Cultura, espiritualismo y creencias

Epiphany – Día de los Reyes Magos

El siguiente texto es un extracto del libro Los misterios del cristianismo (ISBN: 9788431554057). Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por Vincent Allard y Guy Le Baux, publicado por de Vecchi /DVE ediciones.

Recientemente han aparecido diferentes obras sobre Jesús: la visión teológica del papa Benedicto XVI en Jesus de Nazareth; La tumba de Jesus y su familia de Simcha Jacobovici y Charles Pellegrino; La veritable histoire de Jesus: une enquete scientifique, de James Tabor, editado por Robert Laffont; Jesus, de Alain Vircondelet, editado por Flammarion; L’enfance de Jesus: evangiles apocryphes, obra colectiva publicada por Rivages; Les femmes de Jesus, de Henri Froment-Meurice, editada por Le Cerf…

A la vista de los títulos de estas obras, nos podemos plantear algunas cuestiones:¿existen pruebas arqueológicas sobre la vida de Jesús? Y por otra parte: ¿es esa una pregunta pertinente? Desde los tiempos de Voltaire hasta el primer tercio del siglo xix, y después con el teólogo protestante alemán Rudolf Karl Bultmann (1884-1976), es habitual, y con frecuencia evidente, oponer la fe cristiana a la historia. El estudio de los textos bíblicos, de los Evangelios, en su aspecto novelado, en sus contradicciones, en su heterogeneidad y en su(s) misterio(s) choca con el historicismo objetivo nacido del positivismo. Desde mediados del siglo xx, la rica tradición en la exégesis de los manuscritos y el estudio de los textos intertestamentarios, así como de la literatura rabínica, de los rollos de Qumran y delos manuscritos del mar Muerto, han modificado la información de la que disponíamos. El padre Lagrange escribió, en 1928, en el prólogo de su célebre obra L’Evangile de Jesus-Christ:

He renunciado a proponer una ≪vida de Jesus≫ siguiendo el modelo clásico porque confio mucho mas en los cuatro Evangelios, aunque resulten insuficientes como documentos historicos para escribir una historia de Jesus. Los Evangelios contienen la unica informacion valida para escribir historia de Jesus. Lo único que debe hacerse es intentar comprenderlos lo mejor posible.

¿Es posible no suscribir un planteamiento tan claro? Evidentemente, pero resulta difícil de aceptar, porque se aleja de las pruebas materiales, es decir, del hecho arqueológico. La historia no se compendia únicamente a base de los testimonios de la época, sino que se escribe a partir de documentos y mediante la lectura crítica y cruzada de estos. Los cuatro Evangelios relatan la historia de un mismo hombre por lo que, en realidad, son complementarios, aunque a menudo hacen afirmaciones diferentes y con frecuencia hasta opuestas entre sí. Esto fue lo que, a finales del siglo ii, se esforzó en demostrar Santa Irene de Lyon. El padre Lagrange hizo una aproximación que creaba un nuevo género literario, el que corresponde a los Evangelios: textos que relatan la vida de un único hombre, «la relectura pascual por los primeros cristianos y la obra creadora propia de cada uno de los evangelistas», para retomar la expresión de Alain Marchadour en su artículo «Les Évangiles: survol d’un siècle de recherches»(publicado en Etudes, tomo 405/3, de septiembre de 2006).En realidad, un examen historicista borra las diferencias, oculta las asperezas y nivela el discurso. Recordemos, si es necesario, que, sin estas cuatro relaciones evangélicas de estilos y verbos diversos, no habría aproximaciones religiosas diferentes. Como ocurre siempre en la historia, los textos relatan el pasado, pero siempre lo hacen de forma diferente (tanto Saint-Simon como la marquesa de Sévigné, por ejemplo, nos hablan de la corte de Versalles, es decir, de los mismos lugares y de las mismas personas, pero lo hacen con una visión distinta y complementaria). Lo importante es saber leer con sentido analítico y crítico. El historiador no debe plantearse, en el caso que nos ocupa, la cuestión personal «soy o no soy creyente». La vida de Jesús es conocida a partir de los textos escritos por hombres que no veían en él sólo a un ser humano, sino a alguien vinculado con la tradición de los profetas. El historiador tiene derecho a rechazar todas las teorías que no se ajusten a sus planteamientos; sin embargo, debe reconocer que en Palestina se produjo, hace unos dos mil años, un acontecimiento de enorme importancia: un hombre, fue crucificado y murió, y posteriormente otros hombres siguiendo la búsqueda de un ideal, de una interioridad, de una espiritualidad, de un fervor compartido, se adentraron por la senda de sus doctrinas. Cualquier estudio debe realizarse sin deseos de polemizar _con la mirada del creyente, si es el caso, o con una mirada distante si se participa de una opción espiritual ajena, indiferente o se carece de ella_, pero sin omitir las numerosas preguntas que la cuestión ha suscitado siempre. La postura del historiador exige que se tenga en cuenta la verdad histórica contenida en los textos; la misma que obliga a contrastar las informaciones, a desarrollar nuevas investigaciones _indagaciones_ arqueológicas y, más aún, a constatar que, en este caso, después de la muerte de Jesús el mundo ya no volvió a ser como había sido antes. Desde ese momento se fue organizando en torno a una vida y un mensaje.

