
Los lugares misteriosos de la tierra – The mysterious places of the earth
El siguiente texto es un extracto del libro Los lugares misteriosos de la tierra(ISBN: 9781683254324). Conocerlo, entenderlo, interpretarlo y ayudarlo, escrito por Massimo Centini, publicado por de Vecchi /DVE ediciones.
Bomarzo, Carnac, Chartres, Lago Ness, Stonehenge, Isla de Pascua, Nazca, Gizeh, Ayers Rock… Se trata de lugares misteriosos de la Tierra que, a pesar de que hay estudios cada vez más detallados sobre ellos, siguen asombrándonos con preguntas sin aparente respuesta. ¿Quiénes y por qué construyeron las pirámides? ¿Para qué servían las gigantescas figuras trazadas en el suelo en diversas partes del mundo? ¿Qué se esconde tras el mito de la Atlántida? ¿Es posible la presencia de extraterrestres en los desiertos africanos? ¿Qué hay de cierto en las maldiciones de los faraones? ¿Qué ocultan los símbolos alquímicos? ¿Hay explicación para las desapariciones del Triángulo de las Bermudas? ¿Para qué se crearon los «campos» de menhires? Un libro escrito de forma clara y fascinante, que analiza todos estos lugares (algunos más y otros menos conocidos), guiando al lector a lo largo y ancho de los cinco continentes
Prólogo
Los progresos de la ciencia nos han convencido de que el hombre moderno es dueño de todo el saber. Pero, en realidad, poco sabemos del presente y todavía menos del pasado. En el siglo IV a. de C. Platón hablaba de un territorio llamado Atlántida con una sociedad muy evolucionada, pero no tenemos ninguna prueba del esplendor de esa mítica tierra. Afortunadamente, los apasionados de los misterios arqueológicos cuentan con otros muchos lugares cargados de interrogantes que poder visitar. Sin embargo, no es fácil orientarse entre los datos aportados por los numerosos documentos,condicionados como estamos por el materialismo dominante en las sociedades avanzadas y que el sociólogo Max Weber, para ilustrar el rechazo a lo sagrado y lo insólito, llamaba«desencanto por el mundo».
De ahí que, para captar el posible«mensaje críptico» de estos lugares,sea indispensable poner primero un poco de orden, y nada mejor que este libro para alcanzar ese objetivo. Ordenar, describir e informar son condiciones fundamentales para animar al lector a formarse una idea propia y permitirle llegar a conclusiones que dejen de lado incluso las hipótesis científicas más consagradas. De modo que para realizar un viaje virtual a la búsqueda de los enigmas del pasado, intentaré aportar una serie de soluciones hipotéticas cuyo fin es señalar algunas coincidencias, consciente de estar moviéndome dentro de las diversidades estructurales, temporales y culturales que identifican a todo lugar misterioso. En el ámbito de la física cuántica se parte de la presunción de que existe en la naturaleza—desde las partículas elementales a las galaxias— una especie de conciencia,lo que supondría aceptar la hipótesis de una mente global y universal que lo abarca todo.

El físico Erwin Schrödinger ha escrito al respecto:«La conciencia es como un teatro, es precisamente el único teatro donde se representa lo que sucede en el universo, el recipiente que contiene todo, absolutamente todo, y fuera de él no existe nada». Entonces, si la realidad natural es una manifestación de un principio mental universal, el hombre con sus actos ¿qué papel desempeña? Llegados a este punto, resulta sencillo caer en un vulgar antropocentrismo al afirmar que el hombre es la mente más evolucionada del sistema. Pero¿es el cerebro el que crea la mente ola mente la que crea el cerebro? Esmás ¿puede existir la mente (tener conciencia) sin el cerebro?
Según el filósofo Karl Popper, lo más importante, porque permanece en el tiempo, es el mensaje, la idea, que en el caso de un libro, aunque se traduzca a otras lenguas, es traducir el pensamiento del autor; lo que cuenta, en definitiva, es el«mundo» que contiene la herencia cultural del género humano. Por consiguiente, todos los lugares misteriosos son poseedores, con sus edificaciones y sus señas de identidad, de un mensaje: el problema de fondo es cómo descodificar el significado.
Si las señales que utiliza la naturaleza para manifestarse (en el reino mineral, vegetal y animal) fueran como el lenguaje de un auténtico organismo viviente, pensante, con una fisiología y un carácter, y si la intervención humana provocara interacciones de ese tipo, el hábitat (natural, rural, urbano, etc.) se convertiría en el habitus, como cualidad incorporada a la propia esencia planetaria y, por tanto, al principio unificador y generador global. El físico James Lovelock y la bióloga Lynn Margulis han formulado «lahipótesis Gaia», que define a la Tierra como un ser viviente. Según esta teoría, a cada lugar geográfico le correspondería una zona del cuerpo físico de nuestro planeta y cada intervención humana sobre el territorio no sería casual, sino dictada por la interacción consciente, también desde el plano energético, con niveles de conciencia muy coherentes entre sí.

