Mi hija se ve gordita – My daughter looks chubby
El siguiente texto es un extracto del libro Mi hija se ve gordita(ISBN: 9781644613719) Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por Dra. Dominique-Adèle Cassuto, publicado por de Vecchi /DVE ediciones.
¿Es grave, doctor?
No existe nada más habitual que una adolescente lamentándose por estar demasiado gorda. ¿Pero está gorda de verdad o es sólo la imagen que tiene de sí misma en su cabeza? Ante todo, es fundamental saber dónde radica exactamente el problema para poder darle respuesta de la forma más adecuada posible.
Desde hace algún tiempo, la escena se ha convertido en un clásico de la vida familiar. Plantada ante el espejo, con un montón de ropa a sus pies, su hijas e observa de arriba abajo con una mirada despiadada y una mueca pesarosa. «¡Es horrible! No puedo ponerme nada, ¡estoy demasiado gorda!», acaba diciendo trágicamente. Ya está dicho, «demasiado gorda», el adjetivo que hunde a la adolescente de 13 o 14 años… Y para los padres es la señal de que su adolescente entra en una etapa turbulenta no siempre fácil de controlar. Con un ojo clavado en la báscula y otro en el plato, está dispuesta a ayunar para perder todos esos kilos que afirma que le sobran… Y usted se pregunta: ¿hay que ayudarla a seguir una dieta?, ¿es necesario convencerla de que debe aceptarse como es?, ¿es mejor dejarla en paz y esperar a que se le pase?
Antes de optar por una conducta u otra, es mejor empezar por saber exactamente cuál es el problema. Ella cree que está demasiado gorda, pero… ¿lo está de verdad? No hay nada más frecuente que una adolescente obsesionada con adelgazar. Y, con todo, no todas necesitan adelgazar, ¡ni mucho menos! Muchas chicas se palpan la cintura o los muslos con gravedad, convencidas de que son michelines poco agraciados. El primer apoyo que puede darle a su hija es ayudarla a situarse de forma objetiva. Se cree que está demasiado gorda… pero, ¿respecto a qué?, o ¿respecto a quién?
Cintura fina, vientre plano: el modelo Barbie
A menudo, su referencia es la top model que pasea su espigada silueta por todas las revistas. O también su cantante preferida, una grácil «lolita» con minifalda. Las páginas de las revistas, al igual que los platós de televisión o los videojuegos, están plagadas de estas chicas que encarnan la belleza moderna: cintura fina, vientre plano, piernas torneadas… Este es el canon al que aspira toda adolescente coqueta si desea parecerse al ideal femenino vigente. Incluso la indestronable muñeca Barbie nos enseña, ya desde nuestra más tierna infancia, que se tiene que ser (muy) delgada para ser bonita. El problema es que ese cuerpo «modélico» tiene unas medidas y un peso muy por debajo dela media y, por lo tanto, casi imposible de alcanzar para una persona de constitución normal. Así pues, no es nada sorprendente que su hija maldiga delante del espejo cuando se prueba el pequeño top que «tanto mola» y que parecía tan favorecedor en el maniquí del escaparate… ¡A veces, cuando uno no se parece a lo que desea, la frustración puede ser terrible!
En otros casos, la adolescente puede pensar que está demasiado gorda respecto a sus amigas: la adolescencia es la edad fatal de las comparaciones, justo en el momento en que no significan nada. Porque, aunque tengan la misma edad, no todas las chicas se encuentran en el mismo estadio de la pubertad. Si su hija va un poco más avanzada que las demás, puede ser que malviva la llegada de alguna redondez. O que, por el contrario, tenga la mirada puesta en su vecina, que se ha estirado como un espárrago, mientras que ella sigue teniendo la barriga redonda de bebé…
La verdad de las cifras
Dicho esto, quizá sea cierto que, en efecto, su hija esté demasiado gorda: no respecto a las imágenes de las revistas, ni respecto a sus amigas del colegio, sino en función de lo recomendado por los médicos. Hoy en día se sabe que el sobrepeso y la obesidad causan estragos en cuestión de salud. Sea cual sea la razón, es importante ayudarla a no engordar más: los kilos demás son mucho más difíciles de perder más adelante.
