Desarrollo personal

Cómo aprender más estudiando menos – How to learn more by studying less

El siguiente texto es un extracto del libro Cómo aprender más estudiando menos(ISBN: 9781683257578) Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por Jordi Sánchez y María Antonia Maldonado, publicado por de Vecchi /DVE ediciones.

Lectura de textos y localización de las ideas principales

La primera cuestión que debe tratarse en este capítulo concierne al significado de la palabra leer.

Leer no significa reconocer signos gráficos y transformarlos en acústicos con mayor o menor dificultad, sino comprender el contenido que transmite un mensaje escrito. Una lectura lenta y mecánica, realizada con poca concentración y cuyo resultado final es el recuerdo limitado de parte del contenido, no es una buena lectura.

Saber leer implica la comprensión global y total del texto leído, o lo que es lo mismo, saber captar cuáles son las ideas principales que constituyen la base del escrito.

Si comparamos un texto con la bóveda de una edificación románica apreciaremos que esta se sustenta sobre los muros, los cuales constituyen el punto de apoyo del edificio. En un texto esa función la realizan las ideas principales.

También observaremos que esos muros están reforzados por contrafuertes. En el texto esa función la realizarían las ideas secundarias o de apoyo. De este modo, una lectura comprensiva significará localizar y captar tanto esas ideas principales como las secundarias que le sirven de apoyo para descubrir así las relaciones que mantienen unas con otras.

De todo lo dicho hasta ahora podemos deducir que un texto no es un caos sino una jerarquización de ideas. Así pues nuestro primer objetivo será buscar las ideas principales o soportes temáticos del texto.

La lectura de un texto

Antes de empezar a trabajar con un texto debemos de tener en cuenta que la primera lectura constituye una aproximación al tema central y que cuantas más lecturas se hagan, el grado de familiarización con el contenido aumentará de manera progresiva.

Utilicemos un símil cinematográfico: la primera vez que contemplamos una película, lo que realmente nos interesa es seguir y comprender el argumento; ese es el punto en el que se centra nuestra atención, si bien a la vez nos vamos fijando en otros detalles que tengan que ver con la acción general.

La segunda vez que la vemos, descubrimos una serie de pormenores y elementos secundarios que nos habían pasado desapercibidos, lo cual es lógico si tenemos en cuenta que ya conocemos el tema central, con lo que podemos prestar mayor atención a elementos como el vestuario, los decorados, la música o los semblantes y expresiones, por ejemplo. De esta forma nuestro análisis se va haciendo cada vez más profundo.

Este ejemplo sirve para argumentar las distintas lecturas que debemos realizar a un texto.

La primera lectura que hagamos del texto debe ser una lectura de reconocimiento, y el objetivo principal pasará por captar el contenido general. Se leerá el texto en su totalidad, sin entretenernos en frases o palabras que en principio puedan parecernos complicadas ya que lo importante es familiarizarse con el asunto o tema.

La segunda lectura nos permitirá empezar a buscar las distintas ideas principales que deberemos retener; será pues una lectura de rastreo, en la que nuestra guía será:

— la estructura externa del texto, es decir, la disposición atendiendo a los párrafos;

— la estructura interna, o sea, las distintas fases en que se divide la idea general del texto.

Esta segunda lectura será más lenta y reflexiva. La realizaremos bolígrafo en mano, subrayando las ideas centrales, intentando comprender su nexo lógico de unión así como las ideas complementarias de apoyo.

La búsqueda de las ideas principales

Si analizamos la arquitectura interna de un libro nos daremos cuenta que sigue la siguiente disposición:

Cada uno de estos apartados contendrá un número indeterminado de ideas principales que serán más o menos específicas y nuestro cometido será descubrirlas.

La unidad de trabajo y el punto de partida será el párrafo, puesto que un conjunto de párrafos conforma el capítulo y a su vez el conjunto de capítulos constituye el libro.

En cada párrafo (dependiendo de la extensión) podemos encontrar una o varias ideas principales. A menudo esta idea principal se encuentra situada al principio, y el resto del párrafo es una explicación o ampliación matizada de dicha idea principal.

Estructura analítica o deductiva

La idea principal o tesis se encuentra al principio del escrito y el resto de ideas son consecuencias, ejemplos o explicaciones que complementan dicha idea.

Aprender a subrayar ideas

Ahora que ya sabemos dónde se encuentran las ideas principales, debemos aprender a subrayarlas.

La primera conclusión extraída de lo dicho hasta ahora, es que la comprensión de la estructura y organización de cualquier texto pasa por localizar las distintas ideas principales. El paso siguiente será el subrayado de esas ideas atendiendo a distintos códigos que veremos a continuación.

Subrayar significa, tal y como lo recoge exactamente el diccionario de María Moliner, «trazar una raya horizontal debajo de alguna cosa escrita para llamar la atención sobre ella o darle algún sentido particular».

En un sentido más amplio, subrayar implica destacar determinadas palabras o ideas de un texto durante el proceso de lectura mediante el uso de determinadas señales, atendiendo a la distinta importancia que tienen.

El objetivo será comprender y clasificar mejor los distintos conceptos expresados, preparándolos para ser asimilados con una mayor facilidad.

Así pues, el subrayado es una técnica auxiliar de lectura y de estudio que nos servirá no sólo para comprender y retener las ideas leídas, sino también para facilitar al máximo la eficacia del estudio, permitiendo no sólo un ahorro de tiempo ante los libros y apuntes, sino también una mayor asimilación y fijación de los distintos contenidos.

El subrayado debe ser ante todo una técnica de trabajo absolutamente personal. Nadie puede hacerla por nosotros, porque si no pierde todo su valor. Teniendo en cuenta que el subrayado es una forma de comprensión lectora o un paso previo para la elaboración de esquemas o resúmenes, es lógico deducir que se trata de un ejercicio personal. Dicha tarea personalizada, al igual que luego veremos con la toma de apuntes, requiere una estrategia propia, es decir un sistema de codificación, el nuestro, que nos sea cómodo, útil y que nos facilite la labor.

Si nos acostumbramos a utilizar siempre los mismos símbolos, respetando, naturalmente, los significados que les hayamos dado desde un principio, el subrayado constituirá una tarea fácil y práctica que nos ayudará a crear un automatismo de trabajo y de síntesis que facilitará muchísimo nuestra labor.

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