
El gran libro de los ángeles – Ideas y teorías sobre los ángeles – The great book of angels
El siguiente texto es un extracto del libro El gran libro de los ángeles(ISBN: 9781646994830) Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por Philippe Olivier, Aurelio Penna, Surabhi E. Guastalla, publicado por de Vecchi /DVE ediciones.

¿Se han convertido los ángeles en una moda?
Alguien podría pensar así después de verla increíble cantidad de publicaciones —algunas de bastante calidad— que se han editado últimamente sobre este tema. Pero, aunque así fuera, se dice siempre que una moda nace y sobre todo se consolida cuando existe una fuerte demanda por parte del público o, al menos, cuando este se encuentra preparado para asumirla.
Seres imaginarios, emblemáticas figuras, simples alegorías o criaturas muy reales, considerados los intermediarios entre el hombre y la divinidad, los ángeles ocupan un lugar muy incierto en la historia de las creencias en general y de las religiones en particular.
Símbolos esotéricos para unos, criaturas ideales para los demás, los ángeles han despertado siempre una gran curiosidad, a menudo lejos de toda preo-cupación espiritual.
Y a pesar de su invisibilidad —independientemente de los numerosos testimonios de encarnación que trataremos a lo largo de la obra—, nunca han dejado de ocupar el primer plano del escenario, generando desde disputas —la famosa discusión sobre el sexo de los ángeles— a actitudes de ironía o verdaderos actos de fe disfrazados de proselitismo.
Por tanto, no sorprende en absoluto que esos seres desencarnados hayan sido origen de una abundante imaginería que las artes occidentales — al igual que las de los países evangelizados a lo largo de los siglos— han convertido en una especialidad propia.
Buscando alegremente su inspiración en las Escrituras(el Antiguo y el Nuevo Testamento, claro está, pero también en ciertas epístolas de San Pablo, por ejemplo), los artistas de todas las épocas y regiones han realizado representaciones todavía más libres, más aún cuando los «temas» de sus obras eran por esencia etéreos.
El imaginario individual contribuyó de esta manera a desarrollar un imaginario colectivo que, con toda la razón, puede considerarse como un verdadero fenómeno cultural.
Desde este punto de vista, la historia de los ángeles atraviesa de ese modo no sólo la historia delas diferentes religiones monoteístas, sino también la de la sociedad occidental en general.
En nuestro caso, el interés que están suscitando los ángeles desde finales del pasado milenio parece esconder algo más profundo: ansiedad y malestar, deseo de conocer y entender, necesidades existenciales desconocidas durante demasiado tiempo, sed de espiritualidad, exigencia de empezar otra vez, de «nacer de nuevo».
Los tres últimos siglos, desde la Ilustración hasta nuestros días, han registrado una serie casi increíble de progresos para la humanidad, pero de carácter únicamente material, como el crecimiento del poder sobre la naturaleza, pero también sobre los otros hombres, y el aumento de conocimientos teóricos y prácticos.
Pero junto a esto, todavía no se ha verificado un crecimiento paralelo de la espiritualidad, un ahondamiento en el conocimiento y en la responsabilidad, también en este caso, hacia la naturaleza y hacia los otros hombres, sino que, por el contrario, se ha producido una especie de regresión, una aridez en lo que a sentimientos humanos se refiere, una dispersión y una pérdida de los valores que han dado paso al cinismo y al renacimiento del ab- surdo y de la vulgaridad. No ha sido hasta que los éxitos de la ciencia y la gran proyección política de nuestro siglo han hecho pensar en la posibilidad de realizar una hipótesis sobre un progreso exponencial imposible de frenar, que no se ha percibido realmente la necesidad de reflexionar sobre tal dicotomía.
Pero cuando ha quedado claro que la ciencia por sí misma no podría proporcionar al hombre la felicidad y ni siquiera lo necesario para vivir, sino que, por el contrario, practicada sin discernimiento ni moralidad, hubiera podido llegar a destruirlo; cuando se ha hecho evidente que las utopías no tenían la posibilidad de convertirse en realidad, entonces ha sido imposible sustraerse a una profunda, auténtica y dolorosa toma de conciencia.
Para intentar llenar los vacíos que se habían creado y llegar a la comprensión, ha sido necesario recurrir al patrimonio más escondido de la humanidad, a su sabiduría ya sus tradiciones acumuladas a través de milenios, buscando al mismo tiempo unir todo esto a los conocimientos reunidos por la ciencia moderna.
