
Sexo y sentimientos (Versión hombres) – Sex and feelings Version for men
El siguiente texto es un extracto del libro Sexo y sentimientos (Versión hombres)(ISBN: 9781644614297) Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por Dr. Sylvain Mimoun y Rica Étienne, publicado por de Vecchi /DVE ediciones.
La Insoportable
Levedad Del Sexo
Una pareja asiste a la consulta a causa de problemas amorosos. El hombre, de treinta y seis años, no tiene erecciones desde hace unos meses y sufre por su incapacidad de tener relaciones sexuales. Su mujer está presente en la entrevista. Él aporta detalles mecánicos, pasa revista a toda la «maquinaria»; ella, por el contrario, se dedica a describir el clima de su relación. Está claro que algo va mal entre ellos: el trabajo de ella es estresante y la absorbe, mientras que él no suele colaborar en casa, ni siquiera para meter un plato en el lavavajillas; es fácil, ella se encarga de todo. Entonces él interrumpe, molesto, y añade: «¡Si estamos aquí es porque no me empalmo, no por esas pequeñeces!». Así, llegamos al núcleo de la cuestión.
Para ella, la relación sexual forma parte de un todo. De hecho, la mujer se sentía incomprendida y sola, y se fue aislando poco a poco de él; después de haberse mostrado pasiva durante meses, se volvió distante, y ahora incluso tenía brotes agresivos. Por su lado, él se había dado cuenta de que ella no tenía relaciones sexuales a causa de su incapacidad de erección. Sin embargo, ella sabía bien que era a causa de su insatisfactoria relación… Al final tenían razón los dos. Cuando él ha empezado a ser consciente de su dejadez en el hogar, su mujer se ha sentido más comprendida y ha modificado su actitud, lo que le ha devuelto a él… sus erecciones. En la última visita ella incluso ha dictaminado: «Desde que estás más cerca de mí (en la cocina, se sobreentiende), hacemos mejor el amor; no necesitabas la Viagra® para salir de esta». Una encuesta norteamericana ha confirmado que, en cierta medida, los hombres consiguen de una manera más fácil los favores de su pareja cuando se implican más en las tareas de la casa. Claro está que no hace falta meter las manos en la masa para hacer el amor pero la falta de colaboración resulta dañina para la convivencia y para la parte relacional (y en esta palabra están las relaciones…, ¡también las sexuales!).
Esta pareja, con su problemática, constituye un poco la metáfora de la Historia (con mayúsculas) íntima de los hombres y de las mujeres. Ellas han sido siempre pasivas y ariscas, y ahora se sienten reivindicativas y exigentes, lo que comporta que su compañero tenga ciertas inquietudes metafísicas, acompañadas de fracasos sexuales cada vez más frecuentes.
Sin embargo, para los hombres todo funcionaba muy bien desde hacía millones de años: traían el sueldo a casa —o la caza, en tiempos remotos— y las mujeres cuidaban a los niños; ellos estaban fuera de casa, mientras que ellas se quedaban confinadas en el hogar; ellos se sentían poderosos e indispensables, mientras que ellas no tenían ni siquiera el derecho a hablar, y mucho menos el reconocimiento social pues el mundo pertenecía a los hombres. Era normal que, a cambio de lo que aportaban los hombres, tuvieran compensaciones (un hogar bien cuidado, niños educados, disponibilidad sexual…): una vida de escaparate que respondía a la presión de tener que triunfar socialmente. Y, además, las mujeres no exigían un orgasmo.
Luego llegó el sobresalto liberador de las primeras feministas, el derecho al voto, la liberación sexual, la píldora, el aborto, el trabajo fuera del hogar y la independencia económica (que ha permitido que las mujeres se divorcien en vez de seguir sujetas a su compañero por falta de medios). Hasta aquí los hombres pudieron seguirlas, comprenderlas, decir que era algo justo y que, después de siglos de falo centrismo, ellas también podían pedir que se las reconociese, pero las mujeres no se plantaron en medio del camino: en apenas algunos decenios han recuperado todo el tiempo perdido y se han puesto a realizar exigencias abusivas. ¿Qué reivindican las mujeres de hoy en día? Hombres fuertes (aunque no demasiado porque entonces se -rían machotes), tiernos (pero sólo lo justo; si no, serían cursis), que las hagan reír (pero sin excesos porque, si no, serían payasos), seductores (pero con mesura porque, en caso contrario, estarían constantemente celosas), que las respeten (pero que también las exciten), que las tranquilicen (pero que tengan imaginación y sentido de la aventura). Total… esperan seguridad y sentimientos, confianza y reciprocidad, con una buena dosis de humor y de sensibilidad: en definitiva, la cuadratura del círculo. Y algunas incluso desean el derecho a la estabilidad económica con el marido que ellas quieran y con el amante que elijan y que puedan dejar cuando quieran. Todavía se encuentran pocas así pero, dentro de una generación, ¿quién dice que no habrán alcanzado al hombre en su propio terreno?
