
Los tomates – cultivo, cuidados y condejos prácticos – Tomatoes – cultivation, care and practical tips
El siguiente texto es un extracto del libro Los tomates – cultivo, cuidados y condejos prácticos(ISBN: 9781646990429) Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por Guido Sirtori, publicado por de Vecchi /DVE ediciones.
Introducción

La ampliación artificial de la temporada de producción concierne a todas las hortalizas y especialmente al tomate: en la actualidad, en casi cualquier lugar, es posible degustar este maravilloso fruto durante todo el año. El cultivo natural de la planta (es decir, el que no prevé métodos intensivos como el túnel, invernaderos con calefacción, etc.) requiere que el ciclo productivo esté bien distribuido en el tiempo y que se den las condiciones climáticas necesarias (templadas o algo cálidas), lo que significa que prácticamente en todos los pequeños huertos familiares es posible cultivar en la época adecuada esta jugosa baya.
Las características organolépticas de los frutos y sus cualidades alimenticias hacen que el tomate sea una hortaliza muy apreciada; por otra parte, su fácil manipulación, que permite la conservación durante periodos muy prolongados, lo ha convertido en una de las hortalizas más utilizadas por la industria alimenticia.
Consumido fresco, contiene elevados niveles de sales minerales y vitaminas. «Transformado» permite ampliar el tiempo de uso, incluso durante varios años. Al éxito de esta hortaliza ha contribuido su difusión en todas las regiones del mundo, así como lo atractivo que resultan los colores y la forma de los frutos en todas las épocas del año.
El único inconveniente, que los recientes estudios tienden a contrarrestar, es la reducida duración del producto fresco, debida al hecho de que la maduración prosigue cuando el fruto ha sido separado de la planta, lo cual da lugar a rápidos fenómenos de degeneración de los tejidos por el progresivo aumento de la acidez de la pulpa. Sin embargo, el tomate continúa siendo la hortaliza más cultivada y más consumida en Europa, y quizás en el mundo entero.

Originario de América del Sur, llegó a Europa con Cristóbal Colón. Inicialmente, la planta fue utilizada sólo como motivo ornamental debido a su aspecto, ya que sus frutos eran considerados tóxicos. En la mayor parte de países europeos su nombre proviene del azteca tomatl, que ha dado lugar a la palabra tomate con la que se le conoce en España, Francia, Alemania, Portugal y otros lugares, y al término tomato utilizado en inglés. En Italia, sin embargo, ha recibido el nombre de pomodoro, vinculado a la inicial coloración amarilla de la piel, que bajo los rayos del sol resplandece con un hermoso color amarillo dorado.
Cuando el tomate comenzó a utilizarse como alimento, este jugoso fruto sólo se consumía cocido, como condimento, debido a su característico e intenso sabor. Más tarde, pasó a consumirse también fresco, como acompañamiento o decoración para todo tipo de alimentos. El reducido tiempo de consumo del fruto en estado fresco lo impulsaron hacia la transformación industrial, ya muy activa desde principios del siglo XX en la producción de zumos, salsas, concentrados y conservas.
Pasemos a conocer mejor este aliado de nuestras mesas, a aprender cuáles son sus características botánicas y a seguir paso a paso todo el ciclo del cultivo.
Finalizaremos con un repaso de las enfermedades que pueden afectarle (y cuáles son los remedios más adecuados).
Conocer la planta
Características botánicas

El tomate pertenece a la familia de las Solanáceas, junto con otras especies hortícolas, como las patatas y las berenjenas, a las que se parece sobre todo en las flores y en los frutos. Estas tres especies contienen un alcaloide, la solanina, que cuando está presente en elevadas cantidades puede resultar incluso tóxico (quizá se deba a esto que el fruto, en un principio, fue considerado venenoso). El nombre asignado por Linneo fue Solanum lycopersicum L., que quedó como designación oficial. Posteriormente, Mill cambió el nombre por Lycopersicum licopersicum o Lycopersicum esculentum, afirmando que las diferencias con las otras plantas del género Solanum, como la patata y la berenjena, eran sustanciales, de manera que quedaba justificada la creación de un nuevo género.
Las numerosísimas variedades presentes en el comercio se diferencian por el desarrollo de la parte aérea de la planta y de sus raíces, las dimensiones y la forma de las hojas, el número y la distribución de las flores en el racimo y, principalmente, por la forma del fruto y la consistencia de la piel. Todas las variedades tienen el tallo verde y herbáceo, inicialmente derecho y más tarde curvado, y pueden ser cultivadas vertícalmente unidas a una estructura de soporte o sobre hilos en el cultivo en invernadero, o directamente sobre tierra. Los órganos de la planta están revestidos de numerosos pelos que segregan, al ser rozados, una exudación no irritante, que ensucia las manos con un color amarillo verdoso y que es responsable del característico olor de la planta.
La raíz
En las plantas nacidas de semilla se desarrolla preferentemente un sistema radicular pivotante (axonomorfo), que se introduce en la tierra hasta más de un metro; si la planta sufre uno o dos trasplantes, las raíces tienden a extenderse y adquieren forma fasciculada y una distribución más superficial. De este modo, la planta está provista de ambos tipos de raíz y tiene la posibilidad de captar el agua y las sales minerales en diferentes estratos del terreno, con lo que reduce al mínimo la eventual fatiga derivada de las condiciones desfavorables(sequía, falta de nutrientes, etc.).
Por otra parte, durante todo el ciclo de cultivo, la parte baja del tallo en correspondencia con los nudos, cuando se pone en contacto con el suelo, puede producir otras raíces de tipo adventicio que hacen a la planta más vigorosa activa desde el punto de vista productivo.
Por este motivo, en los huertos se procede a recalzar las plantas, es decir, acumular tierra en torno al tallo, para mejorar el soporte de la vegetación y favorecer la formación de raíces secundarias.
El tallo
El tallo, inicialmente erguido, tiende a curvarse con el crecimiento de la planta, dado que su estructura sigue siendo herbácea y voluble. El crecimiento vertical comporta la necesidad de sostener la planta, ya que el tomate puede alcanzar incluso alturas superiores a 2-2,5 m (por ejemplo, la variedad San Marzano). Otras variedades se acomodan sobre el terreno y ofrecen un aspecto matoso y bajo: en este caso, las dimensiones son reducidas, especialmente en variedades de tomate para la industria (como la Cico).
Con el desarrollo vertical que lleva a la prolongación del tallo se forman, de manera alterna, hojas y ramificaciones florales. En la axila de cada hoja, especialmente en las variedades indeterminadas, se producen yemas laterales que, durante todo el periodo de cultivo, deben eliminarse para evitar una excesiva proliferación de vegetación que retardaría la obtención del fruto.
A lo largo de todo el tallo, y en correspondencia con las nervaduras foliares, se encuentran numerosos pelos que segregan un líquido coloreado. Con el tiempo, el tallo principal aumenta de volumen rápidamente y adquiere una coloración marrón verdosa y conforma de costilla.
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