Historia, Ficción, Biografía, Crimen

Los mejores cuentos de Clarín – Clarin’s best stories

El siguiente texto es un extracto del libro Los mejores cuentos de Clarín(ISBN: 9788431554569) Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por Leopoldo Alas Clarín , publicado por de Vecchi /DVE ediciones.

Introducción

Reseña biográfica

Leopoldo Alas Ureña, conocido más popularmente con el seudónimo de «Clarín», nació en Zamora en 1852, y murió en Oviedo, en 1901. El corto periodo que abarca su vida —tan sólo cuarenta y nueve años— le bastó para dejarnos una extensa producción literaria que lo convertiría en uno de los representantes más destacados de la literatura realista española del siglo XIX.

Aunque nace en Zamora, donde su padre ejercía por aquella época de gobernador civil, sus verdaderas raíces las siente asturianas, y así lo ha manifestado en más de una ocasión en sus escritos. Después de vivir una temporada en León, debido al trabajo de su padre, la familia se traslada por fin a Oviedo, cuando Clarín tenía siete años; es en esta ciudad donde van a transcurrir las etapas más largas y decisivas de su existencia, y donde halla los motivos literarios más representativos y que mejor identifican ciertos aspectos importantes de su obra. Entre 1860 y 1863, mientras estudia el Bachillerato en el Instituto de Oviedo, conoce a los que serán a partir de entonces grandes amigos suyos y colaboradores ocasionales en alguna empresa literaria: Armando Palacio Valdés, Tomás Tuero y Pío Rubín.

Ya desde muy joven, Leopoldo Alas muestra un gran interés por el teatro y el periodismo, uno de los géneros literarios que experimenta mayor evolución en sus contenidos y formas a lo largo del siglo XIX. Esta afición suya se manifiesta básicamente en la dirección, con dieciséis años, de su propio semanario manuscrito, que titula Juan Ruiz.

En 1868, durante la Revolución de Septiembre, se despierta en él un interés nuevo por los acontecimientos políticos que lo llevarán a adoptar las ideas republicanas y a defenderlas ya durante el resto de su vida. En la Universidad de Oviedo, en la que más tarde será catedrático, estudia derecho y obtiene su licenciatura en 1871, trasladándose en octubre de ese mismo año a Madrid para proseguir sus estudios en la rama de filosofía y letras, y doctorarse en leyes.

Parece que la agitada vida de la capital no es del agrado del escritor, aunque ciertamente su estancia le va a resultar reveladora y muy productiva. Allí será donde por primera vez tome contacto con los círculos intelectuales de los krausistas, que extendían su influencia entre los jóvenes liberales que frecuentaban la universidad y el Ateneo madrileño y propugnaban la aplicación de sus postulados fundamentalmente en el terreno de la pedagogía. Las ideas de un republicanismo laico y de reforma universitaria calaron con fuerza en la inquieta mente de Leopoldo Alas, y le llevaron a descubrir nuevas realidades. Ante Clarín se revela entonces un mundo cultural de una riqueza inmensa más allá de nuestras fronteras, así como las posibilidades literarias de la novela y el alcance de un periodismo crítico. Entonces decide darse a conocer como periodista en diversas publicaciones radicales de la capital, y en abril de 1875 firma su primer artículo con el seudónimo Clarín en el periódico madrileño El Solfeo, el cual también le publicará su primer cuento, Estilicón, en 1876.

En 1878 consigue doctorarse en derecho y gana unas oposiciones a la cátedra de economía y estadística de la Universidad de Salamanca, pero su reputación de joven rebelde, que había llegado hasta los recintos ministeriales, hizo que el ministro de Fomento se inclinara por el opositor que ocupaba el segundo lugar y le fuera denegada a él la plaza. Esta injusticia de la que fue objeto constituyó uno de los amargos episodios de la vida del escritor en la capital; dos años más tarde sería nombrado catedrático de la misma asignatura, pero esta vez en la Universidad de Zaragoza. Hasta que se incorpora a su puesto en Zaragoza había publicado Solos de Clarín y La literatura en 1881, este último ensayo en colaboración con su amigo Armando Palacio Valdés.

En 1882 contrae matrimonio con Onofre García Argüelles, con la que tendrá tres hijos: Leopoldo, Adolfo y Elisa. Al año siguiente de su boda le es concedido el traslado a la Universidad de Oviedo, y allí se inicia el periodo de creación literaria más afortunado del escritor: su primer fruto es la célebre novela La Regenta, cuyo primer volumen aparecerá en 1884, y el segundo, en 1885. Mientras, en la cabeza de Clarín se forjan numerosos proyectos de novelas, a la vez que mantiene sus colaboraciones con publicaciones periódicas. Sin embargo, de todas esas novelas que proyecta, y de las que conocemos sus títulos gracias a su correspondencia personal, sólo llega a ver la luz Su único hijo, que será publicada en 1890 y que fue concebida como primera parte de una trilogía compuesta por Una medianía, Juanito Reseco y Sperain-deio, de las que únicamente se conocen fragmentos publicados en forma de relatos cortos. Sus artículos de esta época, publicados todos con el título genérico de «Palique» en la revista Madrid Cómico, alcanzan una gran popularidad; también cultiva formas muy variadas de crítica, a las que él denomina folletos, solos, paliques, ensayos… En 1886, Clarín decide viajar nuevamente a Madrid, pero el complejo panorama político que caracteriza la Restauración lo conduce, ahora definitivamente, a su querida ciudad de Oviedo. Allí se dedicará a sus tareas de docencia en la universidad y proseguirá su actividad literaria, que a partir de 1892, año en el que se publican sus relatos Doña Berta, Cuervo y Superchería, pierde algo de calidad.