Puede que la báscula se haya desequilibrado… Ellos, desanimados, se preocupan; sus puntos de referencia han sido destrozados, dispersados, pisoteados. Pater familias, cabeza de familia, patriarca… Todas estas palabras han ido vaciándose de contenido…Fragilizados y despavoridos, se encuentran divididos entre la pérdida del paraíso y la tentación de dejar salir su lado femenino, como les exhorta toda la sociedad. «¡Ni siquiera temer a las mujeres!», llevaba escrito un treintañero en la camiseta, con letras rojas. De la broma a la amenaza… es mucho mejor que la desconfianza y la guerra de sexos. En Estados Unidos, todo esto se encaja relativamente bien gracias a la presión de un feminismo radical y muy influyente. Los hombres ya no se atreven a seducir a las mujeres o a proponerles que se acuesten con ellos la primera noche por miedo a convertirse en sospechosos (hasta la exageración) de violación o acoso sexual. La galopante judicialización de la sociedad ha reprimido las relaciones de pareja.
¿Qué hay que hacer para ser constructivo y evitar situaciones como las anteriores? Hay que tomar conciencia de los cambios que se han producido; dicho de otra manera: hay que hacer un análisis de la situación y reflexionar conjuntamente sobre la manera de reencontrar la armonía dentro de la pareja. Tras una dominación masculina de varios siglos no es deseable que se instale ahora una femenina. Dentro de algunos decenios, quizás el equilibrio se haya restablecido entre las dos partes, pero ya no estaremos aquí para verlo. Es mejor ser felices aquí y ahora que lanzarse a una nueva guerra.
Hombres y mujeres, diferentes pero complementarios

Puede ser divertido realizar un pequeño inventario de las desavenencias habituales entre hombres y mujeres aunque, eso sí, con cuidado: no todos los hombres se comportan de la misma forma, lo mismo que las mujeres, afortunadamente. No existen normas universales ni leyes psicológicas grabadas sobre piedra. Los hombres pueden tener comportamientos que consideramos «femeninos», y al revés. El sentido de la responsabilidad, la agresividad, la violencia, el poder o la dominación no son necesariamente cualidades propias de los hombres, como tampoco la pasividad, la escucha, la ternura, la acogida o la amabilidad lo son de las mujeres. Hay que renunciara la visión angelical de unas y a la demonización delos otros. Como escribe Élisabeth Badinter, «no hay una masculinidad universal, sino masculinidades múltiples, así como múltiples feminidades. Las categorías binarias son peligrosas, porque deshacen la complejidad de lo real en provecho de esquemas simples y reduccionistas». Mensaje recibido… De todas formas, solemos pensar que la masculinidad, como la feminidad, comporta ciertas actitudes específicas según el género. La psicóloga Yolanda Mayanobe, citada en la revista Psychologies, viene a decir lo mismo. Inaugura su curso con un cuestionario y pide a los estudiantes que contesten a la pregunta «¿Quién soy?» espontáneamente, con cinco respuestas. ¿Qué constata la mayoría de las veces? «Los hombres se definen por lo que hacen: trabajo, deporte, estudios, proyectos…Las mujeres dan sus nombres, hablan de su situación familiar (esposa, madre de tantos hijos, hija mayor, pequeña…), y luego se describen por su carácter: sensible, enérgica…, o por su estado: enamorada, feliz… Algo que los hombres nunca escriben. Las mujeres se sitúan en el ser y dan prioridad a todo aquello que concierne a su afectividad. El hombre se localiza en el hacer: se siente hombre porque actúa.»
