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Enciclopedia mundial de perros – World Encyclopedia of Dogs

El siguiente texto es un extracto del libro Enciclopedia mundial de perros(ISBN: 9781644618783) Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por Isabelle Collin, Marie-Paule Daniels-Moulin, et ál, publicado por de Vecchi /DVE ediciones.

Orígenes y evolución del perro

Subamos a la máquina del tiempo y, retrocediendo unos milenios, veamos cómo aparecieron los ancestros de los perros.

El origen de los mamíferos

Según los diccionarios, un animal doméstico
es aquel que vive en el entorno humano y que
ha sido amansado y adiestrado

En la era primaria, en el periodo Carbonífero, es decir, hace unos 300 millones de años, aparecieron los primeros reptiles.

Durante el Triásico, los terápsidos, unos reptiles a veces llamados «mamiferoides», originaron los mamíferos; y algunos presentaron algún parecido con los cánidos, pero sin serlo. Sin embargo, todos desaparecieron durante la era secundaria.

Al principio de la era terciaria, durante el Paleoceno, el grupo de los mi ácidos, unos pequeños mamíferos carnívoros, se desarrollaron en toda América del Norte.

Estos antepasados de los carnívoros terrestres tenían una talla que podía variar, según las especies, de la del hurón a la del zorro. Eran arborícolas y se alimentaban de todo lo que encontraban, ya fueran plantas, ya carne. Poseían dientes carniceros característicos de los carnívoros. Existieron hasta el Neógeno, pero se extinguieron.

Los mi ácidos supusieron el origen de una parte de los cánidos (América del Norte), delos vivérridos y de los mustélidos (Europa),de los úrsidos (hemisferio norte) y, por otra parte, de los félidos.

Los representantes de estos grupos eran todos de talla pequeña y tenían un régimen principalmente carnívoro.

El perro occidental

Durante el Oligoceno (hace 35 millones de años) se desarrolló el Hesperocyon (perro occidental). Este pequeño cánido de la talla de un zorro o de una jineta tenía un cuerpo ágil y una larga cola; era digitígrado y poseía almohadillas plantares. Era omnívoro, buen trepador y vivía, en parte, en los árboles, pero cazaba sus presas en el suelo, por donde se desplazaba con bastante habilidad.

Por lo que respecta a los dientes y los huesos, presentaba analogías con los cánidos actuales, de los que podría ser el primer eslabón. La mayor parte de los Hesperocyon desaparecieron al final del Mioceno. Sólo sobrevivieron el Nothocyon y el Leptocyon.

También durante el Mioceno, en América del Norte, se desarrolló el Tomarctus, que deriva del Nothocyon. Era carnívoro y su silueta recuerda a la del lobo, pero con el hocico corto, las mandíbulas gruesas, el cuerpo rechoncho; aunque también presentaba algunos rasgos caninos. Sin embargo, los investigadores dudan en emparentarlo con los cánidos primitivos. Su importancia radica en que salió del continente americano y se extendió por Europa. Al final del Mioceno, el Leptocyon, del que se han hallado vestigios en Texas, se desarrolló y dio lugar a dos grandes géneros que conocemos hoy en día: el lobo (Canis) y el zorro (Vulpes y Urocyon). En lo referente a los dientes, se observa un desarrollo importante de los dientes caninos y la aparición de las carniceras inferiores.

El Cynodictis, de hocico largo, es próximo, por aspecto y talla, a la mangosta. Contaba con dientes carniceros y se desarrolló en América del Norte. Se le considera el antepasado delos cánidos.

El Mesocyon (perro intermedio del Mioceno, hace unos 23 millones de años) ya poseía una dentición parecida a la del lobo; su talla era imponente, pero recuerda más bien a una pantera, con su cuerpo muy robusto y su cola larga.

El Cynodesmus, parecido al coyote, presentaba otra característica típica del lobo y del perro: la regresión del quinto dedo de las patas traseras; al parecer, dio origen a los hiénidos.

Al final del Terciario, en el Mioceno superior o incluso a principios del Plioceno, apareció el género Canis. El Canis lepophagus, cuyo aspecto y talla son parecidos a los del coyote, presentaba también características del lobo. En el Plioceno, salió de América del Norte y se extendió por Eurasia y África. Hubo que esperar hasta el Pleistoceno inferior para que llegara a América del Sur. Los primeros perros llegaron a tierras australianas en el Pleistoceno superior, es decir, hace 500 000 años, y probablemente fue el hombre quien los introdujo. Sin embargo, esta primera introducción no tuvo continuidad y hubo que esperar hasta 20 000 -15 000 años a. de C. paraqué se produjera una segunda llegada humana y canina.