A través de este trabajo aparece con toda su importancia la dimensión espiritual del hombre que no niega la parte material sino que, al contrario, la valora y la complementa, y la convierte en mucho más rica.
De este modo, en este universo redescubierto, también vuelven a volar los ángeles.
Hasta podríamos llegar a decir que se han puesto de moda otra vez; sin embargo, el término parece algo restrictivo, porque al evocar una dimensión un poco fatua y consumista se banaliza e incluso se ofende lo que realmente es una sincera, comprometida y dolorosa búsqueda del ser humano contemporáneo.
A esta búsqueda espiritual queremos ofrecer una modesta contribución a través de las páginas de este libro.
Los Ángeles En El Mundo Del Pensamiento

de la catedral de Notre-Dame, París
Parece como si el problema de los ángeles no fuera más que una cuestión sutil y de poco peso, exactamente igual a la pluma de un ala, pero en cambio se trata de un problema grave que implica realidades muy sólidas sobre la controvertida presencia de estos etéreos habitantes de los espacios siderales.
De hecho, los argumentos que se utilizan para negar la existencia de los ángeles pueden usar sede igual forma para negar la existencia de Dios.
Se trata, desde luego, de argumentos respetables y que tienen el mismo valor que los que se adoptan para sostener la tesis opuesta, pero que si se aceptaran cortarían de raíz cualquier discurso acerca de la realidad de los ángeles, relegándola a una mera proyección fantástica de nuestras circunvoluciones cerebrales o, como mucho, dejarían espacio al análisis literario sobre una tradición poética de fábulas que se repiten en todo el mundo.
Es decir, se hablaría de la angelología como corolario de la teología. Aclarémoslo un poco: solamente si se acepta la existencia de Dios —esa hipótesis de inteligencia, de voluntad y quizá de amor que muchos creen que es el creador y el gobernador del mundo— es posible aceptar la existencia de los ángeles.
Esto es posible, pero no absolutamente necesario. De hecho, Dios está seguramente capacitado para existir y obrar sin una corte de ángeles rodeándole. O quizá no, porque si, tal y como se ha dicho siempre, «Dios necesita a los hombres», del mismo modo podría necesitar a los ángeles, o simplemente los utilizaría para llevar a cabo sus planes.
Si el universo tiene un sentido, una racionalidad, una armonía o una finalidad, entonces está claro que los hombres (y con ellos los animales y las plantas), que ocupan sólo un fragmento infinitesimal de este universo, no son necesariamente las únicas criaturas posibles, y que existen. Es más, si fuera así, podríamos decir que se trata de algo extraño, de algo anormal.
Sería perfectamente lógico que, junto a los hombres, existieran otras criaturas, quizás en el interior de mundos diversos y paralelos, con fisonomías y características distintas e inmersos en dimensiones desconocidas, que huyen de las tradiciones dentro de las que estamos obligados a conducir nuestra vida en la tierra.
El hecho que luego estas entidades puedan tener una consistencia etérea y puramente espiritual o que estén privadas de esta materialidad que, al menos en parte, nos caracteriza no nos tendría que sorprender tanto; sobre todo desde que la física contemporánea nos ha enseñado que la materia, tal como se concebía en el pasado, con una consistencia espacial tangible e indestructible, en realidad no existe, porque se trata sólo de una condensación parcial y temporal dela energía que invade todo el universo. Demos, pues, espacio a los ángeles, percibámoslos junto a nosotros, reconozcámoslos como hermanos, como si fueran hijos de un mismo Padre, compañeros de camino en este viaje fascinante y misterioso que es la existencia.
Pero ¿qué es un ángel?
Las enciclopedias lo definen como «mensajero» o «ministro» (del hebreo mal’akh), con un sentido específicamente religioso de ser sobrehumano, intermediario entre el cielo y la tierra, entre Dios y los hombres. Unos seres que Dios utiliza para las anunciaciones a los hombres y para que se cumpla su voluntad en la tierra (Treccani).
El término hebreo se tradujo en griego como aggelos, de donde deriva nuestro «ángel».
Los ángeles son los habitantes de un reino intermedio entre Dios y el hombre y como tales llenan un vacío.
En sus diversos contactos con el mundo humano pueden llegar a asumir formas absolutamente imprevisibles.
¿Son los ángeles una leyenda o una realidad?

