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El libro del bordado. Puntos, esquemas, realizaciones – The embroidery book. Points, schemes, realizations

El siguiente texto es un extracto del libro El libro del bordado. Puntos, esquemas, realizaciones (ISBN: 9781639190713) Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por Lucia Tanfani,Kikka Barzaghi,Attilia Isella, publicado por de Vecchi /DVE ediciones.

La costumbre de adornar telas y cuero  con hilos de lana, seda, lino, oro y plata se remonta a hace muchos años, cuando la historia se confundía aún con los mitos y las leyendas.

En la Biblia se encuentran referencias frecuentes a velos y cortinas de sinabafa bordados y al uso del bordado por parte del pueblo hebreo para la decoración de paramentos. Por otra parte, las tumbas egipcias nos han restituido algunos ejemplares de vendas trabajadas con aguja así como ropa de casa con cifras bordadas con gruesos hilos oscuros.

La hipótesis más acreditada es que el origen de este arte se sitúa en la milenaria civilización oriental, en particular en la civilización china, en donde el bordado se utilizaba mucho para decorar las ropas de los dignatarios de la corte con motivos simbólicos y, aunque en algunos aspectos su factura era bastante primitiva, gracias a un uso inteligente de los colores se obtuvieron efectos pictóricos extraordinarios.

Durante la Edad Media, después del desarrollo de los intercambios comerciales con el Oriente, el bordado se difundió por toda Europa. Hacia el año 1000 había un centro en Italia, en Palermo, donde los sarracenos fundaron talleres especializados en la creación de mantos imperiales y paramentos muy apreciados por príncipes y pontífices.

Entre el siglo XIII y el XIV, el bordado eclesiástico y conventual tuvo un gran desarrollo en Inglaterra, mientras que en Francia se producían ornamentaciones insuperables por su gracia y elegancia que recordaban las decoraciones en hierro de los portales y las composiciones escénicas de tema caballeresco típicas del arte de la cristalería.

Siglos más tarde, en Flandes se realizaron bordados de gran valor, a menudo inspirados en la obra de los famosos pintores como los Van Eyck y capaces de competir con los italianos, cuyo centro más activo era Florencia. También debido al interés que sentían hacia esta forma de arte los grandes artistas de la época, el bordado italiano pudo gozar de una fama indiscutible durante todo el siglo XVII.

Sin embargo, al lado de las producciones más suntuosas y rebuscadas, aparecieron por doquier formas de bordado popular, más práctico y modesto, que continuaron transmitiéndose de generación en generación, según la mejor tradición campesina. Hacia la mitad de siglo XIX, los secretos de este antiguo arte, por desgracia olvidado a causa de la aparición de nuevas modas, fueron de cubiertos de nuevo por la civilización urbana y adquirieron de nuevo el valor artístico que habían tenido. De hecho, entre las clases altas el bordado se convirtió en uno de los requisitos fundamentales de la perfecta educación de las jóvenes.

En épocas más recientes, después de un periodo de olvido, la práctica del bordado adquirió de nuevo auge hasta reconquistar un lugar de importancia entre las actividades típicamente femeninas. Quizás empujadas por la nostalgia por un estilo de vida menos frenético que el nuestro y fascinadas por una técnica que conserva el sabor de otros tiempos y el recuerdo de gestos antiguos, muchas mujeres han descubierto de nuevo el placer de la creatividad, el deseo de dejar una marca única y personal, incluso a través de la aguja y el hilo.

Este libro ofrece un amplio repertorio de los puntos de bordado más usados: desde los más sencillos, dirigidos a quienes comienzan, a los más elaborados, para quienes dominen las distintas técnicas pero deseen enfrentarse con algo más complicado. Las ilustraciones, muy detalladas, permiten llevar a cabo cuantos consejos se den y reproducir los distintos ejemplos de ejecución, a los que se puede dar un toque personal a la hora de elegir las telas y los hilos.

La segunda parte del libro está dedicada en cambio a una de las técnicas de bordado más antiguas, muy de moda en el siglo XIX y actualmente muy difundida entre todas las apasionadas de las creaciones femeninas: el punto de cruz. Las lectoras, además de útiles indicaciones prácticas, encontrarán muchas ideas, nuevas y originales, acompañadas de los correspondientes esquemas para la realización de trabajos de bordado en punto de cruz: desde los objetos para el baño y la cocina a los accesorios para niños, pasando por las decoraciones navideñas y los cuadros bordados con alfabetos.

Llegadas a este punto, sólo nos queda desearle un buen trabajo, con la esperanza de que la aplicación del arte del bordado pueda proporcionarle momentos de asueto y una gran satisfacción.

Técnicas Y Puntos De Bordado

Utensilios y materiales

Tejidos

Antes de empezar cualquier trabajo de bordado hay que estar familiarizado con los distintos tipos de tejidos. El éxito de un trabajo de bordado dependerá mucho del tipo de tela escogido para su realización. Por ejemplo, unas sábanas bordadas a mano deberían durar mucho más que unas sábanas normales, por el tiempo y la paciencia invertidos. Ello dependerá de la esmerada elección de los hilos, la perfecta elaboración de los puntos de bordado y la calidad del tejido.

El tejido está compuesto por hilos tejidos en sentido horizontal y vertical. Si los hilos se disponen de forma paralela y en sentido vertical reciben el nombre de urdimbre, mientras que la trama son los hilos dispuestos en sentido horizontal y paralelos entre sí. Los márgenes del tejido se llaman orillo.

El esqueleto de un tejido puede subdividirse en dos categorías: simple y complejo. Los tejidos de esqueleto simple están compuestos por una única urdimbre y por una sola serie de tramas, lo que les confiere un aspecto muy liso y regular, adecuado para cualquier tipo de punto de bordado incluido el llamado de hilos contados. En cambio, los tejidos compuestos están formados por varios entramados de tramas y urdimbres. Basta citar entre ellos el piqué, el brocado, el terciopelo y hasta la espuma para demostrar cuántas variedades de efectos pueden ofrecer.

Para guiarle en su elección, a continuación indicaremos qué tela es la más adecuada para realizar cada pieza:

• Telas para cubiertas de cama: tela de lino consistente, piqué trabajado y tejido flameado de algodón o seda.

• Telas para sábanas: tela de lino de consistencia más ligera y preferiblemente de color blanco, tela de lino mixto y tela de algodón.

• Telas para toallas: tela de lino de consistencia media y rizo de lino. Para otras prendas de vestir también se puede utilizar el cruzadillo de lino (o esterilla), la batista de algodón, el piqué milrayas, el tricot y la tela adamascada.

Para el bordado de tapices, como veremos más adelante, el tejido por excelencia será el cañamazo, sobre el que es conveniente hacer algunas indicaciones. Los más usados son el cañamazo de hilo simple, el de hilo doble y el entramado, el especial para tapices y el de tipo Smirne. El cañamazo de hilo simple es muy adecuado para labores pequeñas, el doble se usará para confeccionar prendas con punto de cruz, mientras que el de Smirne y el especial para tapices son muy adecuados para realizar grandes tapices y alfombras.

Hilos

La elección del hilo es una operación importante para obtener resultados satisfactorios y está estrechamente relacionada y condicionada por el tejido usado. Será muy importante adquirir todo el hilo necesario de una sola vez para evitar que la diferencia de tintadas pueda verse una vez terminado el bordado.

Los hilos más usados en el bordado son los de algodón, seda o lana. En las labores ilustradas en la primera parte del libro se han utilizado hilos de la marca Anchor.

El Muliné Anchor es un hilo de algodón 100 % mercerizado que se caracteriza por su gran brillo y su gran versatilidad. Está compuesto por seis hilos que pueden separarse con facilidad y usarse de uno en uno o en grupos de dos, tres o más, en función del tejido y del tipo de bordado que se desea realizar. La amplia gama de colores tiene garantizada su solidez frente a la acción de la luz, del lavado a 95 °C y del cloro. Se presenta en cajas de 12 madejas.

El Perlé Anchor es un hilo de bordado de algodón 100 % mercerizado caracterizado por una especial torsión que le confiere un efecto de relieve muy decorativo. Está disponible en una amplia gama de colores en ovillos de 10 g del n.o 5 y del 8, y en ovillos de 5 g del n.o 12. Se presentan en cajas de 12 madejas y de 10 ovillos.

El Coton-à-broder Anchor es un hilo de cuatro cabos (no divisibles), de algodón 100 % mercerizado, caracterizado por una particular torsión que le confiere un óptimo aspecto brillante. Tradicionalmente se usa para el punto de recorte, para la vainica y para el bordado festoneado. Existe en diversos grosores (n.os 16, 20, 25, 30, 35 y 40), pero el más utilizado es el grueso 25. Las madejas están enrolladas de tal forma que pueden abrirse y cortarse con facilidad para obtener hebras de longitud óptima de 45 cm. La solidez de los colores está garantizada a la exposición a la luz, al lavado a 95 °C y al cloro.

El Coton-à-broder Anchor se presenta en cajas de 12 madejas. El algodón Suave Anchor de algodón 100 % de cinco cabos (no divisibles) poco retorcido, se caracteriza por una extremada esponjosidad y por un acabado mate. Se utiliza para bordar en cañamazo y tejidos gruesos. Gracias a su aspecto lanoso es muy adecuado para el bordado en géneros de punto. El algodón Suave Anchor está disponible en una amplia gama de colores, y su solidez frente a la acción de la luz, al cloro y al lavado a 95 °C está garantizada. Se presenta en cajas de 12 madejas.

La seda de bordado Anchor es un nuevo tipo de hilo para bordado de pura y finísima seda, caracterizado por una extremada brillantez y suavidad, compuesto por seis hilos divisibles. Se presenta en cajas de 12 madejas.

Dispone de una amplia gama de colores y es ideal para el bordado en seda o tejidos finos. Entre los hilos de lana se encuentran: la lana Anchor, hilo antipolilla, retorcido y adecuado para el bordado de tapices, disponible en madejas de 14 m y en una vasta gama de colores; el hilo perlé compuesto por tres hilos de dos cabezas retorcidos con posibilidad de ser separados (se puede bordar con uno o más de ellos); y por último, la lana de tapicería, un hilo muy grueso, de cuatro a seis cabos y ligeramente retorcido.

Agujas

La elección de la aguja es fundamental para la perfecta realización de los bordados; le ayudaremos a seleccionar la idónea con la ayuda de una tabla1 que combina correctamente aguja, hilo y tejido (véase pág. 14). Las agujas utilizadas son de la marca «Milward».

Bastidores

Otro útil muy importante y aconsejado para realizar bordados a mano es el bastidor. En el comercio puede encontrar varios tipos, de distintas medidas y diferentes materiales. Los más comunes son los de forma circular, fabricados en madera, plástico y aluminio. Los bastidores pueden tener un pedestal vertical o «pie», con una base plana o «de mesa» e incluso pueden no tener ningún tipo de sujeción y llamarse entonces «bastidores de mano». Los diámetros oscilan entre los 10 y los 30 cm. Los bastidores poseen un sistema de sujeción de la tela que consiste en un círculo exterior con una palomilla o un tornillo, o un muelle en el caso de bastidores metálicos. En cambio, los bastidores para tapices tienen forma rectangular, suelen ser de madera y pueden tener un pedestal. Las medidas más frecuentes son: 70 _ 70 cm o 100 _ 100 cm para el bastidor con pies, y de 40 _ 40 cm a 100 _ 100 cm para el otro tipo de bastidor.