El siguiente texto es un extracto del libro El grial. Mitos y simbolismos de la Búsqueda.(ISBN: 9781683255598). Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por Xavier Coadic, publicado por de Vecchi /DVE ediciones.

«Quien siembra poco recoge poco, y quien quiere recoger hará bien en elegir

un terreno que le rinda centuplicado lo que haya puesto en él.

En tierra que nada vale, la semilla se seca y muere.

Chrétien quiere sembrar el romance al que da inicio en tan buen lugar

que no pueda dejar de obtener una rica cosecha».

CHRÉTIEN DE TROYES

Cuando iniciamos nuestro trabajo en común sobre el Grial, teníamos una referencia en mente: la obra del historiador Patrick Rivière, publicada por la misma editorial.1 Por lo tanto, no podíamos «rivalizar» con una obra de este tipo, recomendable para todos los amantes del tema. Nuestra ambición, en definitiva más moderada, se basa en una triple pregunta.

• ¿Por qué la mística del Grial, a través de la leyenda artúrica o de la reciente publicación del thriller El Código Da Vinci, continúa estando tan viva?

• ¿Cuál es la fortuna crítica de una búsqueda eterna de la que Chrétien de Troyes se convirtió en un maravilloso poeta?• ¿Existen una o varias respuestas históricas, validadas, arqueológicas y fiables sobre la existencia del Grial? ¿De qué se habla?

Conocíamos la reputación de cada uno y habíamos tenido ocasión de cruzarnos al azar de las colaboraciones editoriales. Esta investigación común nos ha aproximado: uno ha aportado su enfoque a través de los textos, el otro ha acudido al encuentro de aquellas personas que, como Jean Markale, Xavier Accart y Run Futthark, han pasado muchos años explorando todos los recovecos del tema. Desde aquí les agradecemos calurosamente su sinceridad y gran disponibilidad. Nos demuestran que el Grial es una aventura humana y espiritual, espléndida, pero seguramente indefinible. ¡Bonita paradoja en un momento en que importantes investigadores tratan de demostrar lo que es el Grial!

La historia del Grial y de su búsqueda pertenece ya al ámbito del mito, o incluso de los mitos. Parece comprobado que la fuente sagrada de origen más antiguo se remonta al caldero sagrado de Odín, que alimentaba a los gloriosos soldados caídos en el campo del honor y que las valquirias llevaron al Walhalla para participar en un banquete sagrado. Un banquete que sólo terminará para el combate final, o Ragnarok, que anuncia el final de los tiempos. 

El texto más conocido es el de Chrétien de Troyes, Li Contes del Graal (El cuento del Grial o Perceval). Nos muestra a un joven aprendiz, Perceval, un necio que no sabe leer ni escribir, que asiste a una comida en el castillo de un rey enfermo. Ve un cortejo compuesto por un grial (nombre común que designa una fuente) y una lanza que sangra. Como no se atreve a preguntarlo que significan, no llega a detener el maleficio que se cierne sobre el rey y su castillo. A partir de este acontecimiento «fracasado» comienza la búsqueda del joven caballero, pero no será el único en llevarla a cabo: otros caballeros lo harán a través del libro y de sus numerosas secuelas. 

Como todo mito, tiene lugar una evolución constante. La existencia, esencia y utilidad de esa fuente sagrada cambian y se concretan a lo largo de los escritos. Sustancialmente, el Grial cristiano representa, a la vez, al Cristo muerto en la cruz, el vaso de la Santa Cena y, por último, el cáliz de la misa que contiene la sangre del Salvador. Así pues, la mesa en la que descansa el vaso es, según estos tres planos, la piedra del Santo Sepulcro, la mesa de los doce apóstoles y, por último, el altar donde se celebra el sacrificio diario. Estas tres realidades —la Crucifixión, la Cena y la Eucaristía— son inseparables y la ceremonia del Grial es su revelación, dando, en la Comunión, el conocimiento del personaje de Cristo y la participación en su sacrificio salvador. 

Pero el Grial representa también, en un contexto que supera la religión cristiana propiamente dicha, otras cosas:

— es la búsqueda de la inmortalidad a través del conocimiento cristiano o pagano. El Grial es lo contrario a la muerte y la esterilidad: puede curar al Rey Pescador, salvar el vasto bosque o descubrir el nombre y, por lo tanto, hacer que nazca el héroe;

— más allá de esta búsqueda de la inmortalidad, es la fuente y el origen del héroe. Permite conquistar el presente, pero también el pasado, y, por lo tanto, engloba el conocimiento perfecto del tiempo;

 

— sobre todo, el Grial es, para una sociedad, su perfección. Sin el Grial, no hay equilibrio, riqueza ni tiempo. El Grial es un equilibrio adquirido; si desaparece, la sociedad se hunde. La Mesa Redonda es una imagen de una forma perfecta (redonda) que se articula en torno al Grial y que sólo vive si se respeta el equilibrio.

El siguiente texto es un extracto del libro Guía para reconocer los santos(ISBN: 9788431552329). Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por Bertrand Galimard Flavigny, publicado por de Vecchi /DVE ediciones.

El siguiente texto es un extracto del libro Los misterios de la Biblia. (ISBN: 9788431554088). Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por Vincent Allard y Guy Le Baux, publicado por de Vecchi /DVE ediciones.

YA SEAMOS RELIGIOSOS, YA ATEOS, cristianos o no cristianos, los santos forman parte de nuestra vida. Están por todas partes, en las ciudades y en los pueblos. En España hay cientos de pueblos que llevan el nombre de un santo, como San Martín, San Pedro, San Vicente y San Jorge. En muchas calles basta con levantar la cabeza para contemplar un nicho, y las habitaciones y los salones de muchas casas están adornados con cuadros y esculturas de santos.En las iglesias y las capillas, los santos ocupan su lugar natural en las vidrieras, sobre el altar, en los frescos y en las estatuas. Nuestra cultura se funda, esencialmente, en la cristiandad: basta con entrar en los museos para constatar que la mayoría de los cuadros están inspirados en escenas religiosas. ¡Y lo mismo ocurre en la pequeña pantalla! Todas las noches, el hombre del tiempo anuncia la festividad del día siguiente. La mayoría de nuestros nombres pertenecen a santos. Los padres eligen un santo para que proteja a su hijo y le conceden su nombre. Si una madre invocaba a Santa Teresa de Lisieux para que protegiera la cuna de su hija, al crecer esta prefería encomendarse a Santa Teresa de Ávila.De hecho, todos somos santos, pues la Iglesia celebra el primer día de noviembre la festividad de Todos los Santos o, dicho de otro modo, de todas las almas que han sido recibidas en la plenitud del Señor. Aunque en los escritos apostólicos santo equivale a cristiano, no todos los cristianos han sido «elevados a los altares», como dice la expresión sagrada.Los hombres y las mujeres que han sido santifi cados a lo largo de los siglos han sido beatificados o canonizados por la Iglesia para reconocerlos de forma oficial. Los primeros santos fueron principalmente mártires. A finales del siglo VI les llegó el turno a los Padres de la Iglesia, los frailes y los padres espirituales que «profesan su fe sin verter su sangre y hacen de su “confesión” una equivalencia a la del mártir». «Mortificad y crucificad vuestro cuerpo y recibiréis también la corona de los mártires», escribió San Juan Crisóstomo.

Judaísmo y cristianismo constituyen dos de las grandes religiones monoteístas de nuestra historia. Los textos fundadores inspirados por Dios, las Sagradas Escrituras «alentadas» por el Creador y reagrupadas en un libro único, la Biblia, necesitan una mirada doble, hebrea y cristiana… Pero también el Corán, donde se encuentran numerosas referencias bíblicas. Durante mucho tiempo, los científicos, los arqueólogos y los paleógrafos se han esforzado por hacer coincidir los textos con sus búsquedas con un único propósito: establecer su veracidad. No obstante, nada ha podido ser corroborado: las batallas de Josué, la conquista de Canaán, las minas de oro de Ophir (Primer Libro de los Reyes; Libro de Isaías) no dejaron ningún rastro arqueológico probado. Pero ¿qué importancia tiene? A menudo lo que realmente interesa es el símbolo. Pero ¿quién escribió la Biblia? ¿Y para quién fue redactada? Durante mucho tiempo, los creyentes no se han planteado estas cuestiones. La Iglesia presentaba el texto bíblico como una verdad trascendida, ya que en teología la verdad va más allá dela realidad. A partir de los trabajos eruditos de autores críticos como David Friedrich Strauss en el siglo XIX, Ludwig Feuerbach(La esencia del cristianismo, 1841), Ernest Renan (Historia delos orígenes del cristianismo, 1863-1882), Albert Schweitzer (El secreto histórico de la vida de Jesús), E. Trocmé, Rudolf Augstein…, después de los descubrimientos de textos apócrifos como los manuscritos del mar Muerto, con la desconfianza creciente con respecto a lo «sobrenatural», los textos intertestamentarios han sido puestos en tela de juicio hasta la negación, haciéndose la carga de la prueba más fuerte cada día. Pero ¿hay que partir de lo que se ve, de rastros fechados con carbono 14,para considerar que se está frente a una verdad? Plantear la cuestión de la escritura de la Biblia significa, en realidad, cuestionar a los escribas de Dios. 

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