
El gran libro del Pranayama – The great book of Pranayama
El siguiente texto es un extracto del libro El gran libro del Pranayama(ISBN: 9781646998425) Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por Stefania Redini, publicado por de Vecchi /DVE ediciones.
La ciencia de la respiración
Pranayama es un término sánscrito compuesto por dos palabras:
— prana, que vendría a significar «fuerza o energía vital», es decir, la esencia de la vida misma. Es el mismo concepto que los chinos designan con el término qi y los japoneses ki y.
— yama, que podría traducirse como «control». Otras interpretaciones, sin embargo, prefieren considerar el término ayama, cuyo significado sería el de «extensión».
El significado es, por tanto, «control, ampliación de la energía vital». ¿Qué entendemos por «energía vital», que encontramos un poco por todas partes y que es un término con el que todos estamos ya familiarizados?
Prana puede ser comprendido en último término examinando las dos raíces de las que se compone:
— pra significa «existir independientemente o antes» y
— ana es la forma abreviada de anna, que significa «célula». Un átomo, o una molécula, se llama anu. Toda forma de vida está compuesta por billones de átomos que forman un conjunto llamado ana.
Por tanto, parece que prana indica «lo que existía antes de cualquier vida atómica o celular».
De este modo, el hombre dotado de una visión mística puede considerar el Prana como una manifestación de lo divino, mientras que quien prefiera ceñirse a una estricta racionalidad puede divertirse estableciendo una analogía del concepto de Prana con los de campos de energía que, según la física subatómica, constituyen el sustrato intangible de la creación de la materia.

La fuente principal de Prana es, en general, el aire que respiramos, aunque también lo absorbemos en la comida y la bebida.
El Prana del aire se absorbe a través de las mucosas de la nariz y de los receptores nerviosos del aparato respiratorio; el de la comida y la bebida se capta mediante las terminaciones nerviosas dela lengua y de la garganta.
De hecho, en el yoga se concede una gran importancia tanto a la higiene de la nariz y la lengua (como veremos más adelante) como a una masticación lenta y, fundamentalmente, a una respiración eficaz.
El Prana del aire se absorbe a través de las mucosas de la nariz y de los receptores nerviosos del aparato respiratorio; el de la comida y la bebida se capta mediante las terminaciones nerviosas dela lengua y de la garganta. De hecho, en el yoga se concede una gran importancia tanto a la higiene de la nariz y la lengua (como veremos más adelante) como a una masticación lenta y, fundamentalmente, a una respiración eficaz.
Los beneficiosde la «ciencia de la respiración»

El Pranayama es, por lo tanto, la ciencia de la respiración pero también su práctica; es, en definitiva, el control de la fuerza vital que hay en el aire que respiramos.
Este libro quiere ser una guía útil y sencilla destinada a todo aquel que desee iniciarse en esta práctica y obtenerlos innumerables beneficios psicofísicos que una respiración apropiada lleva inevitablemente consigo.
Empezaremos aclarando tres conceptos importantísimos, fruto de la experiencia de los yoguis:
— la energía vital de nuestro ser está vinculada con la respiración;
— está dirigida por la mente; «allí donde se dirige nuestra mente, allí se dirige la energía»;
— la respiración es la única actividad corporal que, aun siendo involuntaria (lo que implica que no somos conscientes de ella durante la mayor parte del tiempo), puede ser fácilmente colocada bajo el control directo de nuestra voluntad en cualquier momento.
Esto supone una especie de interrupción de la comunicación privilegiada entre el consciente y el inconsciente: «cuando la mente está agitada, la respiración es agitada; cuando la respiración es tranquila, la mente está tranquila».
El conocimiento y la aplicación de la ciencia de la respiración nos conducen, pues, hacia:
— el acrecentamiento de nuestra energía vital;
— el control de nuestros estados emotivos;
— el estado de concentración de lamente.
Apuntes de fisiología de la respiración

Con objeto de comprender plenamente los ejercicios que se proponen en este libro, y para sacarles el máximo provecho, nos detendremos brevemente en los mecanismos que rigen nuestra respiración.
Si pensamos en la respiración, la primera imagen que nos viene a la cabeza es la de los pulmones: todos sabemos lo que hay en el interior de los pulmones, en los que se producen los intercambios gaseosos necesarios para nuestra existencia. Aun así, es interesante recordar que los pulmones se mantienen pasivos durante la respiración, y que esta se produce en realidad como consecuencia de movimientos musculares. Los músculos que realizan la respiración son:
— el diafragma, que forma una especie de cúpula que separa el tórax del abdomen.
— los músculos intercostales;
— los músculos torácicos (esternocleidomastoideo y pectorales);
— los músculos abdominales.
El motor principal de la respiración es el diafragma.
El diafragma, ese ilustre desconocido

