
Buda y el budismo – Las Fuentes Históricas De La Fe Budista – Buddha and Buddhism
El siguiente texto es un extracto del libro Buda y el budismo(ISBN: 9781683257448) Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por André Senier, publicado por de Vecchi /DVE ediciones.
Las fuentes históricas de la fe budista
El Proselitismo Del Rey Açoka
La historia del budismo comenzó con la de una comunidad de monjes mendicantes que se agruparon en la llanura del río Ganges, unos quinientos cincuenta años antes del comienzo de la era cristiana, alrededor de la persona de Gautama, Buda. Nada sabemos con precisión de todo lo que concierne a este último, por ello debemos buscar datos en textos legendarios para conocer la realidad de este personaje. De hecho, los documentos históricos suponen un bagaje bastante escaso.
Las tradiciones más antiguas del budismo se han conservado en Ceilán —actualmente Sri Lanka—,donde ciertas producciones relativamente modernas han venido a ampliar este viejo patrimonio por simple yuxtaposición, si bien manteniendo intacta la parte más antigua.
El conjunto de estos textos forma la literatura sagrada, redactada en lengua pali, única versión en la que se conserva el original completo. En este dialecto, que llegó a la isla desde el sur de la India y está estrechamente emparentado con el sánscrito, se considera que se expresó originalmente la doctrina.
Los documentos más antiguos datan de los siglos V y VI a. de C., si bien también estos proceden de alguna fuente muy anterior. Mahinda, hijo del rey indio Açoka que vivió hacia el año 260 antes de nuestra era, habría sido el propagador del budismo en Ceilán. Açoka, que había abrazado la fe budista y unificado bajo su autoridad la casi totalidad dela India, extendió la nueva doctrina por todos sus territorios. En torno al año 252 convocó un importante concilio a fi n de fijar esta creencia y creó un consejo de las misiones extranjeras para divulgarla por todo el mundo.
Existen varias escuelas budistas. En la Edad Media sus representantes las reunieron en tres grandes categorías: la del budismo hinayana, o «pequeño vehículo»; la del budismo mahayana, o «gran vehículo», y la del budismo tántrico. El «pequeño vehículo», el más antiguo, pretende remontarse al mismo Buda y se dirige a los que son llamados para la última renuncia. El «gran vehículo», posterior a la era cristiana, declara querer llegar más lejos y dirigirse a un mayor número de criaturas. Se apoya en una interpretación más profunda de los textos antiguos y en las revelaciones escalonadas a lo largo de los siglos. En cuanto a la vía tántrica, esta consiste en la superposición de relatos mitológicos budistas y prácticas sivaítas y paganas: se alcanza la salvación a través de la magia y los ritos.
Una Tradición Transcrita Por Los Monjes
Diferentes concilios, además del de Açoka, se celebraron después de la muerte de Buda. Se acepta, en lo que respecta al canon pali, que las palabras delos bienaventurados sólo se habrían puesto por escrito unos cien años antes de nuestra era. Algunos descubrimientos arqueológicos demuestran que en la época del rey Açoka era bien conocida la existencia de una ciudad llamada Kapilavastu, situada al norte de Benarés, así como un lugar llamado Lumbini, en el que la leyenda sitúa el nacimiento de Buda y al que este rey iba en peregrinación.
Açoka hizo referencia en sus edictos, por otra parte, a siete obras que figuran en los textos canónicos. Finalmente, el descubrimiento, en Nepal, de algunas inscripciones halladas en un relicario demuestra que el culto de las reliquias del gran fundador ya existía en el siglo III a. de C. Los datos biográficos y geográficos relativos al Maestro o a sus discípulos no han sido inventados por completo; además, la tradición jainista, cuyo fundador fue un contemporáneo de Buda, nos da determinadas garantías, como, por ejemplo, de la existencia de Devadatta, un pariente rival de Sakyamuni que encontramos en la leyenda.
Se puede adelantar que algunos elementos de la tradición fueron fijados con bastante rapidez por los monjes deseosos de recoger las lecciones y los códigos de la disciplina de su guía. Este acervo, en primer lugar oral, se enriqueció con las diferentes fraternidades, cuyas relaciones eran muy frecuentes, y con desarrollos escolásticos, líricos, míticos y legendarios. Así fueron fijados los cánones del budismo hinayana a partir de materiales muy antiguos pero bien pronto articulados de una forma definitiva. Es lo que se llama las cestas, de las que las dos primeras (la del Discurso y la de la Disciplina)son probablemente coetáneas del siglo posterior a la muerte del Perfecto. Existe también una recopilación claramente más tardía compuesta por antiguos materiales mitológicos refundidos bajo una forma popular: estos son los Jataka, conjunto que recupera de nuevo los relatos de los nacimientos anteriores de Buda.
La vida del príncipe Siddharta, presentada a continuación, es una amalgama de la triple corriente de la que acabamos de decir algunas palabras, con una fuerte influencia mahayanista, como es evidente: en efecto, el énfasis devoto, o bhakti, ocupa un amplio espacio, rasgo muy específico del mahayana («gran vehículo»).
La leyenda del Buda Gautama
Las Mil Vidas Del Perfecto
Antes de convertirse en el Perfecto que vino a este mundo para enseñar a los hombres el camino dela salvación, Buda Gautama conoció un incalculable número de existencias. Y durante cada una de ellas, tanto si no era más que un humilde animal que habitaba en los grados inferiores de la escala de los méritos como si era un hombre, numerosos signos indicaban su gloria futura.