Todas las cosas estarían entonces íntimamente relacionadas según «leyes establecidas» que todavía no conocemos o que hemos olvidado. Levantar un monumento probablemente equivalía para nuestros antepasados a trazar con símbolos catalizadores el lugar en que las energías humanas y de la naturaleza, incluidos los planetas y las estrellas, se entrecruzaban. La unión con la naturaleza y el animismo del hombre antiguo podría contener más verdad de loque se cree. Con este propósito la orientación sociológica del funcionalismo estructural, mediante el análisis de las funciones latentes, explica por qué un ritual o un lugar mágico asumen dentro de una sociedad la función de eficaces integradores sociales.
Entre los lugares misteriosos más famosos, la planicie de Gizeh, en Egipto, con las tres pirámides de Keops, Kefrén y Mikerinos, es seguramentea la que más espacio ha dedicadola literatura. Entre las diversas hipótesis del porqué fueron construidas las pirámides está la que las considera «monumentos magné ticos», una especie de catalizadores de energías cósmicas, de circuitos de resonancia basados en la representación estructural a escala de proporciones presentes en el sistema solar. Otro ejemplo que confirmaría la hipótesis de que los lugares misteriosos son en realidad «zonas vitales energéticas especiales» del planeta Tierra puede apreciarse en el monumento megalítico más famoso del mundo, el de Stonehenge en Inglaterra. El trazado de Stonehengepermite suponer que se trataba de un observatorio astronómico.

De hecho, a comienzos del siglo XIX, elastrónomo inglés Norman Lockyer refería en un tratado que las piedras del lugar estaban orientadas hacia el sol y las estrellas.¿Qué decir, por ejemplo, de las líneas de Nazca, en el altiplano peruano, que, a modo de gigantesca paleta, sólo pueden apreciarse desde arriba y que se han definido como un gran libro de astronomía? ¿Y de la Isla de Pascua con sus gigantes de piedra que miran las estrellas? En fin, podríamos seguir con muchos ejemplos, y esa ha sido precisamente la tarea del autor de este libro, que pasa revista a numerosos lugares misteriosos. Pero ha ido más lejos, puesto que también los ha relacionado con el universo de las leyendas y las creencias, amplian do así el campo cognitivo. Además, un esquematismo rígido habría conducidoa un tratamiento árido, muy alejado de la impronta narradora de Massimo Centini.

