Familia y relaciones

¡Padres, atreveos a decir «No»! (Cuestiones de Padres) – Parents, dare to say “No”!

El siguiente texto es un extracto del libro ¡Padres, atreveos a decir «No»! (Cuestiones de Padres)(ISBN: 9781683255284). Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por Patrick Dr. Delaroche, publicado por de Vecchi /DVE ediciones.

«Prohibido prohibir». Esta frase es reveladora de una sociedad donde la autoridad de los padres tiende a declinar y donde su prestigio se debilita, mientras que las madres temen mostrarse demasiado autoritarias. Sin embargo, la experiencia vivida y la observación clínica demuestran que el niño necesita límites para construir su personalidad. La actitud de los padres que no se atreven a decir «¡No!» acarrea una importante pérdida de referencias. Gracias a esta obra, usted, padre o madre, comprenderá el verdadero significado de la prohibición para la educación de sus hijos. – Qué hay que rehusar – Cuándo y cómo castigar – Cómo reaccionar ante las transgresiones.

El niño necesita límites para construir su personalidad.Parece evidente y, sin embargo, los clínicos observamos cada vez más las dificultades que tienen los padres para oponerse a los hijos. Los hijos no quieren ni pueden reclamar castigos: es una reacción muy humana. No obstante,muestran esta carencia educativa a través de todo tipo de manifestaciones. Algunas resultan claras para todo el mundo, salvo, en ocasiones, para los propios padres;me refiero a las provocaciones de todo tipo. Otras no lo son tanto, y al clínico le corresponde descifrarlas;hablo de todas las agitaciones y de trastornos del comportamiento más graves.

En este libro el lector hallará numerosos ejemplos que le permitirán formarse una opinión. Y es que este debate sobre la educación se ha convertido en un debate de opinión. Sin embargo, hay que decir con toda claridad que la educación no es, o no debería ser, un asunto político. La autoridad de los padres no es de derechas ni de izquierdas, y la familia no es una cuestión de(pseudo)democracia. Mi opinión se ha forjado gracias a la clínica, o sea, el estudio más objetivo posible de los comportamientos, de las palabras que les sirven de base y, sobre todo, de su evolución, gracias a una perspectiva de más de veinticinco años.

Los progenitores de hoy intentan conciliar la vida moderna con las obligaciones familiares. Están abiertos a la evolución de la sociedad: los padres son cada vezmenos machistas, las madres temen los poderes que se les prestan. Se trata de un avance indiscutible, pero ello acarrea a veces para el niño una pérdida de referencias,ya que él es bastante «retro». Es cierto que los niños poseen un inmenso poder de adaptación y son capaces de amoldarse a todas las situaciones, pero el niño necesita infancia; por otra parte, una excesiva madurez puede encubrir una carencia afectiva. Necesita unos padres que ocupen su lugar como padres. Ese lugar no es intercambiable,y es lo que tratará de expresar este libro. El padre no es una madre bis. Los padres suelen ser conscientesde ello, pero si bien el estilo de vida actual conduce a un igualamiento de los roles, deben mantener la diferencia de funciones, aunque estas funciones ya no se confundan con el sexo. Si son necesarias dos personaspara la procreación de un hijo, también son necesarias dos personas para educarlo. Pero dos personas completas que se tengan en cuenta una a otra, y que respeten una jerarquía formal para ayudar al niño a situarse con respecto a ellas.

¿Por qué prohibir?

El título de este primer capítulo es voluntariamente provocador. Ante todo, porque es una pregunta que nadie se plantea, ya que su respuesta parece evidente aunque difícil de formular. Trate usted de recordar las respuestas que les ha dado a sus hijos. Y es que todos los niños hacen esta pregunta… y la olvidan cuando crecen,a partir del momento en que tienen un hermano o una hermana menor a quien dicen a su vez:

—¡Está prohibido!

—Pero ¿por qué? —pregunta entonces el pequeño ola pequeña.

—¡Porque papá (mamá) lo ha dicho!

No debemos reírnos. Esta respuesta es tal vez más sincera que la que consiste en decir: «Es así» o también«¡Porque sí!». Sencillamente, porque siempre se prohíbe en nombre de alguien, en nombre de un ideal o en nombre de unos principios, y porque uno mismo no siente ningún deseo de hacerlo. Entramos así en el meollo de esta pregunta formulada por los niños y que por nuestra parte debemos analizar.

La prohibición tiene mala prensa

La prohibición tiene mala prensa, seguramente porque en ese concepto se mezcla todo: la prohibición, la represión, el castigo, la frustración y, por qué no, los malos tratos. Hubo incluso un periodo de corta duración durante el cual el lema era: «Prohibido prohibir». El lema fracasó, ya que la prohibición es necesaria; en cuanto se debilita la echamos de menos, aunque no siempre sabemos por qué. Así pues, tomemos el problema desde otro punto de vista. Podríamos soñar con una vida sin prohibiciones, es decir, sin que fuese necesario formular la prohibición. Está permitido imaginar una familia ideal en la que todo sucede de forma armoniosa sin conflictos estúpidos: el padre sería padre porque está ahí, o sencillamente porque existe y pronto volverá a casa. La madre se refiere a él sin tener que levantar la voz. Los niños no tienen que reclamar, ya que tendrán lo que deseen enseguida. Por otra parte, trabajan bien en clase porque tienen ansias de saber. Los abuelos completan esta armonía familiar. Son discretos,pero están presentes cuando hacen falta.

Jamás se entrometen en ningún aspecto de la educación de sus nietos,que dejan sensatamente a la sagacidad de los padres, es decir,sus hijos. Por supuesto, ni se les ocurriría mostrar preferencia alguna por ninguno de los nietos ni denigrar a lafamilia política, a la que aprecian. Por último, los padres se entienden a la perfección sobre la educación de sus hijos. Apenas necesitan hablarse puesto que tratan de adelantarse al deseo del otro acerca de su prole. Pero no existe prerrogativavinculada al sexo. Por supuesto, todos se adaptan al deseo del padre, explícito o no. En este mundo idílico, la prohibición no necesita ser formulada (además, si se empieza a hablar de ella no se sabe hasta dónde se puede llegar),ni las preguntas triviales de verdad que se pueden plantear, como por ejemplo «¿Quién manda?». Por otro lado, como decía al principio, los niños dejan muy pronto de hacerse este tipo de preguntas.

Eso sí, si bien ya no plantean estas preguntas de forma directa, las plantean de todos modos a su pesar. ¿Cómo?Ante todo convendría retorcerle el pescuezo de una vez por todas a ese sentimiento de culpabilidad de los padres. Yo digo en muchas ocasiones que si los padres fuesen responsables de los males de sus hijos podrían ponerles fin de inmediato. Si existe responsabilidad, es la de actuar en conciencia cuando es necesario. Por otra parte, lo dicen todos los psicólogos. Cuando los padres preguntan cómo deben comportarse con sus hijos, estos les responden:«¡Sean siempre ustedes mismos!», aunque eso no quiere decir que la pregunta «¿Por qué prohibir?» no sea una pregunta infantil que todo adulto tiene también derecho a plantearse. Podemos esbozar varias respuestas.

En primer lugar, la prohibición parece ser una verdadera necesidad en el ser humano en general y en el niñoen particular. Pero, sobre todo, algunas personas estánobligadas a formular prohibiciones. Este papel resulta ingrato pero vital, y sus hijos se lo agradecerán. Ese es precisamente el origen de la deuda que contraen con usted. Este libro tratará de mostrarle por qué. Pero volvemos a plantear la pregunta: ¿qué es lo que permite afirmar que la prohibición es necesaria o, mejor dicho, indispensable para el niño? Pues bien, es que su ausencia se deja sentir a través de todo tipo de malestares sumamente variados, de importancia desigual,de gravedad sumamente contingente; tanto si se trata de problemas disciplinarios evidentes en general como, al contrario, de malestares subjetivos, o de trastornos del comportamiento, e incluso a veces de verdaderas enfermedades.

Todas estas reacciones ante la ausencia de autoridad de los padres se conocen desde siempre y son reversibles,a condición de tomar conciencia de ellas. Por supuesto, a veces resulta difícil, aunque también imprescindible cuando el niño o el adolescente le exige reaccionar y usted se pregunta cómo.Se pasa así de la prohibición a la autoridad y todo el problema está ahí. La prohibición se verbaliza, la autoridad esnatural. Pero no hay autoridad sin verbalización, aunque sea mínima. Y la falta de autoridad, que se manifiesta a veces a través del autoritarismo, requiere un acto a veces imprescindible. Los padres que se sienten superados no saben que lo que les falta es la autoridad; ¡incluso creen en muchos casos que es al contrario! Sea como fuere, la falta de prohibición se manifiesta a través de unas dificultades muy conocidas. Vamos a ver algunos ejemplos.

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2 Comments

  • Art of the Beat

    Interesting read and great points. My parents raised us like most parents in the 70s and I only had to be spanked twice for doing or saying a forbidden word (curses!). I am not condoning spankings but children need to know that there are consequences, either good or bad, for their actions. I chose to not spank my children but they did have time-outs and privilege’s revoked a time or two. Truly, our presidents parents did not believe in any of these ideas and must have given in to all of his tantrums…

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