Se cuenta que vivía, más de cien mil años antes de su última existencia, encarnado en un hombre rico y poderoso llamado Thumeda. Sin embargo, dado que no dejaba de reflexionar sobre la muerte y la vanidad de todas las cosas, decidió entregar todo cuanto poseía y retirarse a vivir en soledad. En aquella lejana época enseñaba Deipinkara, uno de los sabios que fi gura en la larga lista de los Budas que iluminaron la tierra con su ciencia. Un día, mientras iba recorriendo la región para predicar la ley, llegó a un lugar en que el estado del camino, devastado por la intensidad de las lluvias, le impidió continuar su peregrinación. Dado que, antes de que él llegara, la población se había reunido para reparar la calzada estropeada por las aguas, Thumeda se sumó a la multitud y se puso manos a la obra con gran entrega. Cuando ya casi había acabado el tramo que le había correspondido arreglar vio aparecer a Deipinkara y su séquito de monjes.
Entonces, para rendir homenaje al Maestro, se echó sobre el tramo que le faltaba por arreglar y le rogó que pasara sobre su cuerpo con todo su séquito a fi n de que no se interrumpiese la marcha del cortejo. Deipinkara aceptó, fijó un tiempo de descanso y le dijo:
“Santo ermitaño, eras rico y voluntariamente te has convertido en pobre; eras orgulloso y te has convertido en el más humilde de los hombres. Te anuncio que un día, cuando hayan pasado muchos siglos y la ley sea de nuevo desobedecida por los habitantes de este mundo, te convertirás en el más grande de todos los Budas».
Aquel que bajo el nombre de Buda Gautama debía proclamar la «Gran Huida» se encarnó una última vez, después de mucho tiempo, en el seno de Maya, en el país de los sakyas, que se encuentra en el centro de la llanura del Ganges. Esta es su historia tal como nos ha llegado a través de la tradición.
El Nacimiento De Siddharta
Cuando llegó la hora de producirse su último nacimiento en este mundo, hacia el año 550 antes dela era cristiana, Buda eligió como padre al rey Suddhodana, que reinaba desde la ciudad de Kapilavastu sobre el pueblo de los sakyas. Por esta razón, más tarde le sería entregado el título de Sakyamuni, el sabio de la casa de los sakyas. No lejos del palacio real discurría el Rohini, un afluente del Ganges al que los documentos más antiguos ya denominan con ese nombre.
Suddhodana tenía por esposa a Maya, a la que se había anunciado, cuando no era más que una niña, que un día sería la madre del Salvador de los hombres. He aquí que un día, mientras estaba dormida en su habitación, tuvo el siguiente sueño: cuatro genios entraban en su habitación y la transportaban a la cima del monte Merou, la montaña sagrada del Himalaya. Allí se le apareció un elefante blanco que sujetaba con su trompa un loto blanco. El animal dio tres vueltas alrededor de la mujer y la dejó después a su derecha, según el ritual sagrado llamado pradakshina; a continuación, inclinándose ante ella, le abrió el regazo con uno de sus colmillos y desapareció.
Al despertarse, le contó el sueño a su marido, quien pidió a los adivinos de la corte que lo analizaran. Estos le predijeron el nacimiento de un hijo que se convertiría en la luz del universo. Cuando se acercaba el momento del parto, la reina Maya, con el consentimiento de Suddhodana, su marido, se dirigió a la tierra de sus padres. Apenas había comenzado el viaje cuando, en el bosque de Lumbini, nació un niño portador de treinta y dos signos superiores y de ochenta marcas inferiores.
Con gran asombro por parte de quienes lo rodeaban, el niño se levantó, dio siete pasos en dirección al sol naciente y dijo: «Yo, Bodhisattva, alcanzaré el primer rango en el mundo». Dio otros siete pasos hacia el sur y añadió: «Seré digno de las ofrendas de los hombres y de los dioses». Después, girándose hacia el norte, dio de nuevo otros siete pasos y dijo: «Este es mi último nacimiento. Pondré fin al nacimiento, a la vejez, a la enfermedad ya la muerte. En medio de todos los seres, no tendré superior». Marchando, finalmente, hacia poniente, dijo de nuevo: «Venceré a Mara, “el tentador”, y llevaré la paz incluso a la región de las sombras».
Al mismo tiempo y en otro lugar nacía Yasodhara, su prima y futura esposa, y también Nanda, suprimo, que se convertiría en su discípulo preferido, y Kathanka, el caballo sagrado con el que se escapó del palacio de su padre. Después, en el bosque de Uruvela, nacía de la tierra el árbol de Bodhi, bajo el que un día el Perfecto recibió la iluminación.
Maya murió siete días después de haber traído al mundo al niño predestinado, porque la madre de Buda no debía volver a tener ningún otro hijo. Los adivinos profetizaron entonces a Suddhodana que si su hijo permanecía en el mundo llegaría a ser el Sakravarti, «el que hace girar la rueda de los mundos», es decir, el rey de reyes que sería maestrode la Gran Tierra, pero que si renunciaba al mundo se convertiría en la luz de los hombres. El rey, que deseaba para su hijo una investidura profana, pidió entonces a los sabios que le enumeraran los signos que podrían señalar la vocación del alejamiento: “Cuatro signos le indicarán —le dijeron— cuál es su camino: encontrará a un anciano, después a un hombre enfermo, a continuación a un muerto y para terminar a un monje». Suddhodana hizo entonces vigilar las puertas dela ciudad, alejó a los enfermos y a los religiosos, y se preocupó de que sus habitantes fueran únicamente jóvenes. Además, confió a la hermana de Maya, a la que había convertido en su nueva esposa, la tarea de educar al niño, al que bautizó como Siddharta,«el que cumple».
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