Este hecho coincide con el interés creciente que muestra por las cuestiones filosóficas de corte espiritualista, y su alejamiento progresivo de las cuestiones puramente literarias, y forma parte de la evolución personal e íntima del autor. Las inquietudes religiosas de su más temprana adolescencia, que después parecen ocultarse bajo la influencia del pensamiento krausista, cobran en su madurez una nueva fuerza, siempre al margen del catolicismo oficial. Sin embargo, Clarín no abandonaría nunca las opiniones y la crítica actitud que había sostenido hasta el momento ante la sociedad de su época, y buena prueba de ello son los artículos políticos que sigue publicando durante los últimos años de su vida, hasta su muerte en el año 1901.

Su época

Leopoldo Alas se mostró en todas sus actitudes como un hijo de su tiempo, al que no se le escapa la importancia de los acontecimientos históricos que tienen lugar en España durante el periodo de efervescencia y cambios sociales que le toca vivir. A pesar de que vive la mayor parte de su vida en Oviedo, no es ajeno a la evolución de la política española, sino que, todo lo contrario, aprovecha sus excelentes dotes literarias para dejar constancia de sus opiniones a través de sus artículos. Su participación activa y comprometida en la vida cultural, que especialmente en esos momentos no puede disociarse de lo que ocurre en el escenario político nacional, le supone más de un quebradero de cabeza. Concretamente, en este sentido podemos recordar que le fue negada la cátedra que había obtenido por méritos propios al aprobar las oposiciones, debido a su mala prensa entre los conservadores.

En la segunda mitad del siglo XIX la sociedad española experimenta profundos cambios en su estructura y mentalidad. La burguesía parece instalarse como clase dominante, e impone sus ideas conservadoras y pragmáticas, frente a las ideas radicales y la fuerza que habían tenido los liberales desde principios de siglo.

A raíz de la Constitución de 1845 la monarquía va cobrando fuerza, e incluso obtiene el apoyo de la Iglesia en 1851, cuando se pactan ciertas cuestiones que deberán dejar zanjado el episodio sucedido en 1837 con la desamortización eclesiástica efectuada por Mendizábal y que constituyó una pieza clave en la revolución liberal.

El desarrollo de la industria y de los medios de comunicación y transporte que se da en esta época no evita el desencanto entre las clases menos favorecidas, sobre todo entre el campesinado, que inicia su éxodo hacia las zonas industrializadas y toma contacto allí por primera vez con las teorías sociales procedentes de Europa. De este modo, aparecen los movimientos proletarios, que declaran la lucha abierta al sistema político en el poder.

La consecuencia lógica del descontento instalado no sólo entre las filas del nuevo proletariado, sino también en los núcleos progresistas e incluso entre los propios moderados, será la revolución de 1868, llamada La Gloriosa; todos estos grupos de oposición se unen en la reivindicación de un sistema democrático y el sufragio universal. La revolución constituyó un triunfo liberal, que comprende cuatro momentos importantes: el gobierno provisional del general Prim, la monarquía de Amadeo I de Saboya durante dos años, la instauración de la I República (de cortísima vida), y, finalmente, el gobierno provisional del general Serrano.

Ciertamente, aunque durante este periodo se logran importantes libertades tanto de orden político como social, las tensiones que se avivan con la propaganda difundida de la I Internacional de trabajadores, presidida por las ideas de Marx y Bakunin, el resurgimiento del carlismo y los hechos que originan el primer enfrentamiento en Cuba son los acontecimientos que deciden un cambio. El deseo de restablecimiento de un orden impone la restauración de la monarquía proyectada por Cánovas del Castillo.

En 1874, Alfonso XII es proclamado rey y se abre un periodo de paz y desarrollo económico hasta su muerte, en 1885. Es entonces cuando su viuda, María Cristina, asume la regencia en tanto que su hijo, Alfonso XIII, no alcance su mayoría de edad. Esta etapa está caracterizada por una voluntad democratizadora en la figura de Sagasta, que fracasará por el problema del caciquismo electoral. Tampoco la segunda guerra de Cuba ni la paz de París, firmada en 1898 —en la que se determina el fin de lo que había sido el imperio español en ultramar—, contribuyen a la pacificación de los ánimos exaltados del país.

El complejo cuadro político y social que describe la época de Clarín tiene su lógica repercusión en el mundo de las artes, que abandonarán las tendencias románticas e idealistas propias de la primera mitad del siglo para centrarse en una visión más inmediata y objetiva de la realidad.

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