En el Pleistoceno, hace dos millones de años, tuvo lugar la aparición y posteriormente la extensión del lobo en toda Europa.

En América del Norte, el Canis edwardii es el primer lobo identificado: de él nació el Canis rufus (lobo rojo). A partir de aquel momento se inició la difusión del lobo por todo el mundo, facilitada por las glaciaciones de aquella época. La reducción del volumen de las aguas hizo posible que pasaran a pie rebaños de herbívoros y sus depredadores. El Canis donnezani vivió hace tres o cuatro millones de años y es considerado el primer perro europeo.

La domesticación

Qué es la domesticación

Si nos atenemos a la definición de los diccionarios, un animal doméstico es aquel que vive en el medio humano y que ha sido adiestrado o amansado.

Según esta definición, el león de un circo sería un animal doméstico. Pero como es evidente que no lo es, necesitaremos pulir esta primera aproximación. Nosotros añadiremos algunas ideas importantes: el animal doméstico ha socializado con el ser humano (lo conoce, no lo teme y no lo considera una posible presa), depende de él para su alimentación y sus necesidades básicas y, por último, su reproducción está controlada (generalmente es el hombre quien le elige la pareja, en función de sus propias necesidades).

Un proceso lento y aleatorio

El lobo no se transformó en perro de la noche a la mañana. Su domesticación se escalonó a lo largo de varios miles de años. Los restos que los arqueólogos encuentran en los yacimientos todavía no permiten determinar si el propietario de la mandíbula o la tibia era salvaje, semisalvaje o había sido domesticado y, en este último caso, hasta qué punto.

Esto mismo es aplicable a su estatus: ¿fue una presa devorada o un amigo y primer compañero del grupo humano? Si los restos se encuentran entre otras osamentas de animales, si presentan raspados o fracturas efectuadas después de la muerte, o incluso indicios de haber sido cocidos, es lógico pensar que el perro había sido consumido. En cambio, los huesos encontrados en las tumbas próximas a viviendas o dentro de una sepultura humana indican claramente el estatus de compañero amado y respetado.

Amansar y luego domesticar

Los pueblos nómadas tenían la posibilidad de
coger a los lobeznos, cuya madre habían matado,
y llevárselos allá donde vivían

Los cazadores de pueblos nómadas, cuando cazaban una loba, tenían la posibilidad de capturar a sus lobeznos y llevarlos al lugar donde habitaban, en donde se convertían en juguetes vivientes para los niños y para los adultos.

No se trataba de una verdadera domesticación, sino del amansamiento de individuos aislados.

Cuando estos morían, se reiniciaba el mismo proceso con otro animal. También es posible que, al llegar a la pubertad, algunos lobeznos se escaparan, y cuando encontraban una manada morían como presas por no ser reconocidos como miembros del grupo. Al principio, los hombres llevaban las crías de lobo al campamento por diversión o por piedad, pero después empezaron a hacerlo de modo deliberado. Así, de generación en generación, aumentó la impregnación del lobo con el ser humano, y el animal salvaje perdió poco apoco la prudencia y el temor ante el hombre, y su instinto de fuga disminuyó.

También perdió su agresividad en la defensa dela presa, lo cual permitió al hombre utilizarlo para la caza.

A fuerza de capturar lobos jóvenes, algunos de ellos empezaron a reproducirse cerca del hombre, cruzándose con otro animal cautivo; aunque también podía darse el caso de que una hembra en celo se encontrara con un lobo salvaje. Más tarde los cruces fueron totalmente dirigidos por el ser humano, que elegía los animales que quería que se aparearan, en función de las aptitudes o de ciertas características que buscaba en el nuevo compañero.

El control de la reproducción puede considerarse como el inicio real de la domesticación del lobo y de su transformación verdadera en perro. A partir de entonces se inició un trabajo de selección, gracias al cual se ha llegado a las muchas razas que conocemos actualmente.

La relación entre el ser humano y el lobo se basa
en intereses recíprocos

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