América
Isla De Pascua
El misteriode los primeros habitantes
Rapa-Nui (que significa «gran roca») o Te-Pito-O-Te-Henu’a(«ombligo del mundo»), más conocida como Isla de Pascua, es una pequeña isla de 24 x 16 kilómetros de roca negra volcánica —se encuentra a 3.747 kilómetros de la costa sudamericana y a 4.500 de Tahití— que el misterio ha transformado en un lugar mítico por excelencia, un lugar donde la historia y la leyenda se confunden irremisiblemente. Debe su nombre occidental, carente de la poesía que la toponimia local le ha atribuido, a un almirante holandés, Jacob Roggeween, que desembarcó allí el sábado santo de 1722. Hasta entonces la tierra de las grandes caras de piedra vivía todavía dentro de su campana de cristal. Cuando el almirante holandés desembarcó en la isla quedó profundamente sorprendido por la presencia de centenares de estatuas de piedra de considerables dimensiones. Te-nían el rostro hacia el interior, es decir, de espaldas al océano, y algunas estaban coronadas por un singular sombrero rojo. La población que allí residía era todo lo que quedaba de los constructores de las estatuas, los únicos conocedores, probablemente,de los motivos reales que indujeron a los habitantes a ese trabajo. El capitán James Cook creyó que podría obtener algún dato más cuando unos cincuenta años después de Roggeween visitó la isla. El gran navegador, valiéndose de intérpretes polinesios, logró averiguar que la población establecida se consideraba descendiente de los autores de las grandes estatuas, realizadas veintidós generaciones antes. Según la tradición local, unos cuantos valerosos maoríes guiados por el rey Hotu-Matu’a habían llegado a la isla tras viajar en dirección al «sol de levante» partiendo de Marae Renga, una localidad misteriosa, quizá una isla de las Marquesas. Después de un largo viaje en piraguas (¡unos 4.000 kilómetros!), Hotu Matu’a desembarcó en la playa justo cuando su mujer daba a luz a su hijo: una señal divina que el rey interpretó como símbolo de buen augurio. Lamentablemente, casi todas las especies animales llevadas por los navegantes—a excepción de las gallinas y los ratones— murieron, aunque por suerte los maoríes habían logrado salvar de la furia del Pacífico varios árboles de su tierra de origen —cañas de azúcar y bananos entre ellos— que en poco tiempo proliferaron por la isla. Como primeros refugios utilizaron las barcas vueltas del revés, solución«arquitectónica» que adoptarían las futuras generaciones. Precisamente durante mucho tiempo en la isla la forma de las casas recordaría a una embarcación. Sea cual sea el origen de los habitantes de esta espléndida isla y al margen de cualquier reconstrucción mítica, los arqueólogos afirman que las grandes estatuas fueron levantadas a partir del siglo V.
El culto a los pájaros
En torno al siglo XV se impuso en la Isla de Pascua el culto a la divinidad Makemake, un hombre-pájaro representado en muchas inscripciones rupestres y del que se han hallado también algunas estatuas. Los doscentros de culto eran Orongo y el islote de Motu Nui. Cada año la gente del lugar competía por hacerse con el primer huevo depositado por la perdiz pardilla en el islote de Motu Nui. Una prueba que, en palabras de Alfred Metraux (La isla de Pascua),«constituía el tema central de los ritos desencadenando las más violentas pasiones. El objetivo puede parecer desproporcionado en relación con los esfuerzos empleados en alcanzarlo y con los peligros corridos por los que ambicionaban aquel magro botín. El huevo era la encarnación del dios Makemake y la expresión tangible de fuerzas religiosas y sociales de gran intensidad. El propósito de la lucha por la posesión de un huevo no era otro que el favor de los dioses y la confirmación del poder político».

El secreto de los gigantesde piedra
La construcción de las estatuas parece que tenía que ver con el culto a los antepasados. Originariamente las formas no seguían un orden preciso, pero a partir del siglo XI hubo una especie de generalización de efigies caracterizadas por un aspecto recurrente, en el que prevalecía la presencia de grandes ojos y orejas con lóbulos alargados. Estas enormes representaciones en roca volcánica se levantaban sobre ahu(plataformas funerarias), siempre dirigidas hacia las casas y los campos del clan que las había construido. En la actualidad son casi seiscientas las estatuas encontradas, algunas colocadas todavía en su posición primitiva, otras caídas, otras nunca terminadas. En general, su altura gira en torno a los 4-5 metros, pero las hay que alcanzan los 9. A pesar de que ahora, como decíamos, los estudiosos están convencidos de que las grandes estatuas, los Moais, deben relacionarse con el culto a los antepasados, se han vertido ríos de tinta para tratar de vincular a estas enigmáticas estructuras con continentes desaparecidos o visitantes espaciales.
El final de una civilización
Hacia 1600 la Isla de Pascua se vio sacudida por una gran guerra interna, tal vez como consecuencia dela llegada de nuevas poblaciones. A esto se añadió la escasez de árboles, abatidos poco a poco sin ningún control, lo que desertizó el terreno. Así, lentamente, la muerte y la desolación conquistaron la isla y numerosos Moais fueron derribados. Los gigantes de piedra, representaciónde la fuerza de los antepasados de «largas orejas», quizá el pueblo más antiguo de la isla, fueron destruidos por gentes nuevas, desconocidas para nosotros, que las leyendas locales denominan como de «orejas cortas». En cualquier caso, ni siquiera a ellos les reservó el futuro grandes posibilidades. A mediados del siglo XIX, en la Isla de Pascua había poco más de un centenar de personas. La anexión a Chile garantizó su supervivencia, así como la del delgado hilo que la unía a uno de los misterios más fascinantes del planeta.

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