(detalle), de Reynaud Levieux, en
torno a 1651, Villeneuve-lès-Avignon
Cada uno de nosotros debería tener la posibilidad de conocer todo lo que se ha dicho y se dice sobre los ángeles para poder extraer sus propias valoraciones, y decidir personalmente lo que acepta y lo que rechaza de tales tradiciones. Seguramente, un análisis de este tipo daría paso a un gran enriquecimiento personal.
El ángel constituye una de las figuras con las que más a menudo se tropieza al referirse al problema de lo divino. Se encuentra siempre presente en las diferentes creencias, incluso a través de imágenes distintas. En concreto, respecto a Occidente, es importante recordar que fue reconocido como «artículo de fe» por el IV Concilio Lateranense, en 1215.
Antiguamente, los ángeles gozaron de una enorme fortuna que se dio a conocer, a través dela reflexión teológica, y básicamente, mediante las leyendas, la literatura y el arte.
En cambio, los hombres de las últimas décadas han encerrado generalmente a los ángeles entre los recuerdos, dulces y a veces añorados con nostalgia, de la infancia.
La verdad es que en el siglo XX importantes autores y estudiosos como Henri Corbin, Daniélou, Maritain, Bulgakov, Von Balthasar y De Lubac hicieron interesantes reflexiones sobre los ángeles; sin embargo cabe señalar que la angelología estuvo prácticamente ausente de la teología del siglo pasado, ya que, según ella, los ángeles forman parte de aquellas mitologías cristianas que deben desaparecer.
Por fortuna, en estos últimos años se ha manifestado una fuerte tendencia que es totalmente contraria, puesto que los ángeles están volviendo con prepotencia al primer plano —si puede aplicarse este término al referirnos a unos seres tan dulces y livianos— y están suscitando un apasionado interés en todos los niveles de la sociedad yen todo el mundo.
El profesor universitario Giorgio Galli, ilustre politólogo y profundo estudioso de culturas esotéricas, escribe: «Los ángeles que han aparecido de nuevo, en estos años, en las sociedades occidentales no son los de la tradición cristiana y católica. No son los mensajeros de la divinidad, como aclara la etimología de la palabra. No son los conductores del ejército celestial, con el arcángel Miguel al frente, que desafía la armada del demonio.
»No son los ángeles de la guarda de la tradición, presentes en la infancia de las generaciones nacidas hasta la segunda guerra mundial.
»Los ángeles que han aparecido ahora son otra cosa. Creo que puede decirse que son los ángeles de la nueva era: formas de energía con las que quien cree en ellas puede entrar en comunicación; también mandan mensajes, pero no solamente los del Dios de la tradición judeocristiana, sino los de las más diversas entidades, de sabios de eras antiguas a habitantes de los mundos más lejanos.
»Son también acompañantes en otras dimensiones, ángeles de luz, la aparición de los cuales sería una experiencia que parecería común a las personas que acaban de salir de un coma profundo, según lo que retienen y pueden informar a los investigadores de este campo».
Ideas y teorías sobre los ángeles
El «problema de los ángeles», si puede llamarse así, ha suscitado desde siempre un gran interés y una fuerte implicación por parte de una multitud imponente de historiadores, pensadores, científicos, teólogos, místicos, filósofos, investigadores, poetas, escritores y hombres de cultura.
Santo Tomás de Aquino, llamado con mucho acierto «doctor angelical», es el mayor filósofo dela Edad Media y su filosofía se ha convertido en la doctrina oficial de la Iglesia católica. En su Summa Theologica afirma que el ángel de la guarda se encuentra siempre cerca del hombre, durante la vida y su paso al más allá.
Anteriormente (siglo III), el apologista cristiano Tertuliano afirmaba que el alma, al llegar al otro mundo, «se estremece de gozo al ver el rostro de su propio ángel, que se apresura a conducirla a la morada que se le ha destinado».
Es curioso ver cómo estas afirmaciones encuentran paralelismos en las observaciones que han hecho numerosos científicos contemporáneos ocupados en el estudio de experiencias de premuerte. De estas experiencias, extremadamente interesantes y clarificadoras, trataremos más adelante.
John Milton, sobresaliente poeta inglés del siglo XVII, sostiene en su obra El Paraíso perdido que: «Millones de criaturas espirituales se mueven, sin ser vistas, sobre la tierra, cuando estamos despiertos y cuando dormimos».
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