Este importantísimo músculo, protagonista de nuestra vitalidad y bienestar, está situado, como hemos visto, entre el tórax y el abdomen. Tiene sus inserciones sobre el esternón, las costillas y las vértebras lumbares. Podemos imaginarnos su movimiento como el de un pistón: de hecho, el diafragma baja durante la inspiración y sube durante la espiración.
La capacidad de expansión del diafragma es de unos 7 u 8 cm.
Durante la respiración en reposo, su movimiento es de 1,5 cm, aproximadamente, lo que significa una admisión de aire de unos 0,5 litros.
En la respiración profunda, es decir, cuando el diafragma se mueve en toda su capacidad, la cantidad de aire desplazada llega hasta los 2,8 litros.
El diafragma asegura por sí mismo el movimiento respiratorio fundamental. En la respiración de poca amplitud le ayudan los músculos intercostales, mientras que en la de gran amplitud su acción está soportada por los músculos torácicos en la inspiración, y los abdominales en la espiración.
Por lo tanto, el diafragma funciona como una bomba para sostener nuestras funciones vitales: por lo general, suele subestimarse el hecho de que el diafragma no sólo es el principal músculo respiratorio, sino que además tiene un papel importantísimo en la circulación y en la digestión.
A lo largo de las 24 horas del día, el diafragma desplaza una cantidad de sangre cuatro veces superior a la del corazón.
En concreto, su movimiento contribuye a la remoción del estancamiento circulatorio de la cavidad abdominal y de la pelvis, donde se contienen grandes cantidades de sangre, así como también de las extremidades inferiores.
De hecho, muchas personas se quejan de mala circulación en las piernas o de una digestión lenta, sin presentar mayores problemas en el corazón o en el aparato digestivo. Pues bien, con frecuencia estos problemas circulatorios y digestivos pueden deberse a una escasa movilidad diafragmática.
¿Por qué el diafragma a menudo no funciona perfectamente?
En este sentido, hay que preguntarse cómo es que la respiración, ya que se trata de una función natural, no se desenvuelve naturalmente de la mejor manera, sino que, por el contrario, es bastante deficiente en la mayoría de los casos.
Está comprobado que no aprovechamos ni la sexta parte de nuestra capacidad respiratoria, algo así como si nuestro coche funcionara con dos cilindros en lugar de con cuatro. ¿Nos sorprendería que redujera sus prestaciones? Desde luego que no. Pues bien, pretendemos que nuestro conjunto psicofísico esté por encima de sus posibilidades, cuando nuestras células están oxigenadas apenas el mínimo indispensable.
En consecuencia, ¿cómo es posible que la respiración amplia, plena, libre del recién nacido desemboque en una condición respiratoria tan restringida, que los yoguis consideran como un estado comparable a una enfermedad?
Los movimientos respiratorios

La inspiración
Hemos visto que los pulmones son contenedores pasivos. Cada pulmón está envuelto por las pleuras, que son dos membranas, una interior en contacto con el tejido pulmonar y otra exterior con la caja torácica. Sin entrar en excesivos detalles anatómicos, diremos que cada movimiento dela caja torácica provoca otro de los pulmones. Durante la inspiración, el diafragma baja; los músculos intercostales alargan las costillas y estas giran un poco hacia el exterior. Todo ello aumenta el volumen de la caja torácica, creando así un vacío en su interior, llamado presión negativa, que provoca la aspiración del aire.
La inspiración es, por tanto, un movimiento activo.
La espiración
Se debe, en el curso de la respiración normal (es decir, no voluntaria), a la acción del tejido pulmonar, el cual, al ser elástico, tiene tendencia a volver a su estado originario tras su extensión, producida durante la inspiración.
A esto se añade el movimiento de retorno, es decir, de descenso del tórax, debido simplemente a la fuerza de la gravedad que hace recaer la caja torácica a causa de su propio peso.
La espiración es, pues, un movimiento pasivo.
De todos modos, en la espiración profunda entran en juego los músculos abdominales, que se contraen para permitir que el diafragma suba el máximo posible.
Por ello, la espiración profunda es un movimiento activo.
Por todo lo dicho, resulta evidente que la respiración se produce gracias a movimientos musculares, especialmente los del diafragma.
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