La cuestión es que no siempre es fácil saber si una adolescente tiene sobrepeso o no. Entre las curvas provisionales debidas a los trastornos de la pubertad y la amenaza de la obesidad, no es fácil saber de qué se trata. Para disipar dudas, es importante fijarse en lo cuantificable. Esto significa obligatoriamente medirse y pesarse. Es el momento de la verdad, y quizás ella no tenga ganas de afrontarlo, pero resulta inevitable. El peso y la altura no significan nada por sí solos, pero son necesarios para poder realizar un auténtico diagnóstico. Hoy en día, las formas de cuantificar la obesidad se han hecho efectivamente muy fiables y precisas. La ciencia dispone en particular de una herramienta muy útil: el IMC, o índice de masa corporal. Este se calcula mediante una simple operación: basta con dividir el peso por la altura al cuadrado. Si por ejemplo su hija pesa 48 kilos y mide 1,55 metros, deberá dividir 48 por (1,55 ∞ 1,55). Resultado: un índice de 19,97. Terminada esta operación, puede buscarlas referencias en las curvas de índice de corpulencia como las que figuran en la página siguiente. Y saber si su hija está, o no, «demasiado gorda».
Curvas: modo de empleo
Las curvas del índice de corpulencia son obligatorias en sanidad desde hace años. Fueron establecidas por un grupo de expertos internacionales para definir con precisión las zonas de normalidad y de obesidad, teniendo en cuenta evidentemente la edad del niño y su sexo. La tabla reproducida en la página siguiente es sólo de chicas; los chicos tienen una propia. En efecto, la naturaleza ha creado dos sexos distintos hasta en el reparto de sus masas magras y sus masas grasas. Para saber si está «demasiado gorda» según los criterios médicos, su hija deberá buscar su posición en esta tabla, en el cruce de su edad con su IMC.
La curva de arriba, que corresponde a la cifra 97, marca la línea que no debe superarse: más allá de este límite se entra en la «zona roja» del sobrepeso y la obesidad. Por ejemplo, hemos representado en la tabla a seis chicas imaginarias (designadas por las letras): todas tienen 13 años y la misma altura(1,55 m), pero no el mismo peso en la báscula(por lo tanto, tampoco el mismo índice de masa corporal). Las chicas E y F están, sin duda, «demasiado gordas» a los ojos de los médicos. Según las normas españolas, ambas sufren obesidad, aunque en grados distintos. Sin embargo, es preferible diferenciarlas y hablar de sobrepeso en el caso de la chica E y de obesidad en el caso de la chica F. Todas las demás son consideradas «normales», pero con múltiples matices. La chica D, que pertenece alas «normales altas», es decir, más bien metida encarnes, tendrá por fuerza una silueta muy distinta a la de la chica B, fina como un palillo…
¡Cuidado con los cambios de «zona»!
Presentada de este modo, la ecuación parece muy simple. ¡Sin duda, y para ser honestos, es demasiado! Porque los problemas de sobrepeso no se limitan a un simple punto fijo en un diagrama. También deben evaluarse en el tiempo, estudiando la evolución dela corpulencia durante la infancia y la adolescencia. De ahí el interés de este tipo de diagramas… Sea cual sea el peso al principio, en general todas siguen siempre el mismo movimiento. Durante el primer año crecen muy rápido: es la edad de las rodillas torneadas y los tiernos pliegues que nos gusta acariciar en los bebés. Luego estos van desapareciendo: el bebé regordete se afina cuando empieza a andar y crece más rápido de lo que engorda. Por último, a partir delos 6 años aumentan de nuevo de forma regular hasta el final del crecimiento.
Es lo que podría llamarse la evolución «normal». No obstante, a veces sucede que durante el recorrido el niño sufre algunos pequeños incidentes; por ejemplo, actualmente se sabe que si la corpulencia de un niño empieza a aumentar de forma precoz antes de los6 años significa que existe una predisposición a padecer sobrepeso más adelante. Y más tarde, sea cual sea la edad del niño, es importante comprobar que sigue estando en la misma «zona», es decir, en el espacio comprendido entre dos curvas (por ejemplo, entre las líneas 50 y 75). El paso a una zona superior debe ser una señal de alarma: en efecto, constituye una ruptura respecto a la evolución normal. Por lo tanto, es esencial tener en cuenta cuanto antes un aumento excesivo de peso. Incluso aunque no se encuentre en la zona roja del sobrepeso.
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