Otra «diferencia de estilo» esencial, remarcada esta vez por los estudios de psicobiología: desde una edad muy temprana se desarrollan modos de comunicación muy distintos entre chicas y chicos. Las primeras cuentan con un lenguaje «colaborador», mientras que los segundos emplean uno de «confrontación», según la expresión del psiquiatra Alain Braconnier. Cuando discuten, las chicas ya utilizan fórmulas que expresan su acuerdo, marcan pausas para dejar hablar a los demás, y así buscan un efecto doble: ser agradables y sociables, pero defendiendo enérgicamente su punto de vista. Los chicos, en cambio, interrumpen e interpelan más a su interlocutor buscando el intercambio, queriendo controlar la discusión y, por encima de todo, reafirmarse. En la adolescencia, y más tarde en la edad adulta, estas diferencias continúan manifestándose a pesar de la fuerte atracción por el sexo opuesto, según observa Alain Braconnier.
El principal «desfase» entre los dos sexos se encuentra en el lenguaje (y en su uso), y de esta diferencia derivan todas las demás: las mujeres se muestran atentas y sociales; los hombres tienen la necesidad de reafirmarse y de convencer, sobretodo en presencia de otros hombres, ya que en ese caso se trata de proteger su condición de «macho dominante».
En caso de conflicto, ellas muestran el rechazo completo, lo que significa que también evitan hacer el amor; también pueden explotar y expresar vivamente todas sus emociones. Los hombres tienen más tendencia a tomar distancia y no se manifiestan, sobre todo por lo que respecta a sus sentimientos, lo que sería una muestra de debilidad. De ahí la progresiva escalada del enfado en silencio, cólera e, incluso, violencia. En el mejor delos casos, la crisis permitirá poner encima de la mesa lo que no funciona y reconciliarse al momento; en el peor, aquella derivará hacia el resentimiento, el alejamiento o la ruptura.
Las emociones femeninas y masculinas suelen manifestar sede un modo distinto, y pretender ignorar esto puede conducir a una catástrofe. Por el contrario, apoyarse en ello y usarlo como trampolín para comunicarse y para amarse es posible.
De ahí que sea interesante delimitar mejor las diferencias.
Las mujeres explicadas a los hombres
Por comodidad, una vez más diremos «las» mujeres son…,«los» hombres hacen…, pero, evidentemente, nada es tan sencillo ni está tan definido: algunas mujeres «llevan los pantalones» y algunos hombres tienen la fibra femenina muy desarrollada(sobre todo aquellos que se han dedicado a conocerse);por ello a veces resulta difícil reconocerse en todo momento. Yen esta lectura el humor es el mejor aliado contra la caricatura.
Las mujeres expresan sus emociones
Las palabras sirven para tirar del hilo afectivo, para intercambiar o expresar emociones. Sean estas alegres o tristes, angustiadas o inquietas, las mujeres lo manifiestan, se explican, lo hablan, y esto diluye todas sus tensiones (positivas o negativas).No se sienten cuestionadas porque hayan llorado. Una vez se han desahogado, pueden incluso sonreír y pasar a otra cosa. Para muchos hombres, esta actitud es incomprensible, en el límite de la histeria, no saben lo que quieren: lloran, ríen, cambian de tema… Es cierto que ellos están más acostumbrados a esconder sus sentimientos cuando se sienten mal, como si fueran un signo de debilidad, cuando se sienten frágiles, vulnerables, expuestos, avergonzados… Todo esto es incompatible con su idea de la virilidad. Para resultar creíbles y convincentes, deben mostrarse dueños de sí mismos. A los hombres que han reflexionado sobre sí mismos, o que han tratado con un psicoterapeuta, les resulta más sencillo hablar de sus emociones y están más dispuestos a dialogar. Las mujeres lo aprecian, siempre que ellos no se centren únicamente en su ego.
Para tener una mejor idea de Sexo y sentimientos (Versión hombres) Entenderlo, ayudarlo, por favor continúe esta emocionante aventura haciendo clic en Amazon Spain, Amazon Mexico, Amazon US, Amazon UK, Amazon Australia, Amazon Canada, Amazon India, Casa deLibro, Google, Apple, Scribd, Barnes & Noble, Kobo, Bookbeat, Fnac, Ciando, Amabook,…
Otras lecturas:





