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Sombras chinescas – Cómo obtener con la sombra de las manos animales, retratos y caricaturas – Shadow puppets – How to get with the shadow of the hands animals, portraits and caricatures

El siguiente texto es un extracto del libro Sombras chinescas(ISBN: 9781639191901) Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por Attilio Mina, publicado por de Vecchi /DVE ediciones.

El arte de las sombras hunde sus raíces en el pasado más remoto. Se remonta sin duda a los albores de la civilización, no sólo porque proyectar la sombra de un objeto cualquiera es la forma más sencilla de obtener una imagen, aunque limitada a su silueta, sino sobre todo porque la sombra siempre ha sido vista como una criatura independiente del objeto que la produce, por lo que podía actuar con cierta autonomía.

Las culturas primitivas atribuyen a la sombra del hombre una vida e identidad sólo parcialmente supeditadas a quien la proyecta (piénsese en el tabú de pisar o profanar la sombra de reyes y sacerdotes, o en el robo de la sombra por parte de fuerzas malignas dirigidas por brujas y chamanes).Asimismo, estos mismos temas vuelven a aparecer en la cultura popular europea a través de leyendas y creencias que atribuyen a la sombra el protagonismo de vicisitudes completamente independientes del cuerpo u objeto al que debería estar ligada de forma indisociable. Según estas tradiciones, por tanto, la sombra es una entidad autónoma dotada de una identidad propia. Precisamente de esta creencia se deriva el más antiguo y elemental de los espectáculos: el que se funda en la habilidad gestual de las manos, que modifican su postura de forma estudiada.

Basta con una simple articulación de los dedos o el uso accesorio de un elemento extraño(un trozo de papel recortado y decorado, un palito, etc.) y resulta que nuestras manos se convierten en animales, monstruos, personajes fantásticos y reales, listos para recitar su texto o dar cuerpo a nuestras fabulaciones.

La atención del espectador está concentrada en las paredes o, con menor frecuencia, en las telas donde se desarrolla la representación. La figura del animador desaparece, como ocurre con la del titiritero en los teatrillos de marionetas.

La virtualidad teatral de las sombra ha sido objeto, especialmente durante el siglo XIX, de una amplia serie de estudios teóricos y prácticos, en los que concibieron e ilustraron centenares de posibilidades creativas, de personajes y de temas, tan variables como efímeros.

Debemos advertir que, respecto a las sombras chinescas más elaboradas, el uso de las manos se coloca, desde el punto de vista óptico, a un nivel superior y no inferior. De hecho, se trata de obtener imágenes bidimensionales a partir de cuerpos tridimensionales; por tanto, hay que saber aprovecharla mínima posibilidad de proyección, lo que no es poca cosa.

La preparación del escenario

No es casual que la representación de sombras esté considerada como el espectáculo más sencillo, económico y familiar. De hecho, no se necesita gran cosa para dar vida a la más mágica de las representaciones: una pared blanca, una habitación en semipenumbra y una fuente de luz cualquiera, siempre que sea unidireccional.

De hecho, colocar las manos en una actitud premeditada entre el haz de luz y la pared es casi un gesto instintivo.

Sin embargo, hay más de una forma de administrar nuestras sombras, confiriéndoles una auténtica dignidad artística.

La pantalla

La superficie de una pared nos parece demasiado comprometida: limita el espacio y obliga a adoptar una postura forzada tanto al operador como al público. Además —y esto es algo que no debe descuidarse—, el operador debe colocarse cerca del escenario de manera que se expone a la vista de todos y el engaño queda al descubierto, incluso para los más pequeños.

No hay misterio que carezca de su alma oculta: la voz del narrador, que puede ser el mismo animador de los espectáculos de sombras, y todos los acompañamientos sonoros acaban pareciendo inevitablemente lejanos, separados de las figuras. La atmósfera se ve irremediablemente comprometida.

Sin duda, el mejor método para representarlas sombras es, por tanto, recurrir a una pantalla móvil: se trata de un auténtico teatrillo, con una retroscena plana y translúcida detrás del cual evolucionan los distintos personajes que, de este modo, queda oculta a los ojos de todos. No es en absoluto difícil de montar: en las versiones más rudimentarias, bastará con colocar un marco de gran tamaño sobre una mesa, habilitarle dos montantes y revestirlo de tela blanca. En otros casos, y en función de la habilidad constructiva de cada cual, podemos fabricar un tipo de pantalla que sea capaz de responder a cualquier exigencia técnica.

De todos modos, de cara a espectáculos de mayor envergadura es conveniente estudiar con atención el lugar en el que se desea realizar la función. De hecho, tendremos que elegir cuáles son las paredes más adecuadas para nuestro propósito: puede tratarse de las de un recibidor, las de un pasillo con el fondo ciego, las del patio comunitario o cualquier otro lugar.

Lo importante es que en el lugar elegido se pueda montar una pequeña estructura sin molestar a nadie. Para realizar el teatrillo más sencillo, se necesitan, por lo general:

— hojas de cartulina;

— listones de madera de distintas longitudes, de5 mm de grosor como mínimo y de unos 2 cm de ancho;

— unas hojas de papel de dibujo;

— tela blanca u hojas de papel vegetal opaco muy gruesas;

— clavos;

— martillo;

— tijeras;

— cordel;

— papel adhesivo.

Por último, se necesita una buena dosis de voluntad, puesto que sin ella no hay nada que hacer.

Nos haremos con una mesa o con una silla grande. Si no nos resulta posible, se puede recurrir a dos cajas idénticas que uniremos y forraremos con una hoja grande de cartulina, para ocultar a la vista el soporte improvisado.

Levantaremos sobre la parte posterior de nuestro soporte (con independencia de su origen) una estructura rectangular, formada por listones de madera clavados, pegados o atados.

Extenderemos la tela o el papel vegetal sobre la parte anterior del armazón; por último, le daremos la forma de teatro propiamente dicha a nuestra estructura. Veamos cómo se hace.

Comenzaremos por dibujar sobre unas hojas de cartulina blancas o de colores, unos montantes historiados con figuras negras, pesados cortinajes, tímpano central y todo aquello que pueda evocar- nos mentalmente la idea de una auténtica estructura teatral, aunque sea un poco barroca.

Según el método tradicional, para hacer brotarlas sombras es preciso, si no la oscuridad absoluta, sí por lo menos la semipenumbra. De todos modos, obtener esta condición no es siempre posible o aconsejable, especialmente en ambientes que no están preparados para ello. Este es otro detalle que demuestra la utilidad de la pantalla móvil y de un proyector que dirija un haz de luz desde atrás.

De hecho, con este sistema se puede incluso aceptar la presencia de luz ambiental, siempre que no sea muy intensa. De este modo, pueden lograrse resultados muy satisfactorios; sin embargo, hay que recurrir a un pequeño truco. Así, obtendremos el teatrillo a partir de una caja de embalaje, cuyo tamaño debe permitir alojar en su interior a uno o dos niños acurrucados. En el lado longitudinal practicaremos un gran agujero rectangular: una pantalla del tamaño de un televisor real, que forráremos con un trozo de papel vegetal, opaco y translúcido. Una lámpara a pilas, sujeta con papel adhesivo en la pared interior opuesta a la pantalla, garantizará una buena iluminación del escenario. Las manitas de los niños, levantadas hacia la pantalla, darán vida a los juegos de sombras, perfectamente visibles desde fuera, como si fuera el más mágico de los televisores. Una voz fuerte y un poco surreal, que sepa jugar con los ecos y reverberaciones, hará todavía más sugestivo el efecto.

La luz

Por lo general, para poner en escena auténticos espectáculos de sombras o simples figuras aisladas, suele bastar una fuente de luz directa y unidireccional cualquiera. Incluso la trémula llama de una humilde vela puede ser adecuada para nuestro propósito, y nosotros somos los primeros en haberlo experimentado: los resultados obtenidos nos han fascinado y entusiasmado.

Para espectáculos más complejos, por el contrario, es más conveniente utilizar una o más fuentes de iluminación, que pueden ser linternas o bombillas conectadas directamente a la instalación eléctrica doméstica y al imprescindible diferencial. En este último caso, es preciso que sean de bajo voltaje, y que los cables de prolongación estén perfectamente aislados y estén conectados a tomas de tierra.

Si, por el contrario, decidimos utilizar la llama de una vela, sin duda alguna lo más aconsejable es utilizar una palmatoria o, como mínimo, un platillo en el que se vierta la cera líquida.

Además, para facilitar la difusión del haz de luz, se recomienda colocar tras la llama una pantalla reflectora, que podemos construir fácilmente nosotros mismos aprovechando la parte cóncava de una cuchara. Por otro lado, hay que procurar que la llama no se aproxime demasiado a estructuras fácilmente inflamables, como los montantes o la propia tela de proyección.

También hay que proteger las bombillas —olas linternas— con una pantalla, excepto si cuentan con portalámparas reflectores.

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