, malaria, nefrosis, obstrucción intestinal, oliguria, progeria, prurito, psoriasis, reumatismo, trastornos circulatorios, tratamientos quirúrgicos, uremia y uricemia.

La uva

La vid, que es la planta más estudiada de la familia de las vitáceas, recibió de Linneo el nombre científico de Vitis vinifera y de ella existen dos grandes tipos: la silvestre o labrusca y la cultivada.

Gracias al cultivo se ha logrado una gran variedad de vides, calculándose que, actualmente, existen en Europa más de 4.000 clases diferentes. Este cultivo es uno de los más típicos de los países mediterráneos, aun cuando no es privativo de estas regiones, puesto que hoy se halla extendida a otros continentes que cuentan con climas parecidos al nuestro, como ocurre en California, Argentina, Chile, etc.

Las uvas se consumen recién vendimiadas, y las más selectas uvas moscatel se convierten en pasas si se las somete a ciertos procesos de desecación (son perfectos emolientes y expectorantes, y son sumamente energéticas). De las uvas prensadas se obtiene el mosto, jugo que se conserva artificialmente sin fermentar y que se suministra embotellado por algunas firmas especializadas en la elaboración de productos de régimen.

Cuentan que la vid es originaria de las vertientes del Cáucaso y de las riberas del mar Negro, siendo más tarde introducida en los países mediterráneos, pero lo cierto es que en las regiones ribereñas del Mare Nostrum se han descubierto huellas de vid silvestre, que se remontan al período pliocénico. Esta fruta era ya conocida en Babilonia y también en Egipto durante las primeras dinastías faraónicas. En este último país creían que era Osiris (uno de los grandes dioses de la vegetación que enseñó al hombre el cultivo de la tierra) quien primero cultivó la viña, mientras los persas atribuían este privilegio a Djemshid y los griegos a Dionisio (el dios Baco de los latinos).

Dioscórides, botánico griego nacido un siglo después de Cristo, recopilador de todo el saber farmacológico de su tiempo y que tuvo autoridad indiscutible durante siglos, en su Materia Farmacéutica nos habla largamente tanto de la vid silvestre como de la cultivada.

Georg Ebers (nacido en 1837), egiptólogo alemán, hizo frecuentes viajes a Egipto y en 1873, encontrándose en Luxor, un árabe le ofreció un grueso rollo de papiros que afirmaba haber encontrado en Tebas entre las piernas de una momia bien conservada. El rollo tenía más de 21 m de largo y contenía unos 108 párrafos de unas 22 líneas cada uno. A Ebers, al leer las primeras líneas, le dio un vuelco el corazón; aquellas líneas decían: «aquí comienza el libro sobre la preparación de las medicinas para todas las partes del cuerpo humano». En la parte posterior del papiro había anotaciones de calendario por las que podía calcularse que el documento databa de 1.550 años antes de Jesucristo, pero transcurrieron más de 55 años hasta dar al papiro de Ebers toda la importancia que merecía y aún quedan por descifrar gran número de términos del mismo, sobre los que continúan trabajando afanosamente los modernos egiptólogos.

En este papiro de Ebers es citada varias veces la uva para la curación de diversas enfermedades y por este document se ha descifrado el nombre dado por los antiguos egipcios a este fruto que era el de iarret que junto con otras sustancias se empleaba para combatir el asma, para ciertas afecciones del hígado y para la incontinencia de orina.

Como podemos ver por cuanto antecede, desde los más lejanos tiempos se atribuyen grandes virtudes curativas a la vid, por cuyo fin se vienen utilizando las diferentes partes y productos de esta vieja planta. La composición de la uva es muy compleja y depende de la variedad y del estado de maduración. En ella se encuentran cantidades variables de glucosa (en un promedio de un 15 %), minerales (potasio, calcio, magnesio y yodo), contiene, además, tartratos, crémor tártaro, ácido cítrico, ácido salicílico, lecitinas, pectinas, gomas y vitamina C. Se trata de un alimento sumamente digerible, con diversas propiedades terapéuticas: cardiotónico, laxante y diurético, útil en los casos de estreñimiento, dispepsia, gota, así como en algunos tipos de intoxicaciones y dermatosis, uremia, trastornos renales, etc. La uva actúa beneficiosamente sobre todos los órganos de la digestión, además reduce las fermentaciones intestinales y activa la función hepática.

De los sarmientos cortados en primavera, fluye una savia que contiene glucosa, levulosa, sacarosa, tartrato ácido de potasio, ácido tartárico libre, ácido oxálico, malato potásico, ácido succínico, ácido málico, etc., mientras que en las hojas se encuentran materias tánicas abundantes. Así, la verdadera agua de cepas, se aloja con gran presión en los sarmientos y es considerada útil para combatir las irritaciones y manchas de la piel y de forma principal contra la irritación de los ojos.

Los pámpanos de la vid son utilizados como astringentes y deben ser recolectados en otoño cuando ya empiezan a volverse rojizos. Las pasas son útiles para combatir la tos (cocidas), mientras que a los rabillos de pasas el vulgo les atribuye propiedades para conservar la memoria. El mosto, obtenido al prensar las uvas, es considerado como un excelente alimento que ahorra el consumo de reservas del cuerpo. Y finalmente, el vino se usa en la preparación de muchos medicamentos como vehículo.

Las uvas son muy recomendadas a los que padecen de enfermedades del hígado, principalmente a los que padecen insuficiencia hepática, pues dan fluidez a la bilis. También son indicadísimas en el tratamiento de las artritis y del reumatismo, y se consiguen excelentes resultados combinando con los medicamentos apropiados señalados en el uso de la zanahoria y de la alcachofa.

Enfermedades tratadas con la uva

Afonía, anemia, anorexia, asma, dermatosis, diarrea, dispepsia, eccema, escorbuto, estreñimiento, histerismo, incontinencia de orina, litiasis de la vejiga, oftalmia, oligomenorrea, menopausia y tos.

La zanahoria

La zanahoria, o Daucus carota, es una planta que pertenece a las umbelíferas y crece espontáneamente en casi todo el mundo. El uso de la zanahoria es muy antiguo, ya en Pompeya aparece en pinturas y murales donde se muestra su uso en la medicina y como elemento de la dieta. Discórides, aparte de otras virtudes habló en sus tratados de la función favorecedora del parto. La planta tiene una raíz nabiforme, de tamaño muy variable, que consta de dos partes, una exterior, la corteza, carnosa y de color naranja y otra interior, el corazón, muy dura y lignificada. La parte aérea está formada por una mata de hojas radicales con peciolo muy largo.

Su composición química nos señala la existencia de 1,13 % de proteínas, 0,28 % de grasas y 10,36 % de hidratos de carbono, aportando 48 cal/100 g.

Su contenido vitamínico es especialmente importante en lo que se refiere a vitamina A, ya que contiene 7.000 U.I. de caroteno o provitamina A, aunque no parece que la conversión sea total. También contiene pequeñas cantidades de vitamina B y vitamina C.

La zanahoria tiene acción emoliente, diurética y vermicida y se la considera, incluso popularmente, óptima contra la ictericia. Este tubérculo es muy eficiente en caso de hemorragias intestinales por sus propiedades cicatrizantes, por lo que es recomendable para los que padecen úlcera, favorece la función biliar, estimulando la actividad hepática resulta excelente en los casos de irritación gastrohepática.

Gracias a las pectinas que contiene y a su acción antiséptica es útil en casos de diarrea, así como también en los de estreñimiento, favoreciendo la evacuación gracias a su aporte celulósico.

La aplicación de la pulpa cruda como cataplasma sobre heridas, úlceras y quemaduras favorece su cicatrización; esta propiedad se conoce desde tiempos remotos. Tiene la propiedad de rejuvenecer los tejidos y, con este fin, se aconseja especialmente el uso del zumo fresco, extraído mediante centrifugación. Este vegetal se usa terapéuticamente en su totalidad: las raíces, las hojas y las semillas, de las que se obtiene un aceite de zanahorias que se emplea en la preparación de licores estimulantes. Por otra parte, presenta valores nutritivos y terapéuticos tales, que puede ser considerada de las mejores que se emplean en la fitoterapia.

En este sentido, es muy útil para combatir el decaimiento orgánico de los niños y también el de los adultos; son excelentes las sopas preparadas con arroz y cocidas en caldo de hojas y pecíolos de zanahoria que son muy ricos en calcio.

Se recomienda la zanahoria también a los que padecen del hígado y a los que tienen insuficiencia hepática, pues tiene la propiedad de dar fluidez a la bilis. Sus riquezas naturales desarrollan una acción benéfica en los casos de acetonemia, colibacilos y tienen también aplicación en varios casos de reumatismo y gota.

Es aconsejable, por lo tanto, comer a menudo zanahorias crudas, aliñadas con aceite de oliva, limón y un poco de sal ya que, además de ser un alimento óptimo, contribuye a prevenir enfermedades.

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