Accesorios para bordar

Los accesorios indispensables para bordar a mano son:

• tijeras, que siempre deberán estar bien afiladas y disponibles en los siguientes tipos: tijeras de corte, tijeras para ojales y tijeras de bordar;

• alfileres de latón plateado o con la cabeza de colores para distinguirlos con mayor facilidad en el tejido;

• dedales, indispensables para no pincharse, pueden ser de plata, niquelados o magnéticos, existen de diversos tamaños;

• metro de sastre, instrumento muy flexible y adecuado para medir las partes curvadas;

• punzón, de metal, usado para la realización del punto inglés redondo;

• lupa con su cuerdecilla para poder colgarla al cuello, facilita la realización de bordados muy menudos;

• enhebrador, utensilio que le facilitará la operación de pasar el hilo por el ojo de la aguja. Utensilios para transferir los dibujos al tejido Para transferir los dibujos al tejido son necesarios los siguientes materiales:

• cinta adhesiva de tela y cinta adhesiva normal;

• papel carbón de sastre y la ruleta de sastre lisa o dentada;

• agujereador con mango para «agujerear » el papel en la técnica del picado y estarcido;

• pigmento químico (azulete) o polvo de piedra pómez para realizar el estarcido aplicándolo con un tampón o muñeca;

• jaboncillo o lápiz de sastre, que se puede encontrar en color blanco y azul, para dibujar directamente sobre el tejido;

• calca, típico dibujo en papel trasferible al tejido mediante el calor de la plancha;

• papel de seda, que se puede comprar en hojas sueltas de distintas medidas;

• goma de pan para borrar posibles errores;

• regla y escuadra que permiten medir con absoluta precisión y formar ángulos rectos durante la realización del dibujo.

Dibujos Y Técnicas De Transferencia

Ampliación y reducción de un dibujo para bordado

El dibujo escogido puede no tener el tamaño deseado. Esta dificultad inicial, más aparente que sustancial, a menudo lleva a renunciar a la realización de un dibujo de valor gráfico muy adecuado para la finalidad deseada. Lo cierto es que hay que aprender a manejar bien las reglas y los lápices para convertirse en una improvisada dibujante. Sin embargo, con un mínimo de aplicación y buena voluntad, la empresa no será tan difícil, sino que hasta puede resultar una agradable distracción. Para esta operación se necesitan tres hojas de papel, mejor si es de seda, una goma para borrar, un lápiz, un sacapuntas, cinta adhesiva transparente, regla y una escuadra de 45°.

Primero, centre el folio (fig. 1), realizando las diagonales y las líneas centrales en vertical y en horizontal. El punto de inserción de todas las líneas indicará el centro de la hoja. Una vez obtenido este punto, coja el dibujo elegido y, con la ayuda de una regla, divídalo en cuadros perfectos de 5 mm por lado (fig. 2). Con la ayuda de una es – cuadra, marque el perímetro más cercano a los márgenes del dibujo, numerando los cuadros en dos de los lados del dibujo (fig. 3).

La cuadrícula obtenida deberá colocarla y fijarla con cinta adhesiva en el ángulo inferior izquierdo de una hoja de papel de formato mayor. Prolongue la diagonal del dibujo sobre el papel que habrá situado debajo (fig. 4). La longitud de la diagonal condicionará que la ampliación sea mayor o menor. Una vez elegida la ampliación deseada, interrumpa la diagonal y desde el punto de interrupción trace dos lados hasta encontrar la prolongación de los otros dos, obteniendo así un nuevo perímetro (fig. 5). Este nuevo perímetro podrá ser subdividido en el mismo número de recuadros que el anterior. En el caso ilustrado en la figura 6, los recuadros no son de 5 mm por lado sino de 7 mm. También aquí será útil numerar los recuadros.

La reconstrucción del dibujo sobre la nueva cuadrícula deberá realizarse con trazos discontinuos (fig. 7), comparando siempre el dibujo de la cuadrícula más pequeña con el que se va formando ampliado y recordando que el motivo del dibujo no debe variar respecto a los recuadros. La numeración realizada le será de gran ayuda para situar los puntos de desarrollo del dibujo. La técnica adoptada recuerda mucho al juego de la «guerra de barcos». Una vez terminado, se colocará una tercera hoja que antes se habrá centrado en la que, con trazo continuo, calcaremos el dibujo definitivo con la ampliación deseada (fig. 8). Es obvio que para la reducción se realizará el mismo procedimiento, pero en